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La crónica del partido publicada por LAS PROVINCIAS el 15 de abril de 1947. :: lp
El Valencia fue campeón con la ayuda del Deportivo
EL TÚNEL DEL TIEMPO

El Valencia fue campeón con la ayuda del Deportivo

La derrota del Atlético en el Metropolitano y el empate del Athletic de Bilbao en Riazor adonde llegaba como líder y máximo favorito resultaron claves

PACO LLORET

Sábado, 1 de abril 2017, 00:33

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Nadie daba un duro por el Valencia. A falta de cinco partidos para el final del campeonato sus opciones de llevarse el título eran escasas. Cuatro equipos le precedían en la clasificación. Sin embargo, los valencianistas se proclamaron campeones en la última jornada gracias al pleno de triunfos logrado: cinco consecutivos, y a la combinación favorable de otros dos resultados en la jornada final. La derrota del Atlético en el Metropolitano y el empate del Athletic de Bilbao en Riazor adonde llegaba como líder y máximo favorito resultaron claves. Los coruñeses se jugaban la permanencia en la categoría. La igualada entre ambos le sirvió al Valencia que tenía ganada la diferencia de goles particular con los vascos. Al Deportivo no le valió la igualada puesto que bajó a Segunda. De esa manera, los valencianistas conquistaron la Liga 46-47, la tercera de su historia, en el ejercicio del debut de Antonio Puchades.

Las aguas del Turia bajaban muy revueltas en las vísperas del desenlace. La directiva presidida por Luis Casanova había decidido dimitir en pleno. La indignación se había apoderado del valencianismo a raíz de la sanción de dos partidos impuesta a Monzó, el capitán del equipo, como consecuencia de lo acontecido en la jornada anterior. El Valencia se había impuesto en el feudo del Real Madrid por 2-4, triunfo que le permitía llegar con aspiraciones al último encuentro. El héroe de aquel encuentro fue Vicente Morera, autor de tres goles. En el acta del choque el colegiado consignó un incidente que justificó la decisión del comité de competición comunicada por telegrama el viernes ante la incredulidad y el enfado de los rectores del club de Mestalla que no salían de su asombro. En LAS PROVINCIAS de aquellos días, el célebre cronista Sincerátor, no escatimaba críticas ni varapalos a los rectores del fútbol español y se quejaba de la discriminación permanente que sufría el Valencia, mientras otros clubs gozaban por decreto de un tratamiento privilegiado.

El encuentro que cerraba aquella Liga en Mestalla enfrentaba a los locales con el Sporting, conocido entonces como Real Gijón, y que acudía la cita sin ningún objetivo importante. Los valencianistas se concentraron en El Saler desde el jueves, tras entrenar por la mañana en el escenario del choque. Era el domingo 13 de abril de 1947 y la cita se había fijado a las cinco y cuarto de la tarde. Por delante, y a modo de aperitivo, se había programado el duelo de Tercera División entre el Mestalla y el Melilla. La temperatura ambiental fue subiendo y aunque casi nadie confiaba en que se iba a cantar el alirón, el viejo campo, cuya acequia era visible por detrás del Gol Gran, se llenó hasta la bandera para expresar la protesta por la injusticia sufrida. Cuando apareció el árbitro de la contienda, el célebre Pedro Escartín acompañado de sus auxiliares, el graderío se pobló de pañuelos blancos y una sonora bronca retumbó en el recinto. Con anterioridad se había recibido la presencia de Monzó en la tribuna y del equipo sobre el césped con una ovación atronadora. Otro de los homenajeados fue el entrenador local, Luis Casas Pasarín.

El partido apenas tuvo historia. El Valencia despachó a su rival con media docena de goles para firmar un set en blanco: 6-0. Los goles llevaron la firma de Amadeo en tres ocasiones, Morera, Igoa y Epi de penalti. Los valencianistas habían cumplido sobradamente y quedaban a expensas de conocer el resultado de los otros dos encuentros. Aún no existía el marcador simultáneo 'Dardo' que permitía conocer los resultados de los partidos que se disputaban en otros campos ni tampoco la radio había desarrollado el sistema de conexiones para conocer en directo el desarrollo de la jornada en todos sus escenarios. Mestalla hubo de esperar a una conferencia telefónica para saber cómo había acabado el partido entre el Deportivo y el Athletic, por un lado, y el derbi madrileño, por otro. Las crónicas hablan de una fuerte ovación en Mestalla cuando se anunció primero el triunfo del Real Madrid por 2-3 en el feudo del Atlético, aunque, curiosamente, esa temporada ambos conjuntos compartieron el estadio Metropolitano, puesto que los madridistas estaban remodelando Chamartín. El gol del triunfo llegó en el minuto 85, obra de Pruden, y el encuentro concluyó entre entradas alevosas y agresiones.

Quedaba por saber lo sucedido en Coruña donde Zarra había marcado los tres goles del conjunto bilbaíno en menos de media hora aunque el conjunto de Riazor, que había inaugurado el marcador en el primer minuto de juego, plantó cara y, a falta de veinte minutos para la conclusión, estableció el 3-3 final que no le valió para salvar la categoría pero que descabalgó a los leones de San Mamés del título en beneficio del Valencia. La afición que llenaba Mestalla no pudo reprimir su entusiasmo. La tarde había empezado como una jornada de reivindicación y terminaba con una fiesta inesperada. Los ecos del escándalo que había alterado quedaron neutralizados por la euforia de un alirón que llegó con suspense desde la torre de Hércules.

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