Casas de la dana en el limbo casi ocho meses después
Algunos vecinos no pueden volver a su vivienda al no obtener los permisos de su ayuntamiento o seguir sin noticias del Consorcio
La provincia de Valencia vivió hace casi ocho meses la mayor tragedia del siglo. La dana del 29 de octubre de 2024 se llevó la vida de 228 personas y los daños materiales parecían casi incalculables. Las administraciones aseguraron que trabajarían de la manera más eficiente posible para recuperar lo antes posible la vida de sus ciudadanos. Sin embargo, algunos afectados continúan con sus casa en el limbo.
Vecinos, por ejemplo, de la calle número 7 de la urbanización de Omet, junto al barranco de Picassent. Este vecindario fue el único del municipio afectado de manera directa por la riada, y sin embargo sus residentes sienten que el consistorio no ha hecho nada por ellos. La barrancada arrancó la calzada que daba acceso a las viviendas de esta calle. Esto obliga al Ayuntamiento de Picassent a trabajar junto con la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) el proyecto de remodelación de la vía. Mientras tanto, los vecinos tienen prohibido volver a sus casas.
Del mismo modo, los vecinos de la calle Almassereta de Picanya han visto como su ayuntamiento ha suspendido todas las licencias de obra de su calle, junto al barranco. Desde el consistorio apuntan que hasta que no se les garantice que no sea necesario ampliar el barranco, no van a permitir trabajos en la vía colindante al Poyo.
Además, a veces la causa de que un vecino siga sin poder volver a su casa casi ocho meses después, sencillamente se debe a la falta de presupuesto para hacerlo. Si el Consorcio de Compensación de Seguros (CCS) no paga la indemnización que necesitan los vecinos, como en Aldaia, los residentes siguen, después de tanto tiempo, en busca de cobijo con familiares o amigos mientras su hogar se mantiene inhabitable.
«Hemos pagado la luz siete meses sin vivir aquí y con el contador arrasado»
Como si hubiera ocurrido ayer. El paraje de la calle número 7 de Omet, en Picassent, es desolador. El agua, encauzada por el barranco de Picassent, actuó con tanta fuerza que destrozó y arrancó de cuajo la calzada que daba acceso a esta vía de viviendas. A los pocos días del trágico suceso, el Ayuntamiento de Picassent precintó las viviendas al no existir ningún acceso seguro a las mismas. Los vecinos debían buscar donde vivir mientras se acometían los arreglos. Al estar junto al barranco, el proyecto debe contar con la autorización de la CHJ.
«El Ayuntamiento se escuda en que la CHJ debe autorizar el proyecto, pero la realidad es que la entidad lleva desde noviembre poniendo todas las facilidades», comentan los vecinos. El consistorio ha insistido que se sigue estudiando el proyecto, pero mientras tanto los vecinos siguen sin poder volver a sus casas: «Ahora nos dicen que acaban de presentar la memoria, y después de que el ayuntamiento presentara un anteproyecto barato que la CHJ les echó para atrás. Ahora estamos a la espera de ese 'OK' por parte de la Confederación».
Mientras tanto, los vecinos no pueden acometer los trabajos para recuperar sus viviendas. Con la humedad, los falsos techos se han hundido y la sensación de abandono es evidente. Hasta la vegetación en la calzada ha crecido tanto que ya ni se ve la carretera. «Dime cómo tratas de limpiar tu casa si ni siquiera tenemos luz», comentan desesperados.
Y es que, tanto los contadores de luz como de agua llevan arrasados desde el día de la riada. «Hemos pagado la luz siete meses sin vivir aquí y con el contador arrasado. El agua también la siguen cobrando», lamentan. «Yo lo que quiero saber es, la gente a la que le dieron un piso mientras espera, ¿dónde la van a meter? visto lo visto de aquí a un año esta calle no va a estar arreglada», se desesperan sus vecinos. Mientras, ven como la recuperación parece avanzar en toda la provincia, menos en su calle.
