Borrar
Salva y Susanna, a su llegada al altar de San Juan del Hospital, el día de su boda LP
Una boda a prueba de coronavirus

Una boda a prueba de coronavirus

Una pareja contrae matrimonio en Valencia, en plena crisis sanitaria, con sólo un sacerdote y dos testigos, y emite la ceremonia por internet para que sus invitados puedan seguirla

Marta Hortelano

Valencia

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Jueves, 2 de abril 2020

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El amor todo lo puede. Que se lo digan si no a Salva y a Susanna, una pareja de recién casados, que decidió modificar sus planes iniciales de celebración de su boda en Valencia, obligados por las restricciones que el coronavirus ha traído a nuestra vida cotidiana. Sin embargo, lejos de suspender el enlace, decidieron contraer matrimonio unos días antes de la fecha fijada, en una iglesia distinta y con los servicios mínimos necesarios: ellos mismos, el sacerdote y dos testigos.Su historia con final feliz es una verdadera declaración de intenciones de lo que para esta pareja supondrá el inicio de su viaje juntos.

Salva, valenciano, y Susanna, de Girona, se conocieron hace dos años y medio en una visita de ella a la capital del Turia, de la que se confiesa una enamorada. A través de amigos comunes iniciaron una relación en la distancia que los ha tenido viviendo en sus respectivas ciudades hasta el pasado día de San José, el 19 de marzo, que culminó en boda. Pero hasta llegar al altar de la Iglesia de San Juan del Hospital han vivido una aventura llena de imprevistos por los efectos de la crisis sanitaria del Covid-19. A finales de septiembre eligieron el 21 de marzo y la Iglesia de Dominicos, en Valencia, para celebrar su enlace. Tenían todo preparado para ese gran día, como cualquier pareja de novios: flores, el catering de la comida, los vestidos de ambos, la música, la llegada de sus 130 invitados. Hasta aquí, todo normal. Susanna, arquitecta de profesión, vino a Valencia una semana antes de la fecha oficial de la boda para hacer la última prueba de su vestido de novia y pasar el último fin de semana de soltera. La preocupación por el aumento de casos ya había surgido entre sus invitados días antes, algunos de ellos sanitarios, que ya habían comenzado a mostrar algunos problemas para poder acudir a la ceremonia. «Si no nos casábamos con 130, nos casaríamos con 100, con 80 o con los que pudieran venir. Avisamos al catering y lo entendieron». Sin embargo, el decreto de alarma puso fin a los planes iniciales. Con la libertad de movimientos restringida, los restaurantes cerrados y la mayoría de iglesias inoperativas, la pareja tuvo que tomar una rápida decisión porque Susanna no residía en Valencia y si se volvía a Girona no iba a poder acudir a su propia ceremonia, en la capital del Turia, ni iban a poder verse en el tiempo que durara el decreto.

«Se puso todo negro, pero querer salir adelante y casarnos nos dio paz. Al fin y al cabo, lo importante para nosotros era el matrimonio y para eso sólo nos hacían falta dos testigos, un sacerdote y nosotros mismos», relatan a LAS PROVINCIAS. Así que no lo dudaron y decidieron seguir adelante con su enlace, aunque en distintas condiciones.

Un momento de la retransmisión de la boda para los invitados
Un momento de la retransmisión de la boda para los invitados LP

El padre Don Pascual Arellano, el mismo que los iba a casar en Dominicos, les ofreció una nueva fecha, dos días antes de la que tenían cerradas y una iglesia diferente que aún permanecía abierta, San Juan del Hospital. Ambos dieron el paso y buscaron a sus dos testigos: la hermana de Salva y su cuñado. Susanna, que sólo había traído la ropa con la que iba a pasar el fin de semana, pidió a su familia que le enviara un par de vestidos a Valencia y dejó su traje de novia acabado para otra ocasión. Así que no lo pensaron y se casaron en la intimidad, el 19 de marzo. A pesar de que en el templo sólo había cuatro personas más, aparte de ellos, no se sintieron solos en ningún momento gracias a la iniciativa de otro sacerdote, Jesús, hermano de uno de los invitados, que les ofreció emitir la ceremonia en directo para que los familiares y amigos invitados pudieran seguirla desde sus casas. «Nos pareció una buena idea y nuestros allegados pudieron seguir la ceremonia desde sus ordenadores y teléfonos. El invitado que nos vio casarnos a más distancia fue mi sobrino, que vive en Cracovia», cuenta Salva. «Fue un regalo poder sentir cerca a nuestros familiares», relatan. De hecho, les hicieron llegar numerosos mensajes de cariño durante todo el acto.

Con las medidas del decreto de alarma, cada uno tuvo que llegar a la iglesia en su propio coche, porque estaba prohibido ir más de una persona por vehículo. Sus invitados necesitaron de un justificante emitido por la propia parroquia para poder acudir como testigos. Y Susanna, que tenía la posibilidad de haber recogido su ramo de novia para ese día prefirió no hacerlo para no hacer correr riesgos a nadie. Pero sí tuvo flores. «Al llegar a la iglesia vi que la Virgen tenía muchas flores y le cogí algunas prestadas. Ella no me lo iba a negar y cuando hagamos la nueva ceremonia volveré a darle mi ramo de novia», explica desde su casa. Una vez finalizada la boda, volvieron a marcharse en coches separados, pero ya marido y mujer. Con el convite suspendido, acudieron a comer a casa de los padres de él para, además, poder atenderlos.

Con la luna de miel a Sicilia suspendida, pasan sus primeros días de casados confinados en casa, donde han comenzado a vivir juntos por primera vez. «La luna de miel es vivir juntos. Ya haremos el viaje cuando todo esto pase», aseguran ambos en una conversación telefónica. «Las cosas han venido así y las hemos vivido con paz, porque para nosotros lo más importante era casarnos y ya lo hemos podido hacer».

Salva y Susanna, ya convertidos en marido y mujer
Salva y Susanna, ya convertidos en marido y mujer LP

Pero su nueva vida juntos no ha hecho más que empezar. Cuando todo esto pase retomarán sus planes de celebración, pero ya casados. Así que tienen pensado realizar una misa de Acción de gracias, vestirse de novios, con ramo incluido, entrar juntos a la iglesia , celebrar el banquete y poner rumbo a su viaje de novios. «La boda ha sido una aventura, pero la vivimos con emoción y paz y ahora la recordamos como algo sorprendente, imprevisto, nada negativo», dice Salva. Y es que como ellos mismos aseguran, «pocas parejas podrán celebrar su aniversario el día de San José». Y es que hasta eso, para ellos, ha sido un regalo.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios