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Athletic-Valencia.

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Athletic-Valencia. EFE

El Valencia sobrevive con oficio

El estreno de Ferran y el penalti que para Neto, lo mejor de un partido sin brillo

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Miércoles, 28 de febrero 2018

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El Athletic Club recibe al Valencia CF en el partido correspondiente a la jornada 26 de la Liga, a las 19:30 horas en San Mamés.

Objetivo: pasar al Real Madrid, volver a ocupar la tercera posición y de ahí subir como la espuma. Vuelve Kondogbia al terreno de juego y al once titular tras recuperarse de una fascitis plantar. Además, Ferran Torres estrena edad y titularidad.

Once de Marcelino García Toral: Neto, Vezo, Paulista, Murillo, Gayà, Ferran, Parejo, Kondogbia, Coquelin, Vietto y Zaza.

Once del técnico del Athletic, José Ángel Ziganda: Kepa, Saborit, Iñigo Martínez, Mikel, Etxebarria, Unai, Markel Susaeta, Oscar de Marcos, Aritz Aduriz, Raúl García e Íñigo Córdoba.

Sigue el partido en directo en lasprovincias.es.

LA PREVIA

No sólo la borrasca 'Emma' amenaza la existencia del Valencia en Bilbao. Porque el cielo prevé descargar chuzos de punta y balones desde las bandas. Y se junta que defender esos centros cuesta horrores a la defensa blanquinegra y que enfrente emerge un volador insaciable. Aduriz no es el más alto, ni el más fuerte, ni el más virtuoso, pero nadie es más completo que él. Por arriba es de la escuela de Ayala o Sergio Ramos, que se las llevan todas. El exvalencianista debe tener el cerebro recubierto de imán. Que lo pasen por un detector de metales ya.

Marcelino no es de escurrir el bulto. Realmente las cifras le impedirían hacerlo, pero al menos no busca excusas. El Valencia lleva veinte goles encajados en centros al área. El técnico manifestó que cree poco en la mala suerte y que si se está produciendo este hecho, hay que admitirlo y trabajar para evitarlo. Pero llega un córner en Málaga, un marcaje flojito de Vezo y gol. Los centrales de Mestalla -presumiblemente Murillo y Paulista- ya saben que con Aduriz no pueden ser laxos. Anticipación y contundencia. Se ha entrenado en Paterna. No hay pretextos. Ya no.

El Valencia llega en racha. No de juego. Sí de resultados. Pero con el viento a favor. Debe aprovecharse, además, del ambiente enrarecido en San Mamés. Ni la clasificación para octavos de final de la Europa League ni la remontada al Málaga bastan a la afición. Quiere más. Desea que su equipo juegue bien al fútbol. Y tiene a Ziganda en su punto de mira. Esa ansiedad juega a favor del Valencia, que ansía su cuarto triunfo consecutivo para asentarse casi definitivamente en puestos de Liga de Campeones, el maná económico que necesita para sobrevivir otro año. Aunque 'La Catedral' no es un feudo propicio. En el último lustro, dos empates y tres derrotas. Es hora de cambiarlo.

El técnico valencianista barrunta cambios en el equipo. Llega una fase liguera sobrecargada y quiere liberar a los suyos. Bueno, no a todos. Parejo es insustituible. Y ahora parece que Santi Mina también, pero Marcelino es de sorprender y nadie descarta que Zaza tome el relevo para ver si consigue truncar su negativa racha goleadora. El gallego, que balón que toca, balón que entra en la red contraria, acabó exhausto el partido contra la Real Sociedad. En defensa Vezo tiene alguna opción, pero justamente el juego aéreo no es mejor virtud, por lo que Murillo y Paulista -el brasileño también acabó magullado con un golpe en el ojo- serán los centrales que se midan a Aduriz y Raúl García, uno de los futbolistas más antipáticos, a nivel deportivo, de la competición. El portugués, eso sí, podría volver al lateral por Montoya.

Y regresa Kondogbia. Superada su fascitis plantar, el francés está otra vez en la lista. Se ha notado menos su ausencia porque Coquelin es un recambio de garantías, pero Marcelino, en cuanto pueda, lo fijará en el campo. Cada vez se entiende menos que fuera elegido como el peor extranjero de la liga italiana. Igual la culpa no sólo la tuvo el jugador. Su entrenador en el Inter algo tendrá que decir visto lo visto.

En un campo rápido por la lluvia tiene que aparecer Guedes. El portugués ha perdido esa chispa con la que deslumbró al inicio de temporada. El peso de los partidos y las lesiones le han mermado, pero es un tipo diferente, único, que si tiene el día te gana un partido él solito. San Mamés es un escaparate, con un césped de esos que invitan a jugar precioso. Pero lo más precioso es ganar, adelantar al Madrid que perdió ayer ante el Espanyol y volar hacia la Champions.

Vino el Valencia a Bilbao con cierto apetito saciado por a cosecha de puntos de las tres últimas jornadas pero con ciertas dudas en cuanto a su rendimiento y con el regustillo amargo del enfado de Marcelino en el anterior partido cuando verbalizó en la falsa intimidad del banquillo su queja al ver a su gente poco menos que andando. Por eso existía ayer tarde cierto morbo por saber cómo iba a responder un Valencia ante un reto de la enjundia de San Mamés y sabiendo que los tres puntos podían devolverle la medalla de bronce. Pues bien, ni desagradó ni encandiló. Dio la cara, que ya es. En Bilbao, quien se atreve a achicarse, la paga. No es que este Athletic-Valencia significara una de esas luchas titánicas de las que unos y otros acaban con muescas de guerra ni dientes bailando de un sitio a otro, pero es suficiente con soportar la insistencia de Raúl García, por ejemplo, para saber por dónde va a transcurrir el guión.

Lo mejor de este día, con diferencia, fue el bautismo en este escenario de un chaval nacido en Foios y criado en Paterna. Que Marcelino le entregara el mismo día de su 18 cumpleaños la titularidad a Ferran se puede interpretar de varias maneras. Los habrá que vean en esta decisión un tirón de orejas al resto; los más ácidos podrán pensar que es una decisión dirigida a la galería, y es posible que vean en esta apuesta tan sólo una permuta lógica pensando en el desgaste intersemanal. En cualquier caso, la presencia de Coquelin en banda restó más capacidad de sorpresa que la del siempre inteligente Ferran. El de Foios no es rápido para el contragolpe pero sus propuestas siempre tienen lógica. El gol de Kondogbia, de hecho, fue la interpretación de esa virtud, porque en lugar de centrar el balón optó por enviarlo a la situación del francés para que éste, libre de marca, lo ajustara.

Ese gol cogió prácticamente por sorpresa a todos. No es que el Athletic hubiera hecho hasta ese momento sangre del Valencia, pero tampoco los de Marcelino se habían metido de lleno en ese cuerpo a cuerpo que siempre proponen los leones. Bastaba hasta ese momento la firmeza de los centrales y el control de los centrocampistas para mantener con dignidad el equilibrio en el juego. De Vietto y Zaza, las únicas noticias que se tenían era el haber escuchado su nombre por megafonía al principio. Eso da a entender la dificultad que tuvo el Valencia para conectar su fútbol. Marcelino optó demasiado tarde por quitar a ambos.

Parte de culpa de que el fútbol en líneas generales quedara durante la hora y media casi como un viejo recuerdo se debe a lo trabado que resultó poder maniobrar. Cuando no era un codo el que salía más de la cuenta era un empujón fruto de ese ímpetu con sello rojiblanco. Sostener las acometidas con poco sentido que planteaba el Athletic fue, incluso hasta en el descuento, el azucarillo que saciaba por así decirlo las apetencias de los valencianistas.

