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JUAN SANCHIS
VALENCIA.
Lunes, 18 de diciembre 2017, 00:49
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El trasvase Júcar-Vinalopó se aprobó a principios de siglo con la idea de llevar agua del Júcar al Vinalopó para cubrir la demanda de la población y los regadíos de estas comarcas alicantinas, que se encuentran entre las que sufren un mayor déficit hídrico en la Comunitat. Quince años después de que el entonces presidente del Gobierno José María Aznar pusiera la primera piedra de la conducción en 2002, la obra, pese a estar concluida desde hace un lustro, continúa prácticamente sin uso.
Hasta el momento las tuberías únicamente se han utilizado para transportar 29,1 hectómetros cúbicos de agua. Ahora bien, según se planteaba en el diseño original de la transferencia, en este periodo se tendría que haber trasvasado 400 hectómetros cúbicos.
De esta forma, sólo ha llegado al Vinalopó el 7,2% del agua inicialmente prevista. La cantidad todavía sería más irrisoria si se descontaran los 4,3 hectómetros cúbicos trasvasados en el año hidrológico 2012-2013. Una grieta en la presa de San Diego, en su primer llenado después de que su construcción hubiera supuesto una inversión de 40 millones de euros, obligó a realizar la transferencia de emergencia, ya que tuvo que ser vaciada urgentemente para evitar que se perdieran los recursos almacenados.
Las obras del trasvase fueron inauguradas oficialmente en el verano de 2014 por el entonces presidente de la Generalitat Alberto Fabra. Durante estos primeros tres años de funcionamiento se han trasvasado 21,4 hectómetros cúbicos: 5,2 en el año hidrológico 2014-2015; 7,5, en el 2015-2016 y 8,7, en el 2016-2017. Hasta el momento no hay nuevas transferencias previstas.
A estas cantidades hay que sumar los 3,4 hectómetros cúbicos que se trasvasaron en el año hidrológico 2013-2014 para sumar los 29,1 que se han transferido en los cinco ciclos hídricos en los que el trasvase ha estado operativo.
El coste de la conducción, que discurre por 92 kilómetros de trazado y tiene que salvar una diferencia de altura de casi 900 metros, rondó los 400 millones de euros. De esta forma, cada hectómetro cúbico de agua trasvasada hasta el momento ha tenido un coste superior a los 13,7 millones de euros.
Más de cinco años después de que las obras estén operativas todavía no existe un convenio entre los regantes y el Ministerio de Medio Ambiente para establecer una regulación estable del trasvase y por lo tanto la infraestructura se encuentra paralizada salvo actuaciones puntuales.
El documento fijará el reglamento para el uso de la transferencia y establecerá, entre otros aspectos, el precio que los regantes tienen que pagar por el agua y la amortización de las obras. Este es uno de los puntos más delicados ante el incremento de costes que puede suponer para los agricultores.
La firma del convenio, además, se ha visto dificultada por el cambio en la toma del trasvase. En un primer momento, esta se situaba en la cabecera del río Júcar (Cortes de Pallás). La decisión del Gobierno de Rodríguez Zapatero de trasladarla a la desembocadura (Azud de la Marquesa) abrió una crisis que todavía no se ha zanjado.
Los regantes alegan que el agua que llega desde Cullera no tiene la suficiente calidad para el regadío y mucho menos para el consumo humano. Hay que tener en cuenta que de los 80 hectómetros cúbicos anuales previstos, unos 30 se iban a dedicar a lo que se llama agua de boca. Como consecuencia se ha tenido que construir una potabilizadora en Villena para dotar de calidad suficiente al agua.
Otro de los puntos que dificulta la firma del convenio son los gastos de amortización de la obra. Los usuarios del trasvase tendrán que hacer frente al pago de unos 250 millones que ha supuesto el coste de la infraestructura (descontadas las subvenciones de la Unión Europea).
Los regantes alicantinos están pagando a 0,16 euros el metro cúbico de agua. La pretensión inicial del Ministerio era elevar el precio a los 0,30 céntimos, una cantidad que los futuros usuarios consideran muy difícil de asumir.
El actual episodio de sequía ha puesto de relieve la necesidad de que el trasvase se ponga en marcha, ya que el agua del Júcar podría utilizarse para satisfacer las necesidades de otras comarcas alicantinas como l'Alacantí y la Marina Baixa.
El presidente de la Junta Central de Usuarios del Trasvase Júcar-Vinalopó, Andrés Martínez, señaló que para los agricultores de la comarca este año ha sido «uno más» ante la falta de recursos hídricos que sufre el Vinalopó desde hace años. «Lo que están sufriendo otros ahora, nosotros lo venimos padeciendo desde hace tiempo. Nuestra sequía es estructural y sólo se puede solucionar con la llegada de agua desde otras cuencas», explicó Martínez quien resaltó para evitar que se siga castigando a los acuíferos «es necesario que se ponga en marcha el trasvase desde el Júcar».
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