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El día que Fenoll fue Maradona

El día que Fenoll fue Maradona

El de Torrent ha sido uno de los talentos más desaprovechados que ha pasado por Mestalla. «Aquel partido fue un espejismo», dice Giner

HÉCTOR ESTEBAN

Lunes, 27 de octubre 2014, 01:05

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valencia. El Valencia de los ochenta vivió en una montaña rusa. Inició la década levantando la Recopa y la Supercopa de Europa. El 1 de mayo de 1983, un gol de Tendillo en la última jornada de Liga ante el Real Madrid evitó la bajada al infierno -se le debe un monumento a Koldo Aguirre-. Algo que el club no pudo evitar en 1986 para volver una temporada después a Primera. El fin de la década, con Arturo Tuzón en la presidencia, sosegó al equipo en lo social y en lo deportivo. Incluso terminó jugando la Copa de la UEFA tras quedar tercero en la temporada 1988/1989. Fueron diez años de contrastes. De sentimientos encontrados. De lágrimas necesarias para futuras alegrías.

En aquellos años, el Valencia fue un totum revolutum. La línea de arriba fue de luces y sombras. De los Kempes, Morena, Saura y Felman se pasó a incógnitas como Wilmar Cabrera, petardos del estilo de Urruti e Iglesias, decepciones como Weltz, estafas como Toni Gomes y extraños tríos como Lucho Flores, Eloy y Zurdi.

El caos fue el mejor caldo de cultivo para que los delanteros de la cantera -siempre se había apostado más por los chicos de la retaguardia- dieran un paso al frente. En ocasiones pareció más por necesidad que por convencimiento. Entre los Jon García y Pedro Alcañiz de turno -nacionales que llegaron de fuera-, subieron desde abajo jugadores como Sixto Casabona, Antonio Montes y Emili Fenoll. Los tres transitaron por la lavativa de aquella temporada en Segunda División.

Emilio Fenoll -nacido en Torrent, como Paco Alcácer- debutó en Primera División en la temporada 1985/86. El Valencia rebuscó en el filial mimbres como paracaídas para evitar la caída a tumba abierta hacia el descenso. Allí estaba Fenoll. Un chaval menudo, habilidoso, un regateador hasta el infinito, que se repartió los apenas diez minutos que jugó en seis partidos. Tenía 21 años. Formó parte del experimento para obrar el milagro.

Fenoll fue un jugador muy del agrado de Di Stéfano. El problema es que era uno en Paterna y otro en el campo. Ni el propio entrenador argentino entendió ese Jekyll y Hyde. Por eso, Fenoll nunca blindó su titularidad. Pero el 1 de noviembre de 1989, hace ahora 25 años, Fenoll fue Maradona ante el Oporto. «Aquel partido fue el espejismo de lo que pudo ser», recuerda Giner, que no jugó por sanción la vuelta de la segunda ronda de la UEFA.

Espárrago y los goles dobles

El Valencia venía de perder 3-1 en Das Antas ante el Oporto de los Baia y Madjer -a Arroyo le anularon un gol legal-. Espárrago, técnico local, creía que con un tanto estaba clasificado el Valencia por el valor doble de los goles fuera de casa. Al uruguayo los periodistas le tuvieron que explicar que el valor doble era en caso de empate a goles, no que el tanto logrado en Portugal valiera por dos. Una anécdota disparatada.

Penev no podía jugar por haber participado ya ese año en la UEFA con el Sredets. Y Eloy, que conformaba la dupla titular con el búlgaro, estaba sancionado. Espárrago optó por Toni -aquel delantero que renovaron casi de por vida tras marcarle cuatro al Celta en Copa- y le abrió la puerta a un Fenoll en proceso de desahucio.

El de Torrent hizo el partido de su vida. Espectacular. Genial. Asombroso. Se marcó un triplete que permanece en la retina de Mestalla. Abrió la puerta a la esperanza. A la clasificación. Se vio al gran Fenoll. Al espejismo del jugador que pudo ser. Ante 44.000 espectadores.

La gran noche de Fenoll la amargaron Madjer y el árbitro. El escocés George Smith expulsó a Torres por placar al argelino. El lateral izquierdo, una de las sorpresas del once, nunca pudo con el crack del Oporto. Una decisión discutida en el minuto 32 que espoléo al Valencia. Cuatro minutos después, comenzó el recital de Emili Fenoll. Primero con un tiro al larguero en el 36; con un disparo que obligó a Baia un minuto después, y con el primer gol de la noche de cabeza en el 38 a centro de Arroyo. Mestalla empezó a soñar con uno menos, hasta que Semedo sirvió a Madjer, que se impuso a Camarasa y Ochotorena para empatar tres minutos antes del descanso.

En la segunda mitad emergió el mejor Fenoll que pasó por el Valencia. La jugada para la historia. La que todavía se comenta en tertulias. Entre amigos. En la grada de Mestalla. Cogió el balón, destapó su tarro de las esencias y regateó a todos los portugueses que salieron a por él. En zig-zag, como el gol de Mendieta en San Mamés. A uno, a dos y a tres. Disparó y éxtasis colectivo. Golazo. Mestalla volvió a soñar con 2-1 y media hora por delante. El campo apretó como las noches de fiesta. Se olía la gesta a pesar del escocés Smith y de Madjer.

«Aquel era el gran Emili Fenoll. Espectacular en el regate. Sobre todo dentro del área, donde era un peligro e imposible hacerle falta porque era penalti. Agresivo. Vicente Rodríguez, años después, fue el jugador que me recordó al mejor Fenoll», relata Fernando Giner.

No pudo ser. En la recta final, en el minuto 79, Jorge Couto, que había entrado por Bandeirinha, empató el partido para decepción local. Pero Fenoll, tocado por la varita de la genialidad, se marcó un nuevo jugadón para cerrar su hat-trick y la victoria inconsolable del Valencia. Era el minuto 90. Los periodistas portugueses no se explicaban cómo Espárrago se dejó en casa a un mago como Fenoll en la ida. A la reencarnación de Maradona. Y le preguntaron por ello. El técnico, agrio como de costumbre, zanjó el debate: «Porque jugó Zurdi».

El 1 de noviembre hará 25 años que Fenoll enamoró a Mestalla. Que un campo vibró con un tipo con más luces que sombras. Con un jugador que nunca quisó ser sobresaliente. Tras el partido, tras generar un orgasmo futbolístico, el de Torrent desenfundó su pasotismo. «¿Parece que hay gente que le ha descubierto hoy?», le preguntó Luis Furió para LAS PROVINCIAS. Fenoll, genio y figura, se arrimó: «Ya me han visto bastantes años como para tener que demostrar algo ahora. ¿Que me han descubierto ahora? Pues lo siento por ellos. Me duele que no se hayan dado cuenta antes. ¡Qué voy a decir..! Y el míster lo sabe desde hace tiempo». Terminó su carerra en un Real Burgos a tumba abierta hacia Segunda B.

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