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Ribarroja. Una carpa como las que se usan en Fallas, con sillas, retretes y espacios marcados, protege del sol. irene marsilla
La calle es la sala de espera

La calle es la sala de espera

La nueva normalidad. Ya no se accede a la consulta del médico de cabecera aguardando en el ambulatorio. Los pacientes se quedan en la vía pública, a veces bajo toldos e incluso carpas

F. RICÓS

Jueves, 9 de julio 2020, 01:14

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Las medidas de prevención que se están adoptando en los ambulatorios para evitar rebrotes de Covid-19 desde sus instalaciones pasan por minimizar la estancia en las salas de espera o simplemente trasladarlas a la calle. Es la nueva normalidad que disgusta a los usuarios, aunque la aceptan a regañadientes.

Antes del pasado 14 de marzo, cuando se proclamó el estado de alarma por la pandemia, era habitual acudir a un ambulatorio y encontrarte con salas de espera abarrotadas. Ahora ya no. La calle es la sala de espera y algunas poblaciones, como Albal, Aldaya, Alzira y Ribarroja, sus ayuntamientos han querido dulcificar el plantón hasta que llegue el turno a los usuarios.

El centro de salud de Albal se encuentra situado en una calle peatonal, Regne de Valencia. Y allí los vecinos forman una fila, con una distancia más que segura, esperan a que salga una enfermera o un auxiliar para realizar el triaje si no acuden con la cita concertada telefónicamente, o bien para llamarles y darles acceso a la consulta. En el primer caso, si hay dudas en si la atención debe de ser telefónica o presencial, es el médico el que sale para decidir si el paciente entra a la consulta o se le llama, aseguraron desde el área de coordinación de ese centro de salud.

El Ayuntamiento de esta localidad de l'Horta Sud decidió colocar un toldo de franjas verdes y blancas para tratar de evitar que el sol del mediodía alcance de pleno a los vecinos que están en cola. El horario de atención al paciente es de 8 a 15 horas. Y una situación similar a la de Albal es la que se vive en Aldaya y en el centro de salud de Alzira, donde lo que se ha colocado a la entrada es una carpa para proteger del sol a los usuarios que están esperando el turno.

Un caso especial es el de Ribarroja. Allí no parecen haber reparado en gastos. A las puertas del ambulatorio hay instalada directamente una carpa como las que utilizan las comisiones falleras en la fiesta grande de Valencia. Dispone de una zona de espera para las visitas al médico, otra para enfermería y una tercera para pediatría. Todas ellas marcadas con distintos colores. En medio, un par de dispensadores de gel. Y a la derecha, tres aseos portátiles. En los laterales se ha dispuesto una docena de sillas de plástico. La enfermera o la auxiliar toma la temperatura a algunos pacientes antes de hacerles pasar.

A Fina no le gusta tener que esperar en la carpa. «No me siento cómoda esperando aquí, 'gens ni micoteta', afirma la señora. «Pero de la manera que está la cosa, pues se comprende. No quieren contagiarse, es normal», asegura en referencia a los sanitarios.

«Todas las medidas son pocas, pero nos tratan como si fuéramos de otro país», cuenta Antonio Ramos sobre la instalación de la carpa. «Ahora me parece bien, porque hace calor, pero cuando llegue el invierno, esperar aquí fuera será una pesadilla», matiza.

Enrique Folgado llega al ambulatorio y se encamina a la puerta, donde una cinta corredera le impide el paso si no la rodea. «A mí me parece bien porque si no, dentro se amontona todo el personal», reflexiona recordando lo que sucedía en cualquier ambulatorio antes de la pandemia.

«Entiendo que esperar fuera a que te llamen es la mejor medida que se puede adoptar en las actuales circunstancias», dice Carla Puente.

Menos contentos se encuentran en otros centros de salud en los que los usuarios no disponen de ningún tipo de protección contra el astro rey. El de Padre Jofre, en Valencia, está situado junto a un parque pero los árboles no están precisamente cerca de la puerta y el sol da de pleno en la fachada durante toda la mañana. Dolores es usuaria de este centro de salud porque a él pertenecen sus padres y ella les tramita las citas en su médico de cabecera. «Tienes que acudir sí o sí. Estuve llamando 15 días para pedir cita y al final fui. La explicación que me dieron es que tienen el teléfono descolgado. Y esperar en esa puerta, con la solana que cae...», comenta.

En el de la plaza de Segovia la amplia acera también se ha convertido en la sala de espera. Una valla amarilla impide el paso a los pacientes. La ventaja que tienen es que el propio edificio del centro de salud da sombra. «Si vienes con cita al mediodía o un poco más tarde, tienes que pegarte a la pared porque si no te achicharras», cuenta Paco Rodríguez.

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