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La Policía Local de Valencia registra más de dos denuncias al día por exceso de ruido

La Policía Local de Valencia registra más de dos denuncias al día por exceso de ruido

El auge del botellón y el crecimiento del número de terrazas disparan las quejas presentadas ante el Consistorio por contaminación acústica

Álex Serrano

Domingo, 26 de marzo 2017, 21:49

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valencia. Fin de semana y misma escena semana tras semana: vecinos que intentan descansar mientras que los decibelios suben y suben en la calle por el botellón, el incremento del número de terrazas o por algunos locales de ocio que incumplen la normativa en materia de contaminación acústica.

Una realidad del cap i casal que tiene también su reflejo en números, pues las quejas se han duplicado en apenas un año: según la comisión de quejas y sugerencias del Ayuntamiento de Valencia, entre enero y febrero de 2016 hubo 19 quejas por contaminación acústica. En el mismo periodo de 2017, las protestas han crecido hasta 48, lo que supone un aumento del 152% y evidencia una clara preocupación vecinal por la contaminación acústica en la ciudad.

La Policía Local de Valencia recibe buena parte de estas quejas, que terminan en multas o investigaciones. Algunas cuestiones, como sobrepasar los límites máximos permitidos o las molestias provocadas por locales de ocio sin licencia, las gestiona la concejalía de Espacio Público y Control Administrativo. Otras sí las gestiona la policía. En este sentido, en 2017 los agentes han recibido 10 denuncias por locales de ocio con licencia que no cumplen los condicionantes de la misma y 13 por alterar los limitadores de ruido.

Pero donde se nota el aumento de las denuncias es en las presentadas por incumplimientos de la ordenanza de contaminación acústica. Hasta el 23 de marzo la Policía Local había recibido 173, según fuentes del cuerpo policial consultadas por este diario. Eso supone dos al día.

La proliferación de terrazas y el aumento del botellón están detrás de gran número de las quejas por contaminación acústica que llegan al Ayuntamiento. En el primer caso, el auge del turismo ha provocado una eclosión de permisos para disponer de terraza. Así, se han pasado de las 3.476 peticiones registradas el pasado año a las 3.533 de este año, lo que supone un récord que preocupa incluso a los hosteleros, conscientes de la necesidad de un mayor control sobre las terrazas que exceden la licencia (horarios y mesas permitidas) dado que los vecinos critican los ruidos y la ocupación de vía pública que suponen.

En el segundo, el fenómeno del macrobotellón se ha diversificado y ahora se llevan los microbotellones dispersos por parques, jardines y grandes vías de la ciudad, lo que complica la conciliación del descanso vecinal con el ocio nocturno. Zonas como El Cedro o la plaza de Honduras son ejemplos de esta situación, que también se repite en los jardines centrales de la gran vía Ramón y Cajal junto a la plaza de España debido a la cercanía de una conocida discoteca.

No sólo el Ayuntamiento o la Policía Local son receptores de las protestas. Las reclamaciones relacionadas con ruidos son habituales en el Síndic de Greuges, que tiene contabilizadas 118 quejas en los últimos 12 meses relacionadas con contaminación acústica en la ciudad de Valencia. «La gran mayoría se refieren a ruido por actividades de ocio nocturno (terrazas, bares, discotecas y botellón) aunque también hay quejas por ruidos de calles u otras infraestructuras, además de por molestias acústicas de casales falleros», indicaron fuentes de la entidad que preside José Cholbi.

La premisa de trabajo, y que así figura en la mayoría de resoluciones, es que «la pasividad municipal ante los efectos perjudiciales para la salud provocados por la contaminación acústica puede generar la responsabilidad patrimonial con la consiguiente obligación de indemnizar los daños y perjuicios (físicos, psicológicos y morales) que se le pudieran provocar a los vecinos colindantes».

De hecho, es lo que sucedía esta misma semana, ya que el Consistorio era condenado por el juzgado de lo contencioso-administrativo número 8 de Valencia a pagar 17.640 euros a una familia de Benimaclet que habá denunciado la falta de actuación municipal para subsanar los problemas de ruidos causados por un bar cercano. Alegó vulneración de derechos fundamentales y así lo ha entendido el juez.

«Son centenares las denuncias que llegan a los juzgados por problemas concretos vinculados con ruidos por el botellón, bares o pubs, además de casales falleros», explicó el abogado Raúl Burgos, socio de Seronda Estudio Jurídico, especializado en este tipo de cuestiones. «En un porcentaje muy elevado ganan los afectados», añadió.

Este tipo de reclamaciones se presentan bien por demanda civil bien por contencioso-administrativo. En este último caso, los argumentos suelen centrarse en «si la licencia de actividad se concedió de forma adecuada y cumple requisitos o en si la administración ha actuado de forma correcta o ha habido inactividad». En el caso de la vía civil, se determina si existe o no ruido. Por ello, Burgos incidió en la importancia de contar con mediciones acústicas y en «no dejar pasar mucho tiempo entre que surge el problema y los afectados deciden buscar asesoramiento jurídico».

Para la Federación de Asociaciones de Vecinos, por su parte, cree que el ruido es un problema «muy grave». Su presidenta, María José Broseta, asegura que antes estaba circunscrito a determinadas zonas pero ahora «se está extendiendo como una mancha de aceite». «Las Zonas Acústicamente Saturadas no son la solución y no nos gustaría llegar a eso porque no toda la ciudad puede ser ZAS», explica. Broseta asegura, incluso, que tienen registrados casos de mudanzas por las molestias del ruido. «No es habitual pero sí se da. Si los vecinos pueden irse de casa, se van», comenta.

Ante este panorama, ¿cuál es la respuesta de los hosteleros? Desde la Federación de Hostelería (FEHV) insistieron en la necesidad de apostar por un «ocio nocturno sostenible que sea capaz de conciliar el descanso vecinal y la actividad empresarial». En este sentido, recordaron que se realizan campañas de sensibilización y que planteó la figura del mediador social, trasladada al Ayuntamiento y que algunos empresarios han activado pagándolo de su propio bolsillo. La Federación también insistió en la necesidad de atajar el botellón, «uno de los principales problemas generadores de ruido y suciedad en las zonas de ocio».

En el caso de los empresarios de la Marina Real, apostaron por contar con una normativa que permita «diferenciar zonas en la ciudad, porque no es lo mismo la actividad de ocio en la Marina que en calles donde las fincas están muy próximas».

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