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Alumnos de un colegio, durante una clase. afp/césar manso
Educación para frenar  la exclusión infantil

Educación para frenar la exclusión infantil

Los voluntarios que ayudan a los más vulnerables advierten en el Día del Niño de que la motivación en las aulas puede cambiar su futuro

M. GUADALAJARA

VALENCIA.

Lunes, 19 de noviembre 2018, 23:57

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La habitación de un niño sin escritorio es la primera huella de la desigualdad. El riesgo de pobreza infantil sigue aumentando por quinto año consecutivo en la Comunitat y la educación puede ser su salvavidas. Más de 260.000 menores de 16 años están en riesgo de pobreza, la vulnerabilidad que sufren en sus familias les aleja de los libros y los deberes. En el Día Internacional del Niño voluntarios educacionales advierten de que sólo a través de la formación podrán cambiar su futuro.

De los barrios de Torrefiel y Els Orriols, casi 50 niños acuden todos los lunes y jueves a la parroquia San Lázaro con la voluntad de encontrar apoyo y motivación para superar el curso escolar. Las puertas de esta pequeña iglesia se abren desde hace seis años para que niños y adolescentes sin recursos tengan el refuerzo extra escolar que necesitan.

«Junto con Cáritas nos dimos cuenta del apoyo que necesitaban los hijos de las familias que acudían a nosotros, por eso emprendimos esta iniciativa como un proyecto educacional centrado en los más pequeños», explica José Vidal, párroco de San Lázaro. Además de los voluntarios más veteranos que comenzaron ayudando a tan solo 15 niños, ahora cuentan con el apoyo de voluntarios de la Universidad Católica de Valencia.

Problemas de matemáticas, ejercicios de lengua o vocabulario de inglés, son los deberes que sirven de pretexto para dedicarles tres horas a la semana a cada uno de los niños; comprenderles, escucharles y detectar las dificultades a las que se enfrentan en clase, es su objetivo. «Necesitan atención y dedicación, solo con esos pequeños gestos llegas a los niños y empiezas a ver el cambio», explica el párroco.

Los problemas económicos de sus familias impiden otorgar la importancia necesaria a la formación de los menores que viven en una situación en riesgo de pobreza. Carmen Monllor, coordinadora del voluntariado por parte de la UCV, advierte de que es la motivación tanto en las aulas como de las familias la que puede cambiar su futuro. «Muchos padres no se dan cuenta, no se involucran en nada relacionado con la formación, sorprende que en la mayoría de casos, acaban siendo los propios niños los que vienen con el interés de aprender y cambiar su situación», explica Monllor.

El reto del proyecto se centra ahora en educar sus hábitos de estudio. Es una labor compleja cuando parte de la necesidad. No tienen un lugar de trabajo y ni una habitación propia: «queremos ir más allá, hablar con sus tutores, incidir en los problemas de cada uno y darles las herramientas y las soluciones», asegura la coordinadora.

«Un título escolar o formativo es lo único que puede evitar que caigan en la misma marginación en la que viven sus padres». Así de contundente refleja José Vidal la realidad de los menores a los que atiende. Aunque no todos consiguen buenos resultados, son muchos los que han logrado superar la barrera. Vidal añade con orgullo: «estoy convencido de que podemos hacerlo mejor, pero lo que nos empuja a seguir es ver que los chavales van superando la educación obligatoria y que después acaban bachiller, consiguen un titulo de formación profesional o superior y ese siempre será su propio logro».

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