Que el Valencia no hizo méritos para ganar es tan justo y evidente como asegurar que tampoco mereció perder. Neto, por aquello de seguir el aprendizaje de Ochotorena en Paterna, detuvo un penalti tan inocente como claro pasada la media hora. Susaeta le ganó la espalda a Gayà y Murillo picó en la cobertura. Aduriz buscó la derecha de Neto y los guantes del brasileño mantuvieron a cero la portería. Marcelino respiraba, iluso, pensando que por fin iba a llegar ese día que el Valencia sale inmaculado de un estadio. Pero no. No se trata tampoco de una necesidad vital pero de haberlo conseguido se hubiera quitado esa tercera plaza al Madrid y eso bien merece un esfuerzo.

El problema es que cuando se llegó al descanso con ese 0-1 no era descabellado pensar que con tanto tiempo por delante, la cosa se iba a endurecer todavía más. Está este Athletic excesivamente saturado aunque su salida en tromba en la segunda mitad tuvo una rápida recompensa. El rechace que le cayó a De Marcos y que enchufó distó mucho de la plasticidad del zapatazo de Kondogbia pero fue igual de efectivo. Una lástima porque lo ideal hubiera sido imaginar que pasado ese arreón de corazón local, el Valencia hubiera puesto a los Guedes y Rodrigo y el panorama hubiera podido cambiar. Entró también Carlos Soler para tratar de darle mayor sentido al equipo.

Athletic Club

Kepa; De Marcos, Unai Núñez, Iñigo Martínez, Saborit; Susaeta (Williams, m.63) San José, Beñat, Córdoba; Raúl García (Lekue, m.77) y Aduriz

1

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1

Valencia CF

Neto; Vezo, Murillo, Gabriel Paulista, Gayà; Ferran (Guedes, m.75), Parejo, Kondogbia, Coquelin; Vietto (Rodrigo, m.70) y Zaza (Carlos Soler, m.83)

  • GOLES: 0-1, m.23: Kondogbia. 1-1, m.49: De Marcos

  • ÁRBITRO: Gil Manzano (Extremadura). Mostró tarjeta amarilla al local Córdoba (m.29), y a los visitantes Zaza (m.20), Murillo (m.68)

  • incidencias: Partido correspondiente a la vigésimo sexta jornada de LaLiga Santander disputado en San Mamés ante 34.382 espectadores, según datos oficiales. Antes del partido se guardó un minuto de silencio en memoria del legendario exjugador internacional en recuerdo a Enrique Castro 'Quini', fallecido este martes

Pero cuando Marcelino tomó estas decisiones, lo hizo tan tarde como poco eficiente. El Valencia empezó con un ataque y terminó con otro, pero sin margen suficiente para obtener el rendimiento adecuado ni para conseguir el objetivo buscado. Fueron poco a poco cayendo los minutos, el Athletic buscando la manera de meterle bocado a una defensa bien asentada; y el Valencia intentando recuperar aromas de juego cada vez más perdidos en el tiempo. Lo de principio de campeonato es agua pasada. Se ha perdido frescura mental y física. No es esta una fase excesivamente agradable para el equipo, que sigue impulsándose con algo más que mínimos pero que le siguen dando una apariencia de cierta dignidad.

Sin quitar ni un mérito a ese aspecto, no regresar de vacío de Bilbao es la mejor noticia. La lástima es pensar que con un poco más que se hubiera puesto en la balanza, posiblemente el Athletic se hubiera acabando entregando. A Ziganda el público local ya ha empezado a torcerle el morro y son situaciones que, a toro pasado y en clave valencianistas, te dejan con cierto aire de insatisfacción por aquello de alcanzar la plenitud. Marcelino tiene semanas por delante para continuar en el camino de Champions y si aún sin jugar bien se siguen sumando puntos, lo que está claro es que no habrá que padecer más de la cuenta.

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