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Unos jóvenes juegan en el barro en Alfafar días después de la dana. TXEMA RODRÍGUEZ

La vida normal, un año después de la dana

Los vecinos de la zona cero necesitan respirar, ya no quieren extender el relato de su dolor, piden digerir el duelo en casa y por fin poder pasar página

Héctor Esteban

Valencia

Jueves, 30 de octubre 2025, 00:26

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Sara juega con Betty en la calle, una spaniel bretón de apenas unas semanas de vida. Ella y su hermana, Mar, con la complicidad de ... su madre, han doblegado a Paco, el padre de familia, y hay perro en casa. La dana hace milagros. Acaricio al cachorro, le doy un beso a la niña, asomo por la puerta de la casa, que está abierta, y pegó un grito: «¡Guadalupe!». Baja y ríe como sólo ella ríe. Con un trapo en una mano y el Sanitol en la otra. Es sábado por la mañana. «¿Vais a venir mañana al homenaje en el cine por el año de la dana? Me acaba de dar Ernesto unas entradas», le pregunto. «Sí, vamos a ir. Paco quiere ir pero yo, Héctor, si te digo la verdad, no sé si me caben más imágenes de drama en la cabeza». Charlamos, la perra corretea y algunos vecinos suben y bajan por la calle 9 d'Octubre al ritmo de ese «buenos días» que sólo se da en los pueblos entre iguales. Al final fuimos todos. Iván, otro de mis amigos, también acude con un último golpe de riñón.

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