«Hablar de revanchismo no tiene sentido. La Iglesia fue la gran víctima»
El sacerdote e historiador Vicente Cárcel Ortí apunta que los católicos no tuvieron posibilidad de elegir en qué bando situarse ante la persecución religiosa
El historiador y sacerdote valenciano Vicente Cárcel Ortí acaba de publicar el séptimo y último volumen de documentos sobre la Segunda República y la Guerra Civil española.
La colección lleva por título 'La Segunda República y la Guerra Civil en el Archivo Secreto del Vaticano'. Este volumen se refiere a los documentos que se refieren al periodo entre enero y mayo de 1939.
–¿Qué documentos le han parecido más interesantes?
–Los apuntes autógrafos del cardenal Pacelli, secretario de Estado y futuro Pío XII, sobre lo que pasaba en España día a día, a través de lo que le decían el nuncio Tedeschini y el embajador ante el Vaticano, así como los comentarios que le hacía el Papa Pío XI en las audiencias diarias. Pacelli anotaba puntualmente todo esto con su nítida y elegante caligrafía en medias cuartillas, tan bien conservadas que he podido transcribirlas y publicarlas íntegras.
–¿Entre los personajes hay alguno valenciano?
–Aparecen todos los personajes, políticos, militares, culturales y eclesiásticos de la España de aquellos años nueve años, entre ellos el arzobispo de Valencia, Prudencio Melo, y el diputado Luis Lucia Lucia, dirigente de la Derecha Regional Valenciana y católico convencido, que fue víctima de la represión política del nuevo Régimen, pues fue encarcelado en 1939. Gracias a la intervención del arzobispo fue liberado pocos meses antes de su muerte ya muy enfermo. En 1956 el arzobispo Olaechea promovió la publicación de su única obra poética de carácter místico, 'Salterio de mis horas', escrita en 1941, mientras estaba detenido en Barcelona. Un personaje valenciano destacado de la época fue el sacerdote de Llíria Carmelo Blay, administrador del Colegio Español de San José, donde se refugiaron muchos de los españoles que llegaron a Italia huyendo de la persecución religiosa.
–¿Qué papel jugó la Iglesia en la Guerra Civil? ¿Fue una cruzada?
–Las trágicas circunstancias de la guerra y de la persecución religiosa en la zona republicana la obligaron a ponerse en favor del 'otro bando', llamado nacional. A las personas más sensatas de todo el mundo les pareció normal. La Iglesia no podía estar más que con quien estuvo porque le garantizó la subsistencia. Las intervenciones de Pío XI y de los obispos, sobre todo en la carta colectiva de 1937, demuestran que no podían hacer otra cosa. Como el cardenal Tarancón dijo en sus memorias: «Fue el pueblo quien dio a la guerra el carácter y el nombre de 'cruzada', como consecuencia de la quema de iglesias y de la persecución que dirigió el mismo Gobierno de la República».
–¿Se mantuvo la persecución hasta el final?
–Duró prácticamente hasta el final de la guerra. El 30 de enero de 1939 fueron asesinados en Collell, junto a un numeroso grupo de prisioneros, varios sacerdotes barceloneses. El 7 de febrero fueron fusilados en Pont de Molins el obispo de Teruel, hoy beato Anselmo Polanco, junto con dos sacerdotes de su diócesis y otros 39 prisioneros. Y el mismo día, en Torroella de Montgrí, cayó abatido por las balas el escolapio oriundo de Figueras, considerado como la última víctima del martirologio barcelonés y quizá de toda España.
–Hay quien dice que la beatificación de algunas de estas víctimas es una muestra de revanchismo de la Iglesia.
– Hablar de revanchismo no tiene sentido, y menos refiriéndose a la Iglesia, que fue la gran víctima de la persecución republicana. Desde el comienzo del cristianismo quienes morían derramando su sangre por Cristo eran considerados mártires, es decir testigos de la Fe. Y esto se ha venido haciendo hasta nuestros días, beatificando a los numerosos mártires del siglo XX, víctimas del nazismo y del comunismo y los de España.
–¿Hasta qué punto hubo sintonía entre Franco y la jerarquía?
–A pesar de que la Iglesia salió de la contienda asociada a los vencedores, la Jerarquía, desde los primeros momentos del Régimen actuó como conciencia crítica cuando no se cumplieron las promesas de reconciliación nacional y no se escucharon las peticiones de indultos y reducciones de penas a condenados a muerte y a detenidos políticos que hicieron el Papa y los obispos. No cabe duda que la Iglesia apareció durante muchos años estrechamente vinculada al Régimen, pero hay que tener en cuenta las circunstancias del momento.
–Aún así hubo algún choque.
–La concepción autoritaria del nuevo Estado provocó divergencias con organizaciones y prensa católica. Se llegó a prohibir la difusión de una carta pastoral del cardenal Gomá considerada crítica con el régimen pese a que era una invitación al pueblo español a hacer examen de conciencia.
–¿Cómo fueron las relaciones del Vaticano con la República?
–Antes de ser elegido Papa, el cardenal Pacelli veía que un reconocimiento prematuro de la legitimidad del gobierno de Franco podría causar mucho daño a los católicos que aún estaban en la zona roja. Esto pone de manifiesto las reticencias de la Santa Sede ante el régimen que podía surgir después de la contienda. Con el Gobierno de la República se mantuvieron las relaciones diplomáticas hasta mayo de 1938.
–Ahora prepara un libro sobre Pío XII. ¿Cómo fueron sus relaciones con el régimen?
–Siguiendo la conducta adoptada por Pío XI desde el comienzo de la guerra, Pío XII promovió una intensa campaña en favor de la reconciliación a través del amor y el perdón. Ya en septiembre de 1936 defendió esta postura en un discurso en parte censurado en la zona nacional. Pero insistio en que hay que tener en cuenta la persecución religiosa para comprender la postura que adoptó.
–Se ha intentado buscar simpatías de Pío XII con el nazismo.
–Es una acusación totalmente falsa y carente de fundamento. Pío XII tuvo que enfrentase con los grandes totalitarismos del siglo XX -nazismo y comunismo- perseguidores implacables de la Iglesia. Y vivió realmente obsesionado porque Europa Occidental quedara sumergida por el comunismo soviético, marxista leninista. Ante ello hizo todo lo posible para salvar a Italia de este peligro real. También en los documentos vaticanos aparece como el gran defensor de los judíos.
–¿Cuándo prevé acabar el libro sobre él?
–Mi deseo es terminarlo a mitad del próximo año, pero el Covid me ha limitado mucho las investigaciones y me obliga a estar en Valencia sin poder regresar a Roma porque los archivos y bibliotecas están cerrados.