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Pellicer, en el césped de Mestalla, fue bautizado por Di Stéfano como 'el Pulpo'. javier iranzo
Carlos Pellicer, delantero y doctor
El túnel del tiempo

Carlos Pellicer, delantero y doctor

PACO LLORET

Sábado, 19 de mayo 2018, 00:30

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Con el nueve a la espalda, Pellicer ocupó el eje de la delantera del Valencia que conquistó la Liga de la temporada 70-71. Escoltado por Sergio y Valdez en las bandas, con el apoyo de Forment como falso punta, este coruñés que aterrizó en Mestalla procedente del Barcelona, vivió su gran temporada y cantó el alirón antes de que una grave lesión en el tendón de Aquiles le dejara fuera de combate. Criado en el club de Riazor, debutó muy joven en primera división. Hombre culto y estudioso encontró en la carrera de medicina una alternativa al fútbol. En sus inicios fue comparado con el gran Luis Suárez, otro futbolista coruñés ilustre. Las lesiones evitaron que se cumplieran aquellos augurios.

El Deportivo se convirtió a mediados de los años 60 en el paradigma de un equipo ascensor con cuatro ascensos y tres descensos alternativos de forma consecutiva. Un caso único. Pellicer no era un goleador aunque uno de sus primeros tantos tuvo lugar en Mestalla ante un Valencia desatado que goleó a los gallegos por 5-1 en la campaña 66-67 con sendos dobletes de Waldo y Guillot, además del gol logrado por Claramunt. El Barcelona lo contrató con la esperanza de repetir la historia que en los cincuenta protagonizó Luisito Suárez. Sin embargo, la estancia de Pellicer en el Camp Nou no se vio acompañada por el éxito. La oferta del Valencia llegó en el momento más oportuno. En Mestalla se gestaba un cambio de ciclo en el verano de 1970. El ariete gallego tenía en Ansola un duro competidor que en la segunda jornada del campeonato firmó un triplete ante la UD Las Palmas. Sin embargo, Alfredo di Stéfano prefería un jugador de las características de Pellicer, cuya movilidad encajaba a las mil maravillas con su filosofía futbolística. El técnico hispano-argentino le bautizó como 'el Pulpo' por su proverbial habilidad para protegerse con los brazos como si fueran tentáculos de las acometidas de los rivales.

Aquel movimiento instintivo de Pellicer resultaba muy beneficioso para el juego colectivo y permitía que sus compañeros recibieran el balón en las mejores condiciones posibles. Su capacidad asociativa y su gran entendimiento con Paquito y Claramunt, los grandes cerebros de aquella formidable escuadra, permitieron que el Valencia fuera creciendo a medida que se sucedían los partidos. En el ecuador de la segunda vuelta, cuando los valencianistas ya habían alcanzado el liderato, dejó de jugar varias jornadas, al lesionarse ante el Honved de Budapest en el encuentro amistoso de homenaje a Roberto Gil. Su baja rompió los planes del entrenador que probó varias alternativas con Claramunt II, Nebot, en un decisivo partido ante el Atlético de Madrid, o Uriarte II, otro hermano de un ilustre internacional, como sucedía con el centrocampista de Puçol. Ninguno de estos experimentos acabó por satisfacer a Di Stéfano y Pellicer, tras recuperarse, volvió a la titularidad en la decisiva recta final del torneo. Antes de su lesión logró un gol de enorme valor que significó el triunfo por la mínima en el feudo del Málaga.

El infortunio parecía cebarse con el gallego quién tras alinearse en el once que afrontó el vital duelo de la última jornada en Sarrià que decidía el campeón, recayó de sus molestias y apenas participó en la Copa, competición en la que el Valencia alcanzó la final. Por entonces Pellicer ya había iniciado su particular vía-crucis debido a una desacertada intervención quirúrgica. El resultado fue desastroso y el jugador quedó fuera de combate durante un año y medio. Una penosa rehabilitación y una enorme capacidad de sacrificio permitieron que el jugador reapareciera tras pasarse en blanco toda la temporada 71-72. En la jornada undécima de la 72-73 pudo, finalmente, alinearse en un partido muy recordado en Mestalla. Los locales recibían al Athletic de Bilbao con un equipo plagado de bajas y una situación deportiva preocupante. Di Stéfano echó mano de 'Gitano' González, un joven delantero que militaba en el equipo de aficionados, y de Pellicer, tras un prolongado período de inactividad. Esa tarde, sin embargo, el destino compensó a Pellicer, autor de dos de los cuatro goles, aunque los titulares y el protagonismo se los llevó el debutante González, autor de los otros dos. Una actuación redonda que alentó el optimismo y permitió pensar que el equipo remontaría el vuelo. No fue así, aquel espejismo no tardó en deshacerse. Pese a su tenacidad, Pellicer, que aún volvió a ver puerta en otro partido liguero, no alcanzó la regularidad deseada.

Al final del ejercicio causó baja en el Valencia y jugó algunos partidos con el Levante UD que había ascendido de tercera a segunda división, en la temporada 73-74. Pese a haber alcanzado el tercer curso de ingeniería, decidió abandonar esta carrera y se pasó a medicina cumplidos los 30 años, quién sabe si empujado por la cruz de las lesiones que tanto condicionó su trayectoria futbolística. Pese a su tardía vocación, Pellicer, ha ejercido como médico de familia en su Coruña natal antes de jubilarse. Desde hace treinta años no visita Valencia ni pisa Mestalla. Quizás el Centenario de la entidad valencianista sea una excelente oportunidad para volver a reencontrarse con sus amigos y compañeros de entonces.

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