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Coches aparcados en el Camino Viejo del Cabanyal, una de las zonas que cerrará por la noche y los fines de semana.

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Coches aparcados en el Camino Viejo del Cabanyal, una de las zonas que cerrará por la noche y los fines de semana.

La valla de Tarongers contra el botellón eliminará cientos de plazas de parking por la noche

La Universitat invertirá más de cuatro millones en cerrar el perímetro del campus, restringiendo el uso de las vías interiores fuera del horario lectivo

j. batista

Jueves, 1 de enero 1970

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La Universitat de València acaba de sacar a concurso las obras para vallar el campus de Tarongers por un importe que supera los 4,6 millones de euros incluyendo el IVA. La medida estaba prevista desde 2011, a raíz de los graves problemas que generaba el botellón en la zona, aunque no fue hasta hace un año cuando el Ayuntamiento de Valencia aprobó la modificación urbanística para permitir la intervención al afectar a viales de uso público.

De hecho, buena parte de las calles que conectan las facultades y servicios permanecerán cerrados de noche y en fin de semana, cuando no haya actividad. La valla no causará complicaciones al tráfico pero sí implicará perder centenares de plazas de aparcamiento fuera del horario lectivo, muchas de ellas en zonas utilizadas por parte de vecinos de las inmediaciones o por usuarios de los locales de ocio nocturno próximos.

Sucede por ejemplo con los residentes en Ramón Llull que dejan sus vehículos en los viales del campus (calle Bernat Fenollar), con los de la zona de la calle Serpis que recurren al Camino Viejo del Cabanyal e incluso con los de la calle Campilllo de Altobuey y sus inmediaciones, que en ocasiones aprovechan el parking abierto que linda por el norte con la avenida de los Naranjos, zona también frecuentada por usuarios del polideportivo contiguo.

Las calles Albalat dels Tarongers –paralela a los Naranjos y que atraviesa horizontalmente el campus– y parte de Professor Ernest Lluch también quedarán dentro del perímetro, aunque la primera acoge sólo tráfico rodado autorizado, sin aparcamientos, y la segunda no suele estar muy ocupada si no hay actividad universitaria, salvo que las instalaciones deportivas de la institución acojan algún evento.

La memoria del proyecto licitado deja claro que «la propuesta de vallado perimetral implica el cierre al tráfico en horario no universitario (nocturno y fines de semana) de los tramos de los viales grafiados en los planos», en los que se aprecia perfectamente el recorrido que tendrá el cerramiento. Habrá que ver qué solución idea la Universitat para los días no lectivos en los que sí hay movimiento, por ejemplo, cuando el campus acoge oposiciones. Lo lógico es que en esos casos se abran los accesos para facilitar la movilidad.

Las obras implican más afecciones. Se trasladará una de las paradas de Valenbisi que queda en pleno paso de la valla y se trasplantarán decenas de árboles. También afectarán a un ramal de acequia o la ubicación de carteles publicitarios, y dentro del área de influencia del campus quedarán los huertos urbanos que recaen a Ramón Llull. Su cercado actual, somieres típicos de terrenos agrícolas, será sustituido por un cerramiento de malla, la clásica verja.

Otro punto caliente es la llamada plaza Parque Central, de titularidad municipal, pues queda dentro del perímetro, exactamente entre las calles Albalat del Tarongers y Camino Viejo del Cabanyal. Incluye una cancha deportiva, una zona de ejercicios y espacios verdes visiblemente descuidados. El proyecto da a entender que también será inaccesible en horario extralectivo.

Para dar una imagen de uniformidad el cerramiento será similar al que ahora rodea la manzana de la Facultad de Magisterio, sustituyendo incluso elementos actuales de otro tipo. Además, se crearán una treintena de accesos, entre peatonales, de tráfico y mixtos. En definitiva, cambiará su configuración inicial, pues dejará de ser un campus abierto y permeable con la ciudad. O dicho de otra forma, será de características similares al de la Politècnica. Es llamativa la justificación de la actuación que se da en el proyecto, donde además de frenar el botellón y evitar el vandalismo se habla de «aislar el campus para evitar que fuera del horario docente se convierta en un espacio urbano marginal con el consecuente quebranto del espacio público y pérdida de seguridad».

En cuanto a los plazos, una vez resuelta la parte administrativa de la licitación (las ofertas se terminarán de valorar a finales de año y la adjudicación se formalizará a principios de 2019), la empresa responsable tendrá once meses para ejecutar los trabajos, que serán simultáneos en la mayor parte del campus. Exactamente se han dividido en tres zonas. En la primera, correspondiente al parking libre que recae a la calle Clariano y a la manzana de la Facultad de Magisterio, las únicas actuaciones que se contemplan son la reposición de elementos deteriorados, pues ya existe un perímetro casi completo. La segunda zona es la más compleja, pues abarca la mayor parte de las instalaciones entre la avenida de los Naranjos y la calle Serpis, y por tanto, será la que más intervenciones sufrirá. La zona tres se limita al aparcamiento libre que linda con la avenida y la calle Campillo de Altobuey. Las obras en las dos primeras áreas serán simultáneas, mientras que en la última se iniciarán a falta de tres meses para la finalización del plazo.

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