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Pintura en una de las calles del barrio de Marxalenes. Tamara Villena
en marxalenes también hay mar

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Numerosas calles del barrio están bautizadas con nombres náuticos aunque ningún vecino conoce el motivo

Tamara Villena

Valencia

Viernes, 23 de febrero 2018

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Existe en Valencia un rincón bañado por el mar, pero que no cuenta con playa ni forma parte de los Poblats Marítims. En esta zona el mar protagoniza las calles. Aceras que evocan olor a salitre y cuyos nombres guardan una historia que ni siquiera sus vecinos conocen: "Lleva así toda la vida" o "Cuando yo llegué estos nombres ya estaban", explican los vecinos del barrio de Marxalenes sobre la curiosa denominación marítima que se repite en algunas de las vías de la zona.

Tramuntana, Fragata, Guardacostes o Caravel·la son los nombres de algunos pasajes de este barrio valenciano que, a priori, poco tiene que ver con la tradición náutica. Situado en el distrito de La Saïdia, «es un lugar de procedencia totalmente agrícola», apunta el historiador valenciano Rafael Solaz, por lo que sorprende aún más la vertiente marina que desprende su callejero. Pero lo realmente curioso es que muy pocos habitantes son capaces de explicar esta procedencia nominal.

Algunas de las calles con nombres 'náuticos' del barrio. Tamara Villena
Imagen principal - Algunas de las calles con nombres 'náuticos' del barrio.
Imagen secundaria 1 - Algunas de las calles con nombres 'náuticos' del barrio.
Imagen secundaria 2 - Algunas de las calles con nombres 'náuticos' del barrio.

«Me imagino que fue por una decisión del Ayuntamiento que no tiene nada que ver con el lugar en sí -explica el experto-. Pasó lo mismo con la riada de 1957, tras la que pusieron a algunas calles nombre de provincias españolas , como la calle Virgen de la Fuensanta en referencia a Murcia», afirma Solaz.

Ni los propios vecinos de la zona saben muy bien a qué se deben estos nombres. «Es cierto que hay varias calles relacionadas con el mar, pero no sabemos el motivo», comentan desde la Asociación Cultural Mujeres de Marxalenes, una de las agrupaciones más consolidadas y activas de la zona. «Tampoco sabemos a qué se deben exactamente esos nombres», explica Francisco Llamas, presidente de la Asociación de Vecinos de Marxalenes. «De hecho cuando yo llegué al barrio, hace más de 38 años, ya se llamaban así -cuenta el residente-. Además, en el barrio hay otras como la calle del Yate o la calle Acorazado que también tienen nombres de este tipo» apunta sorprendido Llamas.

«Es un lugar de procedencia totalmente agrícola»

Rafael Solaz | historiador y escritor

Pero como en todo, siempre hay excepciones. Juan Bautista Viñals, investigador e historiador de Marxalenes, atesora en su memoria la crónica del barrio y confirma el desmotivado origen de esta denominación. «Que estas calles se llamen así no es porque el barrio tenga nada que ver con la náutica», asegura el experto. «Sería decisión del concejal de turno -comenta-. Antes había otros nombres más bonitos, como 'Molino de la Esperanza', pero los cambiaron por esos sin ningún motivo en concreto» añade Viñals.

Distintivo en el centro de la Asociación de Vecinos de Marxalenes.
Distintivo en el centro de la Asociación de Vecinos de Marxalenes. Tamara Villena

«El más bello paraíso terrestre»

Así definió este barrio valenciano en el siglo XV Doña María, esposa del -por entonces- rey de Aragón, Alfonso V. La leyenda popular cuenta que San Vicente Ferrer predicó en algunos vergeles del barrio, que en sus orígenes no tenía ningún tipo de muros de contención para el caudal del Turia. Algo lógico en la época pero que conllevo grandes desperfectos tras la riada de octubre de 1957. El barrio fue una de las zonas más afectadas por las inundaciones y el agua dejó tras de sí grandes pérdidas, cuyo proceso de redención derivó en la gran transformación urbanística de la zona, en el paso del siglo XX al XXI.

«Tras la riada, se construyeron diversos grupos de viviendas protegidas para acoger a los que se habían quedado sin casas -explica Solaz-, para lo que se expropiaron parcelas de cultivo. Se demolieron alquerías emblemáticas como la de Aznar o Farinós y se produjo un fuerte proceso urbanístico que cambió por completo el aspecto del lugar», expone el historiador. «La riada del 57 cambió por completo la fisionomía del barrio, que era poco conocido por la dificultad del entorno en aquella época» añade Viñals. «Desde la izquierda del río Turia hasta el puente de Campanar no había nada edificado salvo alguna alquería -explica -. La zona se urbanizó a base de expropiaciones», asegura el investigador.

«Se demolieron alquerías emblemáticas y se produjo un fuerte proceso urbanístico»

Rafael SOlaz | historiador y escritor

Otra de las pinturas que se pueden apreciar en el barrio de Marxalenes.
Otra de las pinturas que se pueden apreciar en el barrio de Marxalenes. Tamara Villena

Ahora, un colorido gato da la bienvenida a este barrio donde los vecinos todavía se conocen ‘de toda la vida’ y las conversaciones grupales en los parques y esquinas son habituales. Uno de esos concurridos puntos de encuentro -quizá el principal, sin contar con las esquinas y sus charlas casuales tras encuentros fortuitos- es el Parque de Marxalenes. Consecuencia directa de dicha urbanización y emblema local de la misma, este jardín supuso más de un quebradero de cabeza para los residentes de la zona, en su mayoría «familias que llevaban viviendo ahí toda la vida», cuenta Solaz, tal y como expone en su libro 'El Parque de Marxalenes'.

En orden con la modernización estructural del área, la creación de este espacio a principios de siglo XXI trajo más expropiaciones, e incluso a día de hoy existe un grupo de viviendas dentro del parque que no pudieron ser expoliadas, junto a algunas alquerías. «El parque le dio una vida tremenda a un barrio que era pequeñito», asegura el escritor.

Pequeña laguna en el Parque de Marxalenes que recrea el paisaje de la Albufera.
Pequeña laguna en el Parque de Marxalenes que recrea el paisaje de la Albufera. Javier Peiró

El agua marca la historia de un lugar donde la curiosidad sigue ondeando, mientras un llamativo dibujo clama 'Encuéntrame' en una de las paredes del barrio. Un silencioso desafío que suma encanto a este particular misterio que, al parecer, seguirá formando parte de la Valencia más insólita y secreta.

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