«Yo quiero quedarme a vivir aquí, esta casa es mi vida, la de mis padres y mis hijos»

Los vecinos de la calle Almassereta, junto al barranco de Poyo en Picanya, tienen suspendida la licencia para acometer obras en sus viviendas. Según explicó el propio ayuntamiento de la localidad, la medida pretende ayudar a ganar tiempo mientras se toman decisiones acerca de posibles obras en el propio barranco, así como se estudia el reordenamiento urbano de la localidad. Sin embargo, los vecinos de Almassereta tienen otra percepción. «Desde que pasó la dana, el Ayuntamiento quiere arrasar la calle y se acabó el problema», lamentan familiares de Elena Moreno, una mujer cuya casa lleva más de 100 años en esta localización. La mujer, junto a sus hijos, se encuentra desesperada con la situación. «Yo quiero quedarme a vivir aquí, esta casa es mi vida, la de mis padres y mis hijos», trata de expresar mientras le caen las lágrimas. «Si me acaban echando, pues habrá que irse, pero no hay derecho, No nos explican nada, suspenden las licencias y no nos dicen qué van a hacer», lamenta.
«Los primeros días los técnicos del Ayuntamiento vinieron a pedirnos que firmáramos la autorización para derribar. Por supuesto, nos negamos. A nosotros nadie nos ha comunicado qué es lo que quieren hacer. Por algún motivo, a ellos les conviene arrasar la calle», comentan los familiares de Elena. Mientras tanto, la mujer vive con su hija, cuando en un par de semanas se cumplirán ocho meses desde que Elena se resguardara en el piso de arriba de la riada y le obligaran a marcharse. Sin embargo, sus hijos y otros familiares se niegan a dejar la casa como está. «Los hermanos nos metimos a sacar el barro de la casa y a recuperar el hogar de nuestra madre», comentan. Respecto a que no otorguen licencias, los hijos lo tienen claro. «Nosotros no tenemos ni licencias ni permisos porque nunca las sacamos. Al igual que ni la Generalitat ni el Ayuntamiento son responsables de que me entraran tres metros de agua en casa, con lo cual los trabajos que yo haga dentro de mi casa no tengo que pedir permiso por nada» sentencian, aunque parece que hable la rabia por ellos.
«Imagina llevar ocho meses viviendo de prestado, sin poder volver a casa»

«Imagina llevar ocho meses viviendo de prestado, sin poder volver a tu hogar y con el trauma de aquella noche que jamás olvidarás». Carmen Isidro, vecina de Aldaia, trata de explicar cómo se siente al llevar casi ocho meses sin poder volver a su casa. Esta vez no son ni los permisos, ni la CHJ. El Consorcio de Compensación de Seguros (CCS) sigue sin pagar la indemnización a la vecina tras los destrozos sufridos. «Vinieron apenas 20 días después de la riada. Desde entonces no he vuelto a saber nada. Yo llamo de vez en cuando y me confirman que tienen el expediente en trámite, pero no te explican nada más. Entiendo que su volumen de trabajo es muy alto. Pero han pasado ocho meses ya, no hay derecho», lamenta Carmen.
La mujer reconoce que el nivel de daños es tal, que es «imposible» hacer frente a la reforma -o mejor dicho, reconstrucción- de su casa: «Sólo he recibido la ayuda de la Generalitat y la de Amancio Ortega. Las ayudas del Gobierno no sé si son verdad o mentira, porque no conozco a nadie que las haya cobrado todavía». Además, la vecina asegura que su ayuntamiento «no nos hace caso. Salen mucho en la prensa empeñados en el desvío del barranco y no prestan atención a sus vecinos que siguen sin casa».
Según explica Carmen, ella y su marido viven en casa de una pareja de jóvenes, vecinos suyos desde hace un par de años. «Vieron la situación en la que estábamos y nos acogieron. Yo creo que ya deberíamos de tener ya alguna solución. Mi casa tiene dos pisos y se inundó el primero. Pensamos en quedarnos a vivir en el piso de arriba, pero como la planta baja está apuntalada no nos lo permiten», se resigna a contar la mujer. Carmen y su marido han intentado agilizar su vuelta a casa cuanto antes, pero su economía no les permite afrontar las obras de ninguna de las maneras. «Esta situación es una pesadilla. Te sientes abandonada. Es imposible afrontar la obra sin la ayuda del Estado», repite Carmen, cuya rabia refleja lo duro que es no poder volver a casa.
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