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solar lateral del Hospital La Fe abarrotado de vehículos.
La nueva Fe, aislada sin barrio

La nueva Fe, aislada sin barrio

MARTA BALLESTER

Lunes, 5 de diciembre 2016, 20:23

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Salir del Hospital Universitario Politécnico La Fe y no ver nada. Después de seis años el traslado del recinto sanitario sigue sin convencer a pacientes, familiares, trabajadores y vecinos. «Estamos en medio de la nada», asegura un grupo de enfermeras que miran a su alrededor y sólo ven solares vacíos. Cerca de veinte parcelas en desuso lo rodean y para encontrar la mayoría de bares y comercios hay que cruzar el bulevar y adentrarse en el barrio de Malilla. Quince minutos en llegar andando que muchos familiares de pacientes no se pueden permitir y les priva de «salir y desconectar» del recinto. Los comercios y la vida de barrio se encuentran al otro lado, por eso para muchos el recinto es «un búnker, aislado y sin civilización a la vista».

«Cuando tienes un pariente ingresado no quieres alejarte mucho de él, por eso no cruzamos hasta la avenida donde está todo. Además por la tarde da miedo ir por alrededores del hospital», asegura Sandra Tamarit, madre de una niña que ya lleva tres años en La Fe. A las seis, cuando el sol se pone, la zona queda a oscuras, las farolas no se encienden, algunos negocios cierran y la gente desaparece. Tan sólo se ven algunos familiares que salen a fumar y se quejan de no tener variedad ni restaurantes «a tiro de piedra». «Te quedas dentro y en mi caso nos traemos la comida de casa», confiesa Abel Luján, otro familiar.

La mayoría de los usuarios entran al centro con bolsas grandes llenas de provisiones. Tal y como alega el propietario del bar con diez años de antigüedad 'Paz II', José Antonio Pascual, preguntan por los grandes supermercados de la zona a 20 minutos del sanatorio para «coger alimentos y llevárselos allí. Yo he tenido que quitar el menú porque tiraba la comida a la basura, lo único nuevo es que los clientes ya no sólo son de la zona, sino que aparece gente de muchos rincones de España». Su compañero Paco Chillarón, dueño del bar 'Sandra', que lleva 22 años en el barrio, revela que la llegada de La Fe «ha tenido menos repercusión de la que esperábamos. Mi producción no ha aumentado tanto, incluso cuando estaban las obras tenía más clientes que ahora». Muchos restaurantes y las cafeterías no se llenan al completo ni en horas punta.

Problemas y soluciones

«El barrio está igual, el hospital no ha comportado más beneficios para nuestros negocios y lo único que ha traído son problemas», declara el presidente de la Asociación de Vecinos de Malilla, Alfonso Cortés. Para él quedan todavía muchas cosas por hacer para unirlo con el proyecto de nueva Fe que según relata «llegó de 'pensat i fet' y sin estudiar muchos detalles». Lo que más urge y llevan reclamando desde hace meses al nuevo gobierno es reorganizar el tráfico de la zona. El caos reina de buena mañana. «No puede ser que las miles de personas que acuden al hospital tengan solo una entrada de acceso que crea colapso y obliga a dar vueltas. La solución más simple que hemos propuesto es que se señalice por la V-30 que por ahí también se puede acceder a la Fe, creando así otro acceso que evita que cientos de vehículos se metan en el tráfico de Valencia», explica Cortés.

El segundo problema es el estacionamiento en la zona. Todo un reto el de aparcar. El parking del hospital siempre completo y los coches amontonados de mala manera por los solares y en segunda fila. «Es tal milagro conseguirlo que desde la Fonteta prefiero ir andando», manifiesta Merche Casero, pariente de un enfermo.

Otros aspectos a revisar son «el sin sentido» que es que los vecinos de Campanar tengan como hospital de referencia el Doctor Peset. «La Fe no ha traído ventajas en sí excepto que si te da un infarto estás al lado, pero nada más porque no es nuestro centro», remarca el presidente de la asociación de vecinos. También quiere destacar el ambulatorio «pequeñito y malo» que hay para 20.000 personas de la zona. Hace 11 años que pedimos la licencia para un nuevo centro de salud y siguen a la espera de que se construya.

Muchos proyectos que tenía Malilla se han quedado «en el fondo del mar». De servicio urbano no hay nada y los vecinos se lamentan de «las promesas sin cumplir que hizo el Ayuntamiento» al asegurar que en parte de los solares vacíos se pondrían instalaciones para el uso de todo el barrio como aparatos de gimnasia o mesas de ping- pong. Vecinos como Abel Luján y Cecilio Iniesta reclaman «una mayor limpieza del barrio y cuidado de los jardines de enfrente del centro por la imagen que esto pueda dar a los que vienen de otras ciudades». Actualmente es un sitio por el que transitan más de diez mil personas al día y en el que ha aumentado el alquiler de pisos, por eso «deben tenerlo en cuenta en las políticas que se tomen», concluyen.

Un hospital puntero y de referencia a nivel nacional por un lado y un barrio sin servicios y retirado por el otro. Falta un nexo de unión. Y ese será el PAI de Malilla Norte que ocupará el gran solar delantero del hospital. Los vecinos los esperan «con muchas expectativas» y agradecen que ya que el Ayuntamiento no invierte en los solares, una promotora y constructora privada «vaya a dar tanta vida». El parque urbano de 70.000 m2 y las más de 2.100 viviendas pretenden ser «el pulmón del barrio». Inmaculada Rodrigo, del departamento comercial del futuro proyecto, asegura que ya hay «lista de espera para comprar los bajos y montar cafeterías, farmacias o quioscos que estarán a dos minutos de La Fe».

Mientras el barrio de Campanar intenta reinventarse tras el cierre de la antigua Fe, Malilla todavía tiene que inventarse. Una paradoja, después de seis años de la aparición del que es el mayor complejo sanitario de la Comunitat. Sus cerca de 3.000 pacientes diarios, 1.000 hospitalizados, más de 600 urgencias, familiares, y los 6.300 trabajadores demandan un entorno con más servicios acorde a las necesidades de un hospital referente. Porque está aislado en una zona a medio hacer que no le acompaña y que sigue a la espera de su desarrollo y crecimiento en un «futuro inmediato».

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