Cristian Lesaec, en la comisión de la dana en el Congreso: «En Valencia el cabreo es monumental sobre todo contra Mazón y contra Sánchez»
El presidente de la Asociación de Damnificados de l'Horta Sud critica la falta de responsabilidad política en la riada, como también Alejandro Carabal
El presidente de la Asociación de Damnificados de l'Horta Sud, Cristian Lesaec, ha expuesto sus críticas hacia la ausencia de coordinación política que hubo ... en la dana del 29-O y los días posteriores, y ha recalcado, en representación de más de 630 afectados por la riada, que en Valencia «el cabreo es monumental sobre todo contra Mazón y contra Sánchez». Así lo ha manifestado en el Congreso de los Diputados en Madrid, en la comisión de investigación sobre la gestión de la crisis derivada de la dana. Una comparecencia que ha recibido múltiples elogios de los distintos grupos políticos.
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«Mi intención es averiguar la verdad, que se imparta justicia de la peor catástrofe de nuestra comunidad», ha indicado Lesaec, que ha detallado algunas de las primeras llamadas de socorro al 112, que se produjeron desde distintos puntos de la provincia ya a las 6.27 de la mañana. «Mientras, el Cecopi se convoca a las 15.21 horas y se pone a trabajar a las 17 horas. Los problemas empezaron por la mañana, el Cecopi tenía que haberse puesto a funcionar antes. El Gobierno valenciano llegó tarde, eso no tiene que volver a ocurrir», ha expresado.
El representante de los afectados se ha dirigo también al presidente del Gobierno por su falta de acción. «Las primeras 72 horas son cruciales. El 30 de octubre habían 1.200 efectivos de la UME desplazados. En diciembre habían 8.000 militares, tardaron un mes en llegar, ¿cuánto cuesta movilizar a los militares?», se ha preguntado. «No hubo coordinación entre el Gobierno central y el autonómico», ha matizado.
«El 31 de octubre Sánchez hace una declaración desde el Cecopi donde dijo que pondrá todos los medios, pero ¿dónde quedó eso? La ayuda no llegó», destaca Lesaec. «Por qué no se declaró la alerta de nivel 3, la respuesta la tendrá el ministro de Interior o la propia Comunitat. Pido que tengamos un protocolo más rodado y la alerta 3 se declare más rápidamente», ha explicado.
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El líder de la asociación ha relatado su experiencia en los días posteriores al 29, cuando todo era barro y destrucción en la zona cero, pero no recibieron ayudas. «Las noches siguientes hubo saqueos, oscuridad, pero no hubo policías, bomberos, ni el ejército. La Policía Nacional estaba en Valencia y no intervino. No recibieron órdenes, la zona de l'Horta Sud pertenece a la Guardia Civil y el protocolo impide a la Policía Nacional intervenir. Ruego que en situaciones como esta podamos saltar los protocolos y que puedan intervenir, porque necesitábamos ayuda», reclama.
Por eso Lesaec ha demandado «un pacto de Estado, tener visión por encima de ideologías», ha resaltado. Además, ha criticado que los proyectos de más de 20 años para reformar el barranco del Poyo «han quedado en nada, es un cachondeo» y pide que «no tener que esperar otros 30 años para ponernos de acuerdo para arreglar los barrancos, es vital para nuestras comarcas. Tenemos que convencer a la gente que la Confederación Hidrográfica del Júcar tiene su sentido», apunta.
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Angustiosos testimonios
El segundo en declarar ha sido Alejandro Carabal, vecino de Massanassa y bombero del Ayuntamiento de Valencia, que ha relatado su experiencia, cuando bajó «en pijama» a la calle para ayudar a los vecinos en su pueblo. «El agua venía muy fuerte, era marrón y contenía de todo, cristales, hierros, luego yo tenía cortes y heridas en las piernas», cuenta. «Vi un coche con una persona tumbada en el capó, pero no podíamos con todo, teníamos que andar con mucha precaución. Los bolardos y las señales a donde nos agarrábamos ya no estaban. Se puso muy peligroso. Caí dentro del agua, me golpeaban cosas y me pude agarrar a una pared y salir a flote», explica.
