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EL TÚNEL DEL TIEMPO

Pepe Vaello, 90 años de valencianismo

El fino estilista y el delantero rompedor representaban dos maneras opuestas de concebir el fútbol

PACO LLORET

Sábado, 14 de noviembre 2015, 01:41

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En su casa se hablaba con pasión del Valencia. Su madre era una incondicional de Eduardo Cubells; por el contrario, su padre adoraba a Montes. Aquella dualidad disparó la temperatura futbolística en Algirós y en Mestalla. El fino estilista y el delantero rompedor representaban dos maneras opuestas de concebir el fútbol que encendían el ánimo de aquellos aficionados pioneros.

En 1934 asistió a su primer partido en Mestalla. El bautismo de fuego coincidió en el tiempo con un acontecimiento sin precedentes hasta entonces: los valencianistas se clasificaban para disputar la final de la Copa de España. De la ilusión al revés que fue doble: por culpa de la edad se quedó en casa y no acompañó a su padre y a su hermano mayor que partieron en barco rumbo a Barcelona junto a centenares de entusiastas seguidores. Además el desenlace fue adverso: el Valencia cayó derrotado por la mínima en Montjuic.

En la posguerra le limpió las botas a los ases del aquel equipo inolvidable que empezó a conquistar títulos: Asensi, Juan Ramón, Mundo, Iturraspe y tantos otros ilustres referentes. La vida le llevó por otros derroteros y de un pequeño taller familiar de marroquinería surgió una pujante fábrica. Así se escribe la historia de Pepe Vaello que cumplió 90 años el pasado 6 de noviembre. Ese día, acompañado de familia y amigos, celebró su aniversario con alegría y sentido del humor, dos rasgos que definen a un hombre que ha tenido el honor de vivir desde dentro grandes momentos de la historia valencianista. Durante la celebración, recibió una llamada telefónica desde Estados Unidos, era Mario Alberto Kempes quién le felicitaba. Esa misma mañana, Rainer Bonhof hacia lo propio desde Alemania. Ambos jugadores, figuras estelares de aquel Valencia de finales de los años setenta, compartieron viajes, concentraciones y partidos con Pepe, considerado como un miembro más de la expedición, con derecho a entrar en el vestuario, sentarse en el banquillo y subir en el autobús. Ese privilegio, impensable hoy en día, se lo fue ganando poco a poco, por su constancia y discreción. José Vaello Oltra se hizo amigo de la mayoría de los futbolistas, muchos de ellos depositaron la confianza en su persona por su carácter amable y generoso, más proclive a dar que a pedir, siempre dispuesto a ayudar a quién lo necesitara.

Después de enviudar empezó a acompañar al Valencia a todos los partidos. En la presidencia estaba Francisco Ros Casares y sobre el césped destacaban Claramunt, Sol, Keita, Valdez y Quino entre otros. Vaello se desplazaba a toda las ciudades donde jugaba el equipo de sus amores en una época sin vuelos charters ni trenes de alta velocidad. Los viajes duraban tres días, las comunicaciones eran complicadas, pero aquella terapia le ayudó a superar el mazazo de la desaparición de su esposa. Salvo contados partidos, a los que tradicionalmente se sumaban numerosos aficionados por interés deportivo o por proximidad geográfica, apenas había presencia de la hinchada valencianista cuando el encuentro se celebraba en los campos más lejanos: Asturias, Galicia, País Vasco, pero él nunca fallaba.

La relación se fue estrechando con Ricardo de la Virgen, que actuaba como jefe de expedición y de mandamás en el vestuario y que junto a Paco Reig se ocupaba del estado físico de los jugadores. Las estructuras de los equipos eran más familiares y no estaban tan jerarquizadas como en la actualidad. Una prueba de ello era el acceso libre de los periodistas a los protagonistas para conocer sus opiniones después de los partidos. Hombre dotado para las relaciones públicas, Pepe Vaello se granjeó la simpatía de todo el mundo hasta adquirir el rango de elemento indispensable junto a los técnicos, jugadores, auxiliares y directivos durante veinte años. A lo largo de ese período fue testigo de todo tipo de situaciones pero siempre supo actuar con diplomacia y guardar los secretos. Alguien le bautizó como el seguidor del Valencia número uno por su constancia y fidelidad.

En la actualidad apenas viaja aunque hace pocos años fue invitado por el Club, a través de Jordi Bruixola, para un duelo de Champions contra el Chelsea en Londres. Una excepción porque todos los viajes anteriores se los había costeado de su bolsillo. Como reconocimiento a su dilatada trayectoria se le preparó un acto sorpresa en el que se le impuso la insignia de oro y brillantes del Valencia. Ese día, junto a una amplia representación de jugadores de diversas épocas que quisieron sumarse al homenaje se reunieron en Mestalla tres ex -presidentes: Pedro Cortés, Jaume Ortí y Manolo Llorente. En la actualidad, Pepe Vaello acude a todos los partidos de casa, da igual el día, la hora y el rival. Con envidiable salud asciende por la rampa de anfiteatro hasta la fila 14 para ocupar su localidad junto a su hijo, sobrinos y demás miembros de la familia Vaello, un clan valencianista de cuatro generaciones. Ni se rinde ni se resigna, pese a lo visto y vivido, sigue leal a la entidad.

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