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Más de 300.000 personas figuran como damnificadas de la tragedia de la dana. Es el dato estadístico gruso del drama. El que aporta ... el informe de diagnóstico del Plan de Recuperación del conseller Gan Pampols. Las familias de los 228 fallecidos, destrozadas. Miles de personas sin casa, sin coche o con el negocio de sus vidas arrasados. Pero pocos testimonios más gráficos, desgarradores y tremendos que el de Yolanda Garrido. El desastre vital materializado en una persona: «Una ola gigante arrasó el coche con mi hermano, mi sobrino y mi cuñada dentro».
El suyo ha sido uno de los últimos testimonios escuchados por la jueza de Catarroja. Su declaración, a la que ha tenido acceso LAS PROVINCIAS, desgarra: «Cuando mi hermano ya había desaparecido empecé a llamarle al móvil. Aún daba encendido. Me esperancé». Los cuerpos de los tres fueron encontrados días después de ser arrastrado su coche cuando regresaban a Calicanto. Volvían de recoger al niño del colegio.
El relato de Yolanda desgrana el angustioso relato de aquel día. De cómo su hermano Jorge estaba con su mujer, Raquel, en su domicilio, el 29 de octubre. Hasta que llegó el momento de ir a por el crío al colegio. «Nadie les avisó del peligro». Llegaron hasta el centro educativo y emprendieron el regreso a casa. El tsunami acabó con su ruta y con sus vidas. Otro conductor que circulaba detrás relató luego lo ocurrido. Serían las 17.20 horas. «Estaban apenas a cuatro minutos de casa. El conductor de atrás vio como llegó la gran ola y se llevó su coche. Él se salvó de milagro», sostiene Yolanda en su declaración.
Empezó entonces un suplicio de Yolanda y su familia. «Yo estaba en Valencia. No sabía que mi hermano estaba en peligro. Mis compañeros me dijeron que se había caído un puengte y yo pensaba que era una broma». Hasta que su hermano, su sobrino y su cuñada dejaron de dar señales de vida. Los peores presagios empezaban a materializarse. Yolanda tuvo que ir al hospital con su padre porque iban a operarlo. Sin noticia del resto de la familia. «Fui a recogerlo a Aldaia y era todo como una película de terror».
Los suyos empezaron a constar ya como desaparecidos. «Me desmayé», recuerda la mujer en su declaración ante la jueza. Todos los intentos de Yolanda eran en vano. «Llamaba al 112 pero siempre daba ocupado». Intentaron pedir ayuda en la búsqueda a la Policía. «Nos colgaron».
Al final empezaron ellos un rastreo particular «con la ayuda de un guardia civil fuera de servicio y amigos que vinieron con picos y palas». Y apareció el cuerpo de su hermano. Tardaron más en dar con el niño y su cuñada. «Hasta el día 14 no pudimos enterrarlos», lamenta en su comparecencia judicial la mujer.
El colmo del sufrimiento llegó cuando les dieron un certificado de defunción «con una fecha equivocada». Algo que otras muchas familias han señalado que ha ocurrido. Yolanda lamenta en su testifical que incluso en los juzgados y en la morgue instalada durante los días cruentos del recuento de fallecidos recibieron no precisamente el trato más humano y cercano.
Y la mujer lanza su conclusión ante la jueza de Catarroja encargada de dilucidar la gestión de la dana: «Tiene que haber algún responsable. Nadie dijo nada. Nadie avisó. Todo mal».
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