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La madre de Juanjo, la sociedad musical y el juego del gato y del ratón: esperando a Maribel en Catarroja
Vecinos y víctimas se acercan hasta los juzgados durante las cinco largas horas de guardia junto al barranco del Poyo mientras la periodista que comió con Mazón el 29 de octubre declara ante la magistrada
A Juanjo lo conocemos todos. Su rostro siempre está triste. En las manos lleva una foto de Isabel Ibáñez, su madre, que en la tarde ... del 29 de octubre no pudo salvarse. Espera a Maribel Vilaplana en la esquina de los juzgados, las gafas sobre la calva. Son las 8.30 horas del lunes en que la periodista que comió con el ya expresidente de la Generalitat, Carlos Mazón, tiene que declarar ante la jueza de Catarroja que investiga la causa de la dana. Juanjo es la única víctima que está aquí. El resto son decenas de periodistas y cámaras que harán cinco largas horas de guardia mientras Vilaplana declara ante la magistrada.
Ella llega a las 9.03 horas, casi media hora antes. Lo hace en medio de una gran expectación mediática. «No voy a hablar», es lo único que ha dicho antes de entrar a los juzgados, donde le esperaban dos familiares de víctimas de la dana, que le han pedido que diga la verdad. «Cuenta la verdad, por mi madre, que se me aparece su cara llena de barro», le ha espetado Juanjo, con la foto de Isabel en la mano. Él se la encontró en el agua en la madrugada del día 30 en su planta baja.
Vilaplana, citada a declarar a las 9.30 horas, ha llegado antes de hora, cabizbaja y sin hacer declaraciones. La expectación mediática era total, con decenas de medios que la han seguido del coche a la puerta de los juzgados, unos 30 metros en los que no ha hecho declaraciones en medio de un fuerte dispositivo de seguridad organizado por la Guardia Civil.
En las cinco largas horas de espera, han sido varios los vecinos que se hacen acercado hasta la plaza Cortes Valencianas para ver a qué venía la expectación. En la plaza, bajo los coches aparcados, aún se ven marcas de barro. En alguna que otra columna hay todavía una señal que indica hasta donde llegó el agua, porque la plaza está a escasos metros del barranco y junto a las vías del tren. Pero Catarroja es, hoy, un pueblo que trata de salir adelante. Como Juanjo. Buena prueba de ello es el bar de la sociedad musical, situado en la misma plaza y convertido en redacción y estudio de radio para todos los periodistas que este lunes se han dado cita en los juzgados. Se sirven almuerzos, desayunos, vuelan los WhatsApp para saber qué está contando la periodista, convertida en centro de la noticia.
Avanzan las horas. Juanjo desaparece pero vuelve al filo de las 14 horas, cuando nos llega el anuncio de que ha terminado el larguísimo interrogatorio. Los bancos bajo un olivo enorme en medio de un parque sobre el que caen las olivas como pequeñas bombas se quedan vacíos y los periodistas hacen guardia a la puerta. De repente, carreras: alguien ha dicho que Vilaplana saldrá por atrás. Sale Mamen Peris, la coordinadora de Ciudadanos en la Comunitat Valenciana, que es también abogada en la causa, como Manolo Mata, exsíndic del PSPV en las Corts. Ella dice que le han recomendado a Vilaplana que salga por la puerta principal porque no tiene nada que esconder, pero la informadora ha decidido hacerlo por el garaje. Hay carreras en este particular juego del gato y del ratón, también empujones y alguna que otra caída, porque un fuerte dispositivo de Guardia Civil impide que las cámaras tomen imágenes del interior del coche cuando Vilaplana sale al filo de las 15 horas. Juanjo le espera: «Acuérdate de mi madre, di la verdad por ella».
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