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Marcelino hace un gesto en un partido con el Villarreal en Elche. :: AFP PHOTO/J. JORDáN
El Valencia CF y Marcelino ultiman el acuerdo

El Valencia CF y Marcelino ultiman el acuerdo

Al asturiano le gusta ser partícipe de los fichajes que vaya a hacer en este caso Alesanco, forzado a acometer una profunda remodelación del vestuario

JUAN CARLOS VALLDECABRES

Miércoles, 10 de mayo 2017, 00:34

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valencia. Valencia y Marcelino García Toral están cada vez más cerca de darse el 'sí quiero', en lo que va a significar el tercer y definitivo intento de ambas partes por unir sus destinos. El director general, Mateo Alemany, llevaba bastantes días negociando con Eugenio Botas, representante del entrenador, y ayer dio un avance casi concluyente. Aunque el club se muestra reticente si es cuestión de horas, después de las experiencias -pasadas con Marcelino y más recientes con Quique Setién-, es más evidente que el acuerdo está a un paso de concretarse.

Y no sólo por la particularidad que envuelve al Valencia después de haber dejado poco menos que plantado a Quique Setién -al menos ayer se tuvo el detalle de anunciarle que está descartado a pesar de que era el señalado por Alesanco-; sino sobre todo porque Marcelino sabía desde el primer momento que recibió esta última llamada, que esta vez iba a subirse al tren valencianista. En 2008 fue Juan Soler el que acabó por hacer trizas el pacto y hace 8 meses se le escapó la oportunidad por temas federativos, cuando se destituyó a Pako Ayestarán. Pero su predisposición entonces y también ahora era y es total para hacerse cargo, esta vez sí, del cuarto proyecto de Peter Lim en el Valencia.

Salvo sorpresa, el club aplicará a Marcelino la misma política de años de contrato que mantuvo con los últimos entrenadores que por aquí han desfilado. Es decir, un año más otro sujeto a diferentes condiciones. Así se estableció en su momento con Pako Ayestarán y así se aplicó también en el caso de Cesare Prandelli. De hecho, Meriton fue el que marcó esos márgenes a García Pitarch, anterior director deportivo, cuando en septiembre pasado se decidió acabar con Ayestarán y buscar en Marcelino como revulsivo.

Aquella vez, el técnico asturiano y el Valencia tenían acordados ya las condiciones contractuales (no sólo en ese año más otro sino también las económicas, más bajas de lo que incluso estaba percibiendo en el Villarreal), cuestión que pueden haber servido ahora como base de trabajo para Mateo Alemany, que tuvo un cara a cara en Madrid con Eugenio Botas. Si en septiembre quien negoció con Marcelino y sobre todo con el agente fue el director deportivo, esta vez quien lleva la voz cantante en lo que a la parte del club se refiere es Alemany. El director general, dicho sea de paso, desprende la sensación de haber regresado de Singapur con más 'músculo', gracias sobre a la opción elegida para el banquillo. Aquella pretensión expresada públicamente por Alesanco de ser él quien iba a manejar el presupuesto destinado al primer equipo parece que queda algo lejos de la nueva realidad blanquinegra.

Al margen de las ganas que tiene Marcelino de dirigir un banquillo tan exigente como el del Valencia, su llegada abre un abanico de incógnitas respecto a su forma de trabajar, más allá de lo que se refiere a su meticuloso trabajo dentro del campo de entrenamiento o a la hora de diseñar por dónde prefiere que transcurran los partidos. De sobra es conocido el carácter un tanto peculiar del técnico asturiano. Sólo hay que recordar algunas de sus primeras manifestaciones nada más llegar a Vila-Real. «Soy un técnico de poco recorrido, con un carácter especial. Lo que exijo al futbolista suele pasar factura».

Y tanto que le pasó. Fernando Roig acabó por destituirlo el pasado mes de agosto después de que el asturiano se hubiera enfrentado verbalmente con Musacchio durante el descanso del trofeo Teresa Herrera contra el Deportivo. El argentino era un peso pesado dentro del vestuario y al parecer la situación que se vivía ya era de cierta tensión.

«No es un entrenador cómodo», decía ayer un dirigente, señalando precisamente la especial idiosincrasia que se vive en el seno del Valencia. Marcelino quiere participar de alguna manera en los fichajes, pretensión que no implica disputar la capacidad en este caso de José Ramón Alesanco. Pero sí le gusta tomar partido en las posibles contrataciones.

En el Valencia se va a encontrar un vestuario con poco margen de maniobra, aunque ya se sabe que por intereses financieros -hay que reducir en 40 millones de euros aproximadamente el coste de plantilla- e incluso por deportivos, a la secretaría técnica le espera un verano agitado en lo que a salidas y posibles entradas se refiere (véase Camacho y Fornals, sobre los que ahora opinaría Marcelino).

La teoría es la de siempre: la remodelación del vestuario, pero eso es algo que también se dijo el verano pasado y al final la mencionada reestructuración se quedó a mitad de camino. Esta vez, de sobra es conocido que Diego Alves está en la parrilla de salida; que casi todos los centrales están a la venta, y que Parejo y Enzo tienen mercado.

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