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El centro de Valencia se convirtió en un gran aparcamiento de taxis, como ocurrió en la calle Barcas. :: irene marsilla
Los taxistas colapsan Valencia

Los taxistas colapsan Valencia

Los chóferes llegan en dos caravanas al centro y obligan a desviar decenas de líneas de la EMT y el resto de la circulación por la mañana

PACO MORENO

Jueves, 27 de abril 2017, 00:46

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Si uno echa un vistazo al historial de alertas de atascos del Ayuntamiento ayer en las redes sociales, prácticamente llegaron desde la hora punta de primera hora de la mañana, con las retenciones habituales en los accesos, hasta casi las dos de la tarde, cuando dejó de tener efecto la manifestación de cientos de taxistas por las calles de Valencia, que sufrieron colapsos en algunos momentos con cortes y desvíos propios de las Fallas.

La marcha estaba convocada por media docena de asociaciones y sindicatos del sector, hartos de lo que consideran competencia desleal. Las famosas VTC (Vehículos Turismo con Conductor) se han extendido por medio mundo, sobre todo a través de plataformas en internet, y perjudican a los taxistas, regidos como el servicio público que prestan por los horarios y tarifas fijados por la Generalitat.

Por el contrario, las empresas y particulares a los que se enfrentan están libres de esas ataduras, por lo que poco a poco se comen su mercado de clientes. Ese fue el motivo de la protesta de ayer en numerosas ciudades españolas, que se repetirá en Madrid el 30 de mayo.

Fernando del Molino, presidente de la Confederación de Autónomos, aseguró que el paro de dos horas (de 11 a 13 horas) había sido seguido por más del 90% de los conductores, prestando servicios mínimos en llamadas de hospitales y atenciones a discapacitados.

Al margen del paro, el gran efecto que tuvo fue el enorme atasco generado en las calles de Valencia. Fuentes de la EMT confirmaron que prácticamente había afectado a todas las líneas de autobús, al tener unos itinerarios radiales y pasar por el centro de la ciudad en su mayor parte. Los inspectores tuvieron que reforzar las paradas del segundo anillo, en las grandes vías, con la Gran Vía Ramón y Cajal atestada de vehículos a la espera de la salida.

La calle Colón fue el epicentro de la protesta, en concreto enfrente de la Delegación del Gobierno. A las 12.07 horas hicieron su entrada los primeros coches, aunque desde las diez de la mañana habían circulado sendas caravanas por toda la ciudad, saliendo desde el complejo administrativo 9 d'Octubre y los aledaños del campus de la Politécnica.

Desde esos lugares, velocidad lenta, cláxones a todo meter y senyeras ondeando el viento. La Policía Local cortó el paso inferior de Blanquerías, la avenida Aragón en el cruce con Blasco Ibáñez y hasta la calle San Vicente a la altura de Ramón y Cajal. Eso y muchas calles más, conforme pasaban los taxis y se complicaba el tráfico privado.

La protesta dejó un carril abierto en Colón, donde estuvieron hasta cerca de las 13.30 horas, para emergencias y los pocos vehículos que salían de garajes. El silencio de una calle prácticamente peatonal era roto por los silbatos de algunos conductores, que también encendieron carcasas de humo de colores.

En los principales nodos de transporte de la ciudad se colocaron piquetes informativos. Del Molino dijo que «quien quiera puede trabajar» y justificó la presencia de estos grupos para informar de los motivos de la huelga. Estuvieron en la estación de autobuses, la Joaquín Sorolla, el aeropuerto y la estación del Norte.

José Juan López, de la Federación Sindical del Taxi, señaló que «lo que queremos es que se respete la ley; siempre ha habido un equilibrio del taxi con la VTC, lo que ahora se ha roto y producirá nuestra desaparición». Defendió que los taxistas ya tiene aplicaciones móviles. «No estamos en contra de la tecnología, tenemos todos los equipos informáticos a disposición del cliente, pero estas empresas las usan para saltarse la ley haciendo captación de clientes. Deberían pedir una licencia de taxistas».

Ismael Arráez, de la asociación Gremial del Taxi, echó en falta una mayor implicación de la Generalitat para controlar la competencia desleal con más inspecciones. «No pueden captar clientes en la vía pública, intentan trabajar como el taxi. Cuando se hagan con la cartera de clientes cobrarán lo que quiera», señaló. En la provincia de Valencia hay unos 3.500 taxistas.

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