Borrar
Jaume Ortí, con el título de campeón de Liga.

Ver fotos

Jaume Ortí, con el título de campeón de Liga. EFE

Jaume Ortí, adiós al presidente del pueblo

El fallecimiento a los 70 años del dirigente más laureado del club de Mestalla golpea con crudeza al valencianismo | En algo más de tres temporadas vivió en primera persona los títulos de Benítez pese a tener un minúsculo paquete de acciones

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Viernes, 24 de noviembre 2017

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Jaume Ortí Ruiz dio su último suspiro. El presidente más laureado, popular y también querido de la historia del valencianismo falleció a los 70 años de edad, después de una infatigable y tenaz lucha contra un cáncer pulmonar que le impidió, en los últimos tiempos, mantener su fidelidad al campo de Mestalla. Se fue ‘Bonico’, el hombre que nunca perdió la sonrisa. Amigo de unos y de otros, incapaz nunca de torcer el gesto pese a las habituales pugnas por un poder tan atractivo y tan habitualmente convulso como el sillón del Valencia CF.

Fue el dirigente de una época en la que el club de Mestalla alcanzó casi lo inalcanzable. El presidente de la peluca, del palmito... del pueblo. Fue un hombre que con apenas ciento y pico acciones en su poder desempeñó el cargo de máxima representación de una Sociedad Anónima como la del Valencia, acostumbrada a vivir lejos de la paz por esa constante ebullición de la lucha de poderes interna. Pese a esto, lo deportivo primó por encima de todo: uno tras otro fueron cayendo los trofeos.

Jaume pasará a la historia por vivir en primera persona y en la primera línea del frente los ahora añorados títulos conquistados por el grupo que entonces lideraba un emergente entrenador como Rafa Benítez. Incombustible en el ánimo, Ortí paseó con pasión de corazón blanquinegro en el estadio de La Rosaleda de Málaga ese abanico gigante para festejar el campeonato de Liga en 2002. Nunca antes se había visto una escena tan peculiar y carismática como aquella. Esa era la esencia de este infatigable empresario del sector del aluminio que nació en Aldaya (24-1-1947) y cuyo domicilio reciente, curiosamente, estaba casi pegado al nuevo Mestalla.

Aquel gesto del estadio malaguista se repitiría dos años después en el Sánchez Pizjuán. Dos campeonatos de Liga fueron el empujón que buscaba el Valencia para, incluso, llegar a ser considerado el mejor club del mundo por la IFFHS. En esos tres años de gloriosa presidencia, el equipo sumó a sus vitrinas la Copa de la UEFA y la Supercopa de Europa. Hasta en Gotemburgo cumplió con el ritual y metió el famoso abanico en el palco de autoridades, explicándole a todos los allí presentes, incluida la propia Infanta Cristina, la carga simbólica de aquel sorprendente y majestuoso objeto.

Fueron dos etapas las que estuvo en el Valencia. Llegó al consejo de administración en 1994 junto a Francisco Roig, que accedió a la presidencia en marzo de aquel año. Tras un periodo en el que se alejó de la entidad, regresó y cuando Roig dimitió, vivió muy de cerca el acceso de Pedro Cortés en diciembre de 1997. Cuatro años después, en julio de 2001, la renuncia de Cortés, cuando él ya ocupaba el cargo de vicepresidente, le permitió recoger la presidencia. El máximo accionista era Juan Soler y desde prácticamente el primer día se supo que el periplo de Ortí tenía fecha de caducidad.

En tres campañas completas y dos meses de la cuarta, se situó para algunos incluso a la altura del mítico Luis Casanova. Soler, en aquella famosa final de Mónaco contra el Oporto, observó cómo Ortí acaparaba toda la atención mediática y fue prácticamente el momento en el que el máximo accionista tiró de galones para hacer el cambio y situarse él mismo en su lugar.

A primeros de octubre de 2004 se firmaría el relevo y Ortí -forzado a presentar la dimisión- saldría de la entidad llevándose consigo grandes recuerdos, pero también algún que otro momento amargo. Una noche de agosto de 2003, en la presentación habitual del Valencia ante su afición, en Mestalla, la dureza de una pitada del público le impidió a Jaime Ortí hacer su discurso. Un golpe que le marcó de lleno. «Me siento orgulloso y feliz. Cuando tomas una decisión importante como esta, miras atrás y ves si puedes estar satisfecho. Soy feliz por la oportunidad que me ha dado esta entidad y por haber logrado la paz social gracias a la familia Soler», llegó a decir en su despedida presidencial.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios