Héroes valencianos con precariedad laboral
Vocación y peligro. La inestabilidad con la que trabajan los bomberos forestales no impide que se afanen en la lucha contra el fuego y asuman riesgos
JAVIER MARTÍNEZ
Sábado, 27 de agosto 2022
Encontrar una vocación profesional no es tarea fácil y muchos no lo consiguen, pero hay una serie de indicios que revelan la inclinación a un oficio: el esfuerzo, la satisfacción por el deber cumplido, el riesgo que asumen algunos profesionales o el sueldo que no corresponde a las intensas jornadas laborales. El dilema es el que sigue: ¿puede errar un bombero su vocación?, ¿están bien pagados estos servidores públicos?, ¿merece la pena arriesgar la vida por seis meses de trabajo? o ¿tienen que aceptar las adversidades?.
Algunas respuestas a estas preguntas las encontramos en las redes sociales. Varios bomberos han debatido sobre estas cuestiones en Twitter y Facebook tras las situaciones de riesgo que vivieron algunos bomberos durante las labores de extinción de los incendios de Bejís y Vall d'Ebo.
«No sé a qué espera el Gobierno y los demás grupos parlamentarios para aprobar de una vez el un estatuto del bombero forestal que haga posible que en toda España tengamos unas condiciones laborales y medios dignos acordes al riesgo en el trabajo», afirma un bombero forestal en un mensaje publicado en su perfil de Twitter.
«Hay que mejorar las condiciones laborales de los bomberos forestales y dotarlos de más medios. Este colectivo olvidado por los medios de comunicación está luchando siepre en primera línea contra el fuego, y nos encontramos con una desigualdad salarial muy grande al compararnos con los bomberos urbanos. Cobramos unos 600 euros menos al mes pese al riesgo que supone atacar las llamas de los primeros focos del incendio con peores medios», denuncia Antonio Criado, secretario general de la sección sindical de bomberos forestales en Comisiones Obreras.
Cuatro bomberos lograron salvar sus vidas en Torás al huir con un camión en llamas tras quedar atrapados por el fuego
Pero cuando llega una emergencia, cuando un rayo, una colilla mal apagada o un pirómano provoca un incendio, los bomberos dejan sus reivindicaciones laborales en segundo plano y concentran su atención y sus esfuerzos en la lucha contra el fuego.
«El respeto, la buena convivencia y el entrenamiento en nuestra base se refleja luego en la confianza, la comunicación y el trabajo en equipo durante una emergencia. Esto es fundamental para la seguridad de la unidad y la efectividad en la contención de los incendios», asegura Clara Ruiz, bombera forsetal de la Unidad Helitransportada de Tírig.
Cuando se declaró el incendio de Bejís, Clara disfrutaba de uno de sus días de libranza, pero no dudó en ofrecerse voluntaria para ayudar a sus compañeros. Tras el llamamiento que realizó la Societat Valenciana de Gestió Integral dels Serveis d'Emergències al personal que estaba de vacaciones para participar de manera voluntaria en la extinción de los incendios de Bejís y Vall d'Ebo, un centenar de bomberos forestales suspendieron sus días de descanso para apoyar a sus compañeros en las dos batallas contra el fuego.
«Fueron días de mucho trabajo en condiciones muy duras, pero teníamos que darlo todo. Yo soy de Benafer, y los vecinos de los pueblos cercanos al fuego nos necesitaban y no podíamos fallarles», señala Clara, que tuvo que dejar sus estudios universitarios de Ingeniería Forestal porque no podía compaginarlos con el trabajo.
Tras completar cuatro ciclos de formación relacionados con el medio ambiente y las emergencias, la joven es bombera desde hace dos años. «Comencé a formarme y especializarme con 16 años, y desde entonces no he dejado de observar y estudiar. La naturaleza me apasiona desde que tengo uso de razón. Mi vocación es puramente forestal, pero no tardé en enfocarla hacia las emergencias. Dedicarme a esto no ha sido fácil, y por eso me siento afortunada», manifiesta Clara con gran satisfacción. «En las emergencias los escenarios son siempre diferentes. La adrenalina y el aprendizaje están asegurados», añade.
En las unidades helitransportadas de la Comunitat Valenciana sólo trabajan tres mujeres, una en cada provincia. «Somos pioneras y estamos rompiendo estereotipos. En ocasiones, con personas concretas, me he visto expuesta a comentarios bastante desagradables, pero afortunadamente puedo decir que en la gran mayoría de los casos me estoy encontrando con muy buenos compañeros en este camino, que espero sea largo y profesionalmente enriquecedor», afirma Clara.
Los cuatro bomberos forestales de la base de Zarra también saben lo que es asumir riesgos en la lucha contra el fuego. En la madrugada del 20 de agosto, un incidente inesperado pudo haber cambiado sus vidas. «Teníamos la misión de recorrer el perímetro que dividía la zona quemada en Andilla en busca de zonas calientes para enfriarlas y de repente pisé algo. Cuando miré al suelo vi que era un proyectil que estaba cerca de la zona quemada, y rápidamente salimos de allí, avisé a mi superior por radio y envié las coordenadas a la Guardia Civil», recuerda Fran Tortosa, jefe de la brigada forestal.
«Los bomberos forestales entrenamos duro en nuestros turnos e incluso en nuestro tiempo libre para estar preparados ante cualquier situación de peligro, pero lo que menos te esperas es que puedas pisar una bomba de la Guerra Civil. Esa noche escuchamos varias explosiones en la zona del incendio», asegura Fran.
Pero donde se rozó la tragedia este verano fue en el municipio castellonense de Torás. En la tarde del 16 de agosto, cuatro bomberos del parque de Segorbe quedaron atrapados por las llamas tras un cambio repentino de la dirección del viento. Salvaron sus vidas por la rápida maniobra evasiva que realizaron y su entrenamiento para actuar en situaciones de peligro extremo.
«Creíamos que íbamos a morir abrasados»
Los cuatro bomberos del parque de Segorbe que quedaron atrapados por las llamas en Torás volvieron a nacer el 16 de agosto, el día que sucedieron los hechos. «Creíamos que íbamos a morir abrasados. Un reventón térmico provocó el cambio de dirección del viento y las llamas nos rodearon en pocos segundos», recuerda David Pérez, que sufrió quemaduras en sus manos, orejas y cuello. «Subimos al camión y circulamos unos cien metros hasta que el fuego reventó las ruedas y tuvimos que bajar. Luego corrimos hasta un cruce donde nos esperaban dos compañeros, que nos sacaron con su vehículo del infierno», añade el bombero.
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