«Nos jugamos hoy el futuro de 26 familias y la mía propia»

Isabel Fernández es la tercera generación al frente de la Taberna y Hotel Alkázar, emblemático negocio hostelero en pleno centro de Valencia fundado en 1950. Con 36 años, siente el «reto y enorme responsabilidad» de sacar adelante el local con las limitaciones de la pandemia en uno de los sectores más azotados. «Nos jugamos hoy el futuro de 26 familias y la mía propia», resume.

A principios de marzo las perspectivas eran inmejorables, «con muchísimas reservas para Fallas». Veía las noticias de Italia o China, «pero no llegaba a creer que nos iba a afectar tanto», confiesa. Cuando las cosas se complicaron en España «decidimos cerrar con muchísimo dolor antes de que fuera obligatorio. Por dignidad y responsabilidad social». Llegó el estado de alarma y la Taberna Alkàzar plegó manteles. «Fue angustioso», recuerda. «Sentí miedo y preocupación, pero por encima de todo estaba la salud de mi familia y mis chicos», como define con cariño a sus empleados. Hubo lágrimas. «Pesaba la responsabilidad de gestionar esto bien, con mucho estrés psicológico y emocional. Fuimos todos a una y lo comprendieron», asegura.

Tras un «increíble» mazazo económico llegó el 2 de junio, la hora de reabrir y un «pequeño soplo de aire» . «Mucha clientela se fue a segundas residencias, como es normal. No llegaba casi nada de extranjeros. Pero el turismo nacional nos ha salvado en parte. Ha sido fiel con nuestra gastronomía de calidad», valora.

Ahora Alkázar sigue aplicando las «máximas cautelas». La terraza al 75 % del aforo, pero sin la ampliación que el Ayuntamiento les denegó. Dentro, al 50% «y no trabajamos la barra para garantizar espacio entre mesas». Según describe, «tenemos días mejores y peores, pero nuestros clientes se sienten seguros». Con todo, «el horizonte es muy complicado». Fernández también es crítica con los auxilios de la Administración: «Hay que ayudar más al pequeño comercio y a la hostelería. Las pequeñas empresas sacamos la economía adelante».