Lecciones aprendidas (eso sí, tras 229 muertos)
El rápido envío de l ES-Alert en episodios posteriores al 29 de octubre demuestra que hay otra gestión de las emergencias, que falló la tarde de la dana
Llegó a tiempo. El ES-Alert enviado a las 15.28 horas del sábado 28 de septiembre de 2025 advertía de que la alerta roja ... por precipitaciones vinculadas a la extormenta tropical Gabrielle empezaba 12 horas después, a las 4 de la madrugada del domingo. «Evite desplazamientos. No cruce zonas inundables y respete los cortes de tráfico. No realice actividades en cauces y proximidades. Si está en zona inundable, busque zonas altas o suba a un piso superior», rezaba el mensaje. El contenido del mensaje que envió Emergencias era muy distinto del del 29 de octubre, que atronó en los móviles de la provincia de Valencia a las 20.11 horas de una tarde oscura en la que, por aquel entonces, ya habían fallecido decenas de valencianos. ¿Se han aprendido las lecciones? Parece que sí. Como dice el dicho, por desgracia la letra con sangre entra.
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Antonio Aledo es el director del Observatorio Socioeconómico de Inundaciones y Sequías (Obsis) dependiente del Instituto Universitario del Agua y de las Ciencias Ambientales de la Universidad de Alicante. El nombre de este catedrático puede ser desconocido para el gran público, pero en realidad es una de las personas que más sabe de riesgo de inundaciones en la Comunitat Valenciana. No en vano el centro que dirige elaboró una biblioteca de mensajes que puso a disposición de la Generalitat y a la que nadie, al parecer, echó mano. Aledo cree que estamos «más alerta para emitir estos mensajes con más antelación»: «Estamos en un momento de ensayo y error».
Aledo explica que la Comunitat Valenciana cuenta con un territorio «muy grande y las demarcaciones son muy amplias». «Estamos en tiempo de ajuste institucional. Nosotros hemos sacado nuestro propio plan, en la universidad, para avisar y las instituciones del estado están preparando criterios para tomar este tipo de decisiones», asegura el profesor universitario, que enmarca el rápido envío de mensajes en situaciones similares (se enviaron el 4 de noviembre, tras otra alerta roja en la zona dana, y en los episodios de septiembre y octubre de este año) «en un momento de miedo institucional»: «Estamos viendo cómo ajustarlo».
El catedrático asegura que los principios de precaución y prevención tienen que ser los que guíen, «es preferible tomar una decisión amplia que no volver a equivocarse como se equivocaron, porque hubo 229 muertos de los cuales una parte importante podría haberse evitado». «Tenemos claro que tenemos que convivir con el riesgo y eso implica aprender a gestionarlo», asegura Aledo. El director del Obsis insiste en que no hay explicación para lo que ocurrió el 29 de octubre.
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«Había medios, conocimiento y profesionales para haber actuado. En 2019 se actuó, no existía el ES-Alert pero actuó el 112. Teníamos los mecanismos. Me extraña que después de haber hecho el trabajo de la biblioteca de mensajes, que se hizo antes del ES-Alert, nos podían haber llamado para construir una más específica», asegura Aledo, que se muestra «encantado» de ayudar. «La adaptación al 112 habría sido muy fácil. Habría que establecer una estrategia de emisión del mensaje. La biblioteca no estaba adaptada al ES-Alert, pero se puede adaptar de forma muy sencilla», comenta.
La intención del observatorio es que los errores «sean los menos posibles». «Para eso está la ciencia, como dijo Jorge Olcina, porque funciona. Creo que esto podríamos haberlo hecho con antelación y haber apoyado en ese momento tan difícil», indica el profesor, que insiste en que la persona que tiene que enviar el mensaje «tiene que decidir el contenido del mismo». Al parecer, según los testimonios de lo que ocurrió aquella tarde en el Cecopi, estas dudas retrasaron el envío. «Debe ser algo mucho más automático, que se envíe el que toque según el riesgo que hay en el momento», insiste Aledo, que asegura que desde Europa les han contactado por la biblioteca. «Para eso está el conjunto de grupos de investigación de la Comunitat Valenciana, para apoyar a los políticos en la toma de decisiones y en la elaboración de un mensaje», asegura.
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La cuestión del ES-Alert, aunque parece la más importante, no es la única. Hasta la hermética Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) ha presentado una actualización del Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH) «con el objetivo de mejorar la usabilidad y la eficiencia de la información sobre la demarcación hidrográfica que ofrece en tiempo real a la ciudadanía». La nueva web muestra los umbrales a los que han de saltar los avisos y agrupa los caudalímetros por colores. Con todo, el sistema todavía es mejorable ya que, tal como desveló LAS PROVINCIAS, ha llegado a dar avisos de caudal disparados cuando el cauce estaba seco. Ocurrió a principios de septiembre, cuando el caudalímetro emitió un aviso nivel rojo por 162 metros cúbicos por segundo, más de los 150 que marca el tercer umbral. El problema es que el cauce iba totalmente seco. Lo que ocurrió fue que se había puesto un camión delante y el sensor detectó que había agua donde en realidad no la había. Este problema se une a que todavía no disponemos del Sistema de Alerta Temprana (SAT) que la CHJ empezó a licitar en noviembre del pasado año. Se espera que esté en funcionamiento, al menos en parte, a lo largo del año que viene.
Además, la CHJ se ha puesto en contacto con la Associació Valenciana de Meteorologia (Avamet) para poder disponer de sus pluviómetros. La red de aficionados es una de las más densas de España y cubre cientos de localidades en toda la Comunitat, por lo que el acuerdo firmado entre ambas entidades evidencia que la CHJ no termina de fiarse de sus datos. No es ninguna tontería porque en los distintos episodios los pluviómetros de que dispone el organismo de cuenca han fallado. El 29 de octubre, sin ir más lejos, fallaron 14 ««debido a una anomalía en el sistema», por lo que «no existen datos» de sus mediciones. Los sensores que estuvieron inoperativos el 29-O fueron Albacete, Borriol, el barranco del Carraixet, Cárcer, Castelfrío, el aforo en la acequia Real, el embalse de Loriguilla, la laguna del Marquesado, Mutxamiel, Requena, Serra Grossa, Torrijas, Tragacete y Remedio de Utiel.
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Los ayuntamientos sí se han puesto las pilas. El de Valencia, el más grande afectado por la dana, ha presentado una guía para emergencias que distribuirá por colegios y centros de mayores para que la población sepa cómo actuar en caso de episodio climático extremo y esta misma semana ha presentado un sistema de cámaras y sensores que permitirán advertir de avenidas en el cauce del Turia. Otros consistorios han mejorado también los sistemas de comunicación con los vecinos. En Catarroja, el Ayuntamiento que dirige Lorena Silvent ha instalado 27 altavoces distribuidos por todo el término municipal, lo que permite abarcar tanto el casco urbano como el polígono. Con esta implantación, la cobertura es total: cualquier persona podrá escuchar los mensajes emitidos desde cualquier punto de la localidad. Las lecciones, por tanto, parecen aprendidas. Tarde, pero aprendidas.
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