Cuarenta madres acusan a una médico de vacunar a sus hijos con suero
La juez procesó a la pediatra, que trabaja en centros de salud y hospitales, por estafa y delitos contra la salud pública y falsedad
LAS PROVINCIAS
Viernes, 26 de junio 2015, 20:28
Una médico pediatra, E. A. G., se enfrenta a la acusación de casi 40 madres que aseguran que vacunó a sus hijos cuando, en realidad, sólo les inyectó suero u otras sustancias inocuas sin ninguna relación con el compuesto farmacológico. Engañó a los progenitores para percibir diferentes cantidades de dinero, entre 50 y 80 euros por la supuesta dosis para prevenir enfermedades.
Las pesquisas judiciales están prácticamente concluidas a la espera de que se aporte más documentación solicitada por la fiscalía. De hecho, la juez de Carlet que investigó el asunto, ya dictó el auto de incoación de procedimiento abreviado, una resolución que pone fin a la instrucción y que equivale al procesamiento de otro tipo de procedimientos. El auto considera que existen "indicios racionales de criminalidad" en la actuación de la profesional sanitaria entre los años 2007 y 2012.
La médico ejercía en los centros de salud de Carlet y Benimodo, dependientes de la Conselleria de Sanidad, y también en el hospital de la Ribera, un modelo mixto de gestión privada en instalaciones públicas. También disponía de una clínica en pleno centro de Valencia. La juez considera que administró a numerosos pacientes, muchos de ellos menores de edad, falsas vacunas que cobraba directamente en efectivo. En algunos casos -en otros no- anotaba estas dosis en las cartillas de salud infantil pese a que las inyecciones no quedaban inscritas en los registros de los centros de salud. La resolución recoge que los hechos pueden ser constitutivos de delitos de estafa, contra la salud pública y falsedad documental.
El ministerio público todavía no ha calificado los hechos porque solicitó la práctica de diligencias complementarias. Sí lo ha hecho una de las acusaciones particulares, representada por el despacho de Manolo Mata y que agrupa a 38 mujeres.
Las denunciantes sostienen que la facultativa les hizo creer que los menores necesitaban urgentemente determinadas vacunas, algunas de las cuales no recoge el calendario oficial de Sanidad. Añaden, además, que les aconsejaba que recurrieran a ella porque obtenía los fármacos a un precio inferior al del mercado al adquirirlas directamente en el laboratorio. Sin embargo, luego administraba suero fisiológico u otras sustancias inocuas.
La acusación mantiene que, en ocasiones, utilizaba la misma jeringuilla para pinchar a varios pacientes lo que incrementaba el riesgo de transmisión de una enfermedad. De esta forma, trataba de ocultar a las autoridades un uso excesivo de material que hubiera despertado las sospechas de sus superiores.
Entre paciente y médico se suele establecer una relación de estrecha confianza. Más todavía en el caso de algunas denunciantes cuyos hijos acudían frecuentemente a la pediatra porque eran especialmente sensibles a determinadas enfermedades. De ahí que el vínculo entre las familias y la médico se acrecentara. Así, la pediatra no dudaba en desplazarse incluso a sus domicilios. Por ejemplo, supuestamente llegó a administrar vacunas como Rotatec, Prevenal 13, VHC y Neumococos. Cobraba entre 50 y 80 euros más aparte otros 50 por cada visita.
La pediatra trataba de no despertar sospechas en los centros en los que trabajaba. Por eso, según las afectadas, siempre las citaba cuando no estaban las enfermeras o las llevaba a salas que se encontraban vacías. No sólo los menores fueron presuntamente estafados. También obtuvo dinero de la administración de dosis a las madres. Por ejemplo, varias progenitoras fueron vacunadas contra el papiloma cuando esta sólo cumple su función preventiva al cien por cien en jóvenes que no han tenido relaciones sexuales.
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