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ANA CORTÉS
Sábado, 24 de agosto 2019, 00:23
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El trayecto Valencia-Barcelona de Carlos Llobet duraba en teoría tres horas, pero su odisea en el Euromed se prolongó ayer el doble. Desde las tres de la tarde hasta casi las cinco su tren estuvo parado «sin qué nadie explicase que ocurría». Cuando arrancó de nuevo, la megafonía les informó de que «la hora de llegada a Barcelona no podía ser confirmada». Al igual que gran parte de los viajeros, descendió del convoy para buscar un transporte alternativo. Como supo más tarde, la infraestructura entre la Comunitat y Cataluña sufrió dos averías eléctricas, una en Tarragona y otra en la terminal de Sants. La incertidumbre se apoderó de los pasajeros del servicio durante la jornada, cuya mañana fue especialmente caótica. La línea ferroviaria que une ambas comunidades sufrió demoras de unos cincuenta minutos de media, indicaron fuentes de Renfe, pero casos puntuales se retrasaron hasta las tres horas.
El fallo de mayor envergadura ocurrió en Barcelona, se originó a las cinco de la madrugada y fue resuelto a las 16 horas; el segundo, en Tarragona, duró desde las 8.30 hasta la 13.20. El efecto en Barcelona retrasó la entrada y salida de la terminal de todos los trenes, lo que desencadenó un dilatado atasco. Los incidentes generaron paros y demoras de una hora de media en las rutas de la linea ya mencionada. También en el sistema catalán de corta y media distancia, que se saldó con más de 100.000 usuarios afectados. Según fuentes de Renfe, el tránsito se retomó con orden cuando se solucionaron los fallos, aunque con retrasos puntuales y derivados de los incidentes previos. Aún así, bien entrada la tarde todos los trenes que salían de Sants lo hacían con un retraso de cuarenta minutos.
La segunda avería interrumpió el tráfico entre las estaciones de L'Hospitalet de l'Infant y L'Ametlla de Mar (Tarragona). Cinco trenes con origen o destino en la Comunitat se vieron afectados, en concreto, fueron dos Talgo y tres Euromed. Renfe activó un plan de transporte para los cerca de 800 pasajeros afectados. Estos hicieron transbordo en autobús hasta la zona donde la circulación estaba normalizada. Consecuentemente, los convoyes de la tarde también sufrieron los retrasos acumulados de esta demora y del atasco en Sants.
El tren de Carlos Llobet partió desde Joaquín Sorolla a las once de la mañana y quince minutos más tarde de lo previsto. Debería haber llegado a las dos, pero a las cinco todavía el convoy volvía a ponerse en marcha tras casi dos horas parado. «Llegamos a una estación sin servicio en Sitges y mucha se gente se bajó en busca de un taxi», narra el valenciano, «llevábamos tres horas de retraso y nadie nos decía nada». Poco después de remontar la marcha, el tren se volvió a parar en Castelldefels y recibieron «la primera información por parte de la tripulación», la que no podía asegurar «cuánto que les costaría alcanzar la capital catalana». Recogió sus cosas y descendió del vagón. «Tras seis horas en el tren, Renfe no dio ni agua», comenta indignado Llobet. En la pequeña estación, decenas de pasajeros esperaban sin éxito otros vehículos. Los afectados pueden pedir el reembolso del billete en un plazo de tres meses, y será total o parcial según las circunstancias. Para Llobet, «el dinero no importa. Mi tiempo, sí».
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