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¿Y si ganar la Liga no fuera un sueño?

¿Y si ganar la Liga no fuera un sueño?

El Valencia de Marcelino presenta a estas alturas de la Liga mejores números que los equipos triunfantes de Benítez | Un once titular preñado de jugadores veteranos y canteranos. Ocurrió hace casi veinte años y esta campaña también. La fórmula perfecta

PEDRO CAMPOS

Martes, 31 de octubre 2017, 00:37

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Soñar es abrir una puerta de la mente. Pues el Valencia le ha dado una patada. Ha roto la cerradura y hasta las bisagras. Abierta de par en par. ¿Hay razones para ilusionarse con lo máximo o es todo una fantasía? Las cifras, frías como el hielo, contestan con rotundidad: la Liga es posible. Enfrente tendrá al Barça, el mejor líder de toda la historia. Ni Guardiola, ni Vilanova, ni Martino. Valverde arrasa con todo. Pues el conjunto de Marcelino está a sólo cuatro puntos del grupo más sobresaliente de la competición nacional. El Real Madrid y el Atlético darán la murga, pero también aparecían por ahí en la etapa de Rafa Benítez y tuvieron que rendirse a la evidencia. El Valencia fue superior. ¿Volverá a serlo?

La comparativa en las diez primeras jornadas de las ligas triunfantes de Benítez y la actual es curiosa. Aúna datos similares y otros dispares. Son casi siamesas la temporada de Marcelino y la 2003/2004. El Valencia acumula seis victorias consecutivas y el año de Benítez ocurrió lo mismo en dos ocasiones, la primera entre la segunda jornada y la séptima y a mediados de la segunda vuelta. Ahora marcha segundo con 24 puntos y hace 14 años acumulaba ya 23 en las diez primeros partidos, tras situarse líder en la quinta jornada. En esta ocasión el equipo lleva más goles a favor y con Benítez se mostraba más seguro en labor defensiva.

En cambio, en el primer entorchado con el técnico madrileño el inicio fue desconcertante. Generaba dudas. Se mantenía imbatido en las diez primeras jornadas -cuatro victorias y seis empates-, con triunfo mediático en la apertura liguera frente al Real Madrid del debutante Zidane, pero no enamoraba. Marchaba quinto con 18 puntos, a cuatro del Deportivo de La Coruña. Los pasos siguientes fueron confusos y llevaron al equipo blanquinegro a la décima posición de la tabla. Hasta que llegó el punto de inflexión del Olímpico de Montjuic, con Benítez destituido en el descanso. Rufete, con dos goles, y Adrian Ilie dejaron las cosas en su sitio y en una segunda mitad de temporada descollante, el entorchado liguero llegó a falta de dos jornadas.

Por ahora el actual Valencia marcha inmaculado. Sin mancha, sin un tachón, radiante, pese al terrorífico calendario, ya que se ha medido a Real Madrid, Atlético, Levante o Sevilla. Sólo falta el Barça. El imbatible. Eso dicen. Tras el Leganés y el Espanyol llegará el duelo con la banda de Messi, el momento de saber si los sueños, sueños son. O no.

En el acumulado, y hurgando en el detalle, esta campaña mejora aquellas. Más puntos y más goles a favor. Sin derrotas y con más victorias. La única tara llega con los tantos encajados. 11 en esta campaña por los siete en la 2001/2002 y cinco dos temporadas después. Los tres goles del Betis en el único momento ausente del equipo ensucian el expediente. Y, pese a todo, victoria. 3-6.

Marcelino tiene más pelo que Benítez pero las mismas ideas en la cabeza. Un grupo sólido, molesto para los contrincantes, duro en defensa y tocado con una varita en ataque. Todo le sale bien. Y con un once titular. Lo hubo en aquella época y lo hay ahora. Todos los jugadores son importantes, pero los hay más necesarios que otros. Siete futbolistas conformaron la guardia pretoriana de Benítez en ambas temporadas triunfantes. Un portero imbatible (Cañizares), dos defensas que asustaban (Ayala y Carboni), un centro del campo mezcla de brega y fantasía (Albelda, Baraja y Vicente) y un delantero que las enchufaba de todas las formas y maneras (Mista). Y con ellos gente de la valía de Curro Torres, Pellegrino, Rufete, Aimar, Angulo, Marchena, Djukic o más secundarios como Jorge López. Veteranos que sabían latín y canteranos con el escudo tatuado. Para dar más valor al éxito, Benítez tuvo que cargar con Canobbio y Oliveira, que derivó en una de las frases que quedarán para la historia blanquinegra: «Es como si pido un sofá y me traen una lámpara», dijo el técnico. Fue el principio del fin de su etapa, enfrentado con el director deportivo, Jesús García Pitarch, y el presidente del club, Manuel Llorente.

Ahora todos los muebles acoplan. Los hay de diseño (Guedes), funcionales (Kondogbia y Parejo), necesarios (Neto, Zaza y Rodrigo) y esos heredados, familiares, queridos (Gayà y Carlos Soler). Y secundarios imprescindibles en todo grupo que se precie (Montoya, Lato, Paulista, Murillo, Pereira o Mina). Plantillas, las de hace veinte años y la actual, muy similares en su concepto y dirigidas por entrenadores semejantes. Es la fórmula del éxito, ya inventada pero muy difícil de ejecutar. Benítez lo consiguió. ¿Lo hará Marcelino?

Además, la etapa del 'Cordobés', como así lo bautizó Marcelo Safont - consejero y yerno de la mujer de Paco Roig- y la actual tiene otra similitud. En ambas ocasiones se produjeron ventas de jugadores. En la 2001/2002 Mendieta se marchó al Lazio. Dejó un porrón de millones pero también un enorme disgusto a la afición. Pero es que el jugador quiso irse y con él dejó la presidencia Pedro Cortés. Había anunciado este hecho si ocurría lo que ocurrió. Parecía que todo se desmoronaba. Sin la figura y con un entrenador casi desconocido que llegaba de Tenerife, equipo recién ascendido de Segunda B. Pero Jaime Ortí tomó el cargo y con él el retorno del palmito para celebrar un título liguero.

Y Marcelino, atendiendo los sabios consejos de Voro, también perdió de vista a Negredo, Enzo Pérez y Diego Alves. Ventas necesarias para confeccionar un grupo sano, que atiende las explicaciones de su entrenador, que es solidario, que sin sentir el escudo -los valencianos y valencianistas sí lo hacen- lo defienden como si les fuera la vida en ello.

Benítez y Marcelino. Marcelino y Benítez. Hermanos gemelos de plantillas gemelas. Cifras similares. Éxitos cosechados y triunfos deseados. Uno ya los luce orgulloso, el otro los espera. Pero ambos han aplicado siempre el 'Cholo-mensaje'. Partido a partido. El actual técnico del Valencia no quiere que le menten nada más que al próximo rival. Huye de debates y de fantasías. Pero con los resultados está calcando la época dorada. La 2003/2004 ha sido la mejor de la historia blanquinegra. Títulos y un juego vistoso que atrapaba a los aficionados. Mucho debe hacer Marcelino para poder igualarlo. Pero... ¿y si no fuera un sueño?

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