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Entrada principal del edificio, en una imagen reciente. jesús signes
Quince años de incógnitas para la facultad de Agrícolas

Quince años de incógnitas para la facultad de Agrícolas

Tras el cierre del inmueble, la UPV ha recibido ofertas para convertirlo en la sede de otra universidad o en un supermercado

J. BATISTA

Domingo, 29 de octubre 2017, 00:54

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valencia. La próxima semana se cerrará el convenio para transferir la antigua facultad de Agrícolas a la Conselleria de Sanidad y ampliar el Hospital Clínico, un punto y seguido para una historia que se remonta 15 años atrás y que permitirá concretar el uso de un edificio emblemático, germen de la actual Universitat Politècnica, que rebasa el medio siglo de vida.

Ha sido un camino lleno de obstáculos, sorteados al final de la película para llegar al punto inicial. El inmueble servirá al objetivo previsto al principio, cuando en 2002 se anunció la firma de un protocolo para el citado fin. Dos años después incluso se hablaba de un inicio inminente de las obras propio del discurso político de la época.

Pese a que se llegó a rubricar un convenio entre las partes, nunca se completaron las actuaciones previstas por la influencia de la crisis, que llevó a la conselleria a desestimar la ampliación a finales de 2011. Tres años antes se había presentado un proyecto para aumentar en 120 las camas del centro hospitalario y crear nuevos quirófanos, y se informó de que la Generalitat asumiría las obras de la nueva facultad en el campus de Vera de la Politècnica, una actuación que se elevó a 14 millones y que sí se llegó a acometer. Al fin y al cabo era necesaria para poder trasladar las instalaciones, que se mudaron en 2010.

Desde entonces la sede de la Escuela Técnica Superior de Medio Rural y Enología, que es su último nombre oficial, ha permanecido cerrada, generando gasto a la UPV -que nunca llegó a perder la propiedad tras la renuncia de Sanidad- y más de un quebradero de cabeza.

En los días previos a la huelga general del 19 de noviembre de 2012 fue ocupada por un colectivo denominado Assemblea Interuniversitaria con el objetivo de convertirla en centro de actividades y para preparar el paro. La irrupción disparó las alarmas en la universidad, pues el edificio presentaba problemas estructurales y existían espacios sensibles que podían provocar accidentes, como el centro de transformación o los huecos de los ascensores. Se programaron actividades y jornadas de puertas abiertas y se permitió el acceso de diferentes colectivos ajenos al movimiento estudiantil.

Denuncia y destrozos

La institución denunció los hechos, llegándose a fijar un plazo voluntario para el desalojo, que se produjo in extremis. Cuando los representantes de la universidad pudieron acceder los daños en el interior eran cuantiosos: lavabos destrozados, carpintería metálica y cañerías arrancadas y numerosas pintadas. En los días finales de la ocupación los vigilantes vieron personas que accedían con furgonetas que partían cargadas con todo aquel material susceptible de revenderse.

Al año siguiente, en 2013, la Universidad Europea de Valencia se interesó por el alquiler de las instalaciones con el objetivo de fijar su campus en Blasco Ibáñez. En las conversaciones llegó a concretarse la oferta -cercana al millón de euros al año- que finalmente la universidad, ya con Paco Mora en el rectorado, optó por rechazar. El inmueble ha tenido más novias, desde empresas del ámbito sanitario hasta una cadena de alimentación.

La Politècnica siempre ha sido reticente a perder su único edificio fuera del campus de Vera. Llegó a plantearse utilizarlo como centro cultural y social, vivero de empresas o biblioteca. Estas reservas se han materializado también en el acuerdo con Sanidad, pidiendo mantener algo de espacio para proyectos de investigación.

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