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Despiece de un atún en un hotel. A. Vergara
Fábula del 'anisakis' y el colesterol

Fábula del 'anisakis' y el colesterol

Durante el duro proceso de escritura eligió una dieta de pescados crudos. Imaginó que tanto fósforo, calcio, hierro, potasio y ácidos Omega 3 enriquecerían su creatividad

ANTONIO VERGARA

Sábado, 26 de mayo 2018, 19:28

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Visitaba la pasada Feria del Libro de Valencia, donde los viandantes que no compran ni un libro al año, toman el sol y curiosean. Es un día de ocio como otro cualquiera. Los mismos visitantes podrían haber elegido Biopark. Personalmente prefiero los animales de Biopark porque África está muy lejos y estoy enamorado de una cebra de Grant. Vestida con un exclusivo modelo a rayas de Karl Lagerfeld me fascina. Aunque si estuviese desnuda como la Naturaleza la trajo a Valencia, mi amor no cambiaría de cebra (hembra, por supuesto).

En un expendedor de cervezas, papas y almendras me encontré con un veterano escritor que no ha alzado todavía el vuelo de la fama. (Digresión: ¿por qué les gustan tanto a los valencianos de Compromís las almendras de bolsa y los 'tramussos'?).

El 'escriptor' -J.E.C.- me confesó que «le faltaba colesterol», según el último análisis médico al que, voluntariamente, se había sometido. Al principio creí que bromeaba porque el día anterior habíamos comido 'arròs amb fesols i naps'. Sin embargo, era sincero. Me dio a leer el papel clínico.

Al cabo de seis días, mera casualidad, coincidí con M.T.N. en un bar 'comprometido'. Le comenté el drama del poeta (es un escritor poeta) bajo en colesterol, y me dijo: «A mí me sucede lo mismo. Y no es ninguna broma». ¿Habrá una epidemia de escritores con el colesterol por los suelos?, pensé.

Entonces me acordé de un severo estudio de la Julius-Maximillians-Universität de Würzburg, dirigido por los profesores Giselle Kahler y Leo Weigel. En él se analizaba que la «escasez o la falta de colesterol influye en la creatividad de los escritores y los poetas».

Esta teoría no hay que despreciarla así como así. Y mucho menos si consideramos que las salchichas alemanas -elaboradas con sangre, grasas y vísceras- han dado a la Humanidad genios como Schiller, Goethe, Bach, Beethoven, Kant o Franz Beckenbauer, el genial medio centro defensivo y libero del Bayern de Munich.

Los ya citados Kahler y Wigel -pareja de hecho-, después de varias pruebas con ratones y cebras concluyeron que el pescado crudo contiene un 50% más de vitaminas que el cocinado, una carga mineral (fósforo, potasio, hierro, calcio) y los reputados ácidos grasos Omega 3, esenciales para la salud cardiovascular y, específicamente para los escritores 'comprometidos'.

Al pertenecer a una nueva generación de científicos no repararon en que los fabulosos literatos y músicos alemanes fueron el producto de una cocina grasa y abundante en salchichas. Como escribió un poeta de Guadalajara, «Occidente se ha rendido a la fiebre amarilla y los pequeños lomos de atún, salmón o lubina -enrollados en arroz y algas ('sushi') o simplemente fileteados ('sashimi')- han saltado de las cartas de los restaurantes nipones, y del monte Fuji a las estanterías de los supermercados y a las tiendas 'gourmet' capitalistas'.

Durante el duro proceso de escritura de mi amigo 'escriptor' ('Memòria y glòria del Fossar de Les Moreres, 1714'), y sin duda embaucado por la moda, eligió una dieta de pescados crudos. Imaginó que tanto fósforo, calcio, hierro, potasio y ácidos Omega 3, enriquecerían su creatividad. Este fue su error. No probó un 'arròs amb fesols i naps' en trece meses de parto literario.

La equivocación se vio el día que presentó en la Feria del Libro 'Memòria y glòria del Fossar de Les Morerres, 1714'. Abrió su libro y leyó el primer párrafo. A la primera línea entró en coma literario y se desmayó.

Pero, ¿qué había leído? Lo siguiente: «No pierda más quien tanto ha perdido; / bástete, amor, lo que ha por mí pasado; / válgame agora haber jamás probado / a defenderme de lo que has querido». Un médico presente en la lectura diagnosticó que no se debe escribir un libro 'compromès' sin una dosis apropiada del colesterol valenciano inherente al 'arròs amb fesols i naps'. Elemental.

Y tuvo suerte nuestro amigo porque no contrajo 'anisakis', larvas de un gusano que se alojan en las vísceras y las paredes musculares de casi todas las especies de pescados que no tienen el menor reparo en 'okupar' el aparato digestivo de los humanos. Cualquier pescado crudo hay que congelarlo a más de 20º bajo cero. Cocinarlos no elimina este vil gusano.

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