Cuando sonó el Es-Alert él ya estaba en un momento crítico. «Sonó la alarma, yo estaba con el agua por el pecho, pensábamos que eso era que podía venir más agua, pero no sabíamos nada. Nos refugiamos en un edificio, se hizo muy largo porque el agua subiendo. Tenía los dedos morados. Me asomé a una terraza y vi luz en Torrent, no sabía si era sólo mi calle, mi pueblo o toda la provincia. Vimos que era muy bestia y se nos había ido de las manos», indica emocionado.
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«Yo bajé en pijama, pensaba que era un momento puntual para ayudar a la gente. El agua subía más, los contenedores ya estaban flotando. Ayudamos a la gente a cruzar la calle, porque empezaba a venir corriente. No sabía lo que venía, si hubiera estado en casa no habría corrido ningún riesgo, pero yo quería ayudar», relata Carabal. «El agua llegaba por las rodillas, luego se fue complicando. La corriente venía más fuerte, venían camas, bombonas de butano flotando, productos del supermercado, estaba afectando a todo el pueblo, incluso trabajadores del supermercado que los trajo la corriente. Se pudo hacer algún rescate, se oían gritos, claxon de los coches», explica sobre esta escena dantesca.
Además, Carabal también ha criticado la ausencia de ayuda de los días posteriores a la dana. «Al dia siguiente no había nadie, a cargo de la emergencia estaba la Policía Local y los que fuimos a ofrecernos, desde llevar oxígeno, medicación necesaria, buscar desaparecidos», señala. «Se trabajó codo con codo, limpiando con palas, los agricultores hicieron un trabajo increíble. Me gustaría que eso ocurriera aquí en el Congreso, que se trabajara codo con codo, porque la sociedad está perdiendo la fe en la política», ha lamentado el bombero y vecino de Massanassa.
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«Yo esperaba ver hospitales de campaña, militares, pero no vimos nada. Empezaron a saquear los supermercados y no había nadie. Estamos al lado de Valencia y no teníamos nada. Llegaron antes adolescentes en bicicleta que los cuerpos de emergencia, y nos traían agua, leche. Y a día de hoy seguimos con problemas en el alcantarillado y hay una psicosis tremenda en los pueblos», lamenta el hombre.
Por su parte, Verónica Vicent, vecina de Benetússer, ha señalado que los cuerpos de seguridad «se enfrentaron a ciegas a una situación sin precedentes» y ha relatado cómo se sintió el día de la dana. «No entiendo lo que pasó la tarde del 29, pero yo me sentí muy abandonada, porque un presidente que me debía proteger, decidió que tenía mejores cometidos. Me siento defraudada, porque la norma de la casa siempre ha sido la seguridad», apunta.
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Ella no pudo salvar a una niña aquella tarde fatídica. «Un minuto, desde el bar que está en mi portal que hicimos el rescate, hay 80 metros hasta donde vive la familia que regenta el bar. Un mensaje de póngase a salvo, en diez minutos se hubieran salvado vidas. Por lo menos esa mirada de esa niña. No les recrimino, no vivo con rencor hacia nadie. Quiero aprendizaje, que la gente se forma y que si vuelve a suceder, los políticos se comprometan a ser ejemplares», ha añadido.
Y por último, Elisabeth González ha contado cómo estuvo a punto de perder la vida, al quedarse atrapada en la V-30. «Salí del coche con el agua por las rodillas, caminé sin ver nada y sin saber si llegaría a un lugar seguro. Caminé 200 metros, sonó la alarma, y pude subir a un camión, que se llenó de personas. Hice varias llamadas al 112 y a la guardia civil pero me dijeron que no iba a venir nadie. Les dije que eso iba a ser una masacre», cuenta.
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«Dos bomberos tocaron a la ventanilla de madrugada y dijeron que estaban esperando dos lanchas para sacarnos de allí, pero nunca llegaron. Nos dijeron que sólo se podía salir a pie. Íbamos cogidos a los adoquines, estaban los coches amontonados, encendidos, vimos un cuerpo dentro de un vehículo. Hubo un tramo que estuvo a punto de que se me llevara el agua al río. Vivimos el terror más absoluto, en la oscuridad, incertidumbre, desolación y sin saber si podríamos seguir con vida», rememora la mujer.
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