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Todas las promesas en Valencia contra el botellón, incumplidas

Todas las promesas en Valencia contra el botellón, incumplidas

La Federación de Vecinos afirma que desconoce las actuaciones del Consistorio contra el consumo de alcohol en la calle y el ruido nocturno. Las multas por beber en la calle no dejan de caer mientras los barrios no notan refuerzo policial fijo ni medidas disuasorias

Álex Serrano

Valencia

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Miércoles, 20 de septiembre 2017, 20:52

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Llega el nuevo curso y con él la amenaza del botellón vuelve a la práctica totalidad de los distritos de la ciudad. Lo que se vivió el pasado fin de semana en Benimaclet no fue más que el primero de los episodios de molestias que se repetirán por toda Valencia este año, como en años anteriores, ante lo que parece inacción municipal. Así lo confirmó ayer la presidenta de la Federación de Asociaciones de Vecinos, María José Broseta, quien aseguró «no tener información» sobre lo que hacen o no hacen desde el Ayuntamiento de Valencia.

Y no es por falta de ideas. Desde su llegada al Consistorio, el tripartito ha propuesto ampliar la presencia policial en determinados puntos de la ciudad, trasladar los grandes eventos que en ocasiones derivan en macrobotellones que antes se celebraban en La Punta a la Marina e, incluso, trabajo social para los jóvenes pillados bebiendo en la calle. Sin embargo, estas buenas intenciones no se traducen en una persecución efectiva del fenómeno del botellón. De hecho, el pasado año, el último del que se tienen datos, las multas cayeron de 826 en 2015 a 333 en 2016. El balance de 2016 es también inferior en el caso de las liquidaciones de las sanciones, que han pasado de 610 a 506 expedientes, aunque no ha sido tan llamativo como las primeras. El Consistorio recaudó por este concepto 244.000 euros frente a los 199.650 euros del ejercicio anterior.

Mientras, desde los distintos barrios se solicita más presencia policial en torno a los conocidos como «puntos calientes» del botellón. Es el caso de Sin zonas, como Nou Moles, la plaza del Cedro o Benimaclet, donde el problema no ha hecho más que acrecentarse. En el barrio del este de la ciudad, el solar de Hermanos Rivas es punto de botellón para cientos de jóvenes toda la noche. De hecho, es habitual que a él acudan agentes de la Policía Nacional y de la Policía Local por los problemas que causan en la zona. En el Cedro, por su parte, las protestas vecinales aumentan curso a curso ante la inacción municipal. El año pasado se organizaron caceroladas nocturnas para alertar del ruido que provocan los jóvenes que beben en las terrazas de los bares y cafeterías de las zonas. Las molestias en el barrio del Cedro se redujeron cuando el Consistorio de la anterior alcaldesa, Rita Barberá, cercó con una valla el parque del Cedro para impedir el botellón nocturno en él, pero los residentes en la zona advierten de que la situación apenas ha mejorado porque los jóvenes hacen botellón en otros lugares del barrio, como los diferentes recodos entre los edificios, donde además el ruido se amplifica y complica y mucho el sueño a los vecinos.

Además, en Benimaclet los botellones son constantes todos los años. Con la llegada del nuevo curso universitario, tanto este barrio como otros cercanos como el mismo San José se llenan de estudiantes universitarios. Las fiestas en los pisos son un problema pero los botellones también se dispersan por casi todas las calles de los barrios. Este pasado fin de semana, los vecinos de Benimaclet, sobre todo quienes más cerca viven de la plaza, apenas pudieron conciliar el sueño. El fin de semana anterior también fue complicado, lo que llevó a la Asociación de Vecinos de Benimaclet a exigir una reunión urgente a la concejala de Protección Ciudadana, Anaïs Menguzzato, para que vuelva la presencia policial que el año pasado acudió al barrio con asiduidad. Las patrullas, con todo, no eliminaban el botellón, simplemente lo trasladaban a otras zonas del mismo barrio. Los residentes exigen que las patrullas sean constantes.

En el centro el botellón también es un problema, pero reducido a algunos enclaves como la plaza de España o determinados puntos del barrio del Carmen. En la Cruz Cubierta, por su parte, la localización de una conocida discoteca junto a la misma cruz y el botellón asociado a ella provoca no pocas molestias en los vecinos del barrio, aunque la situación ha mejorado en verano (cuando el polo de atracción del ocio nocturno se traslada a la playa y el paseo marítimo).

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