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ÁLEX SERRANO
Domingo, 13 de noviembre 2016, 21:02
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En el eterno reino de los coches, aquel donde las bicis intentan hacerse un hueco, hay otro invitado al baile. Uno que, a tenor de lo que dice la ordenanza municipal de tráfico, nadie esperaba. Son los patines, pero también los monopatines, los patinetes o los segway, entre otros medios de transporte similares, que cada vez son más utilizados en la ciudad. Grupos de patinadores recorren Valencia por la noche en sus rutas programadas, el traqueteo de las ruedas se escucha con asiduidad en el Tinglado 2 del puerto y el viejo cauce del Turia es un hervidero de actividad durante toda la semana.
Pero la realidad es que este medio de transporte cuyo crecimiento es imparable en la ciudad se encuentra en un limbo legal, si no de facto sí de manera efectiva. Y es que la ordenanza de circulación del Ayuntamiento de Valencia, aprobada en 2010, pone en blanco sobre negro la prohibición de usar patines en la ciudad. «Queda prohibido circular con patinetes o monopatines y similares (sedway (sic), etc.) por las aceras, zonas peatonales y calzadas de uso público, salvo en los lugares especialmente destinadas al efecto, sin que en ningún caso se permita que sean arrastrados por otros vehículos», indica el artículo 87 de la citada norma municipal, aprobada por el PP.
Ahora, con Compromís al mando de la concejalía de Movilidad Sostenible, está a punto de comenzar el proceso proceso participativo para la redacción de la nueva ordenanza de movilidad, tal como explicaron fuentes de la regidoría.
«La actual ordenanza, en lo que se refiere a patines, es -como en muchos otros aspectos- poco clara, aunque se podría determinar que todo patinador que no patine dentro de las escasas pistas de patinaje que hay en la ciudad, desde los pequeños que van ahora en patinete a la escuela a los que utilizan los patines, patinetes o monopatines como vehículo para desplazarse por la ciudad, son infractores», indicaron las mismas fuentes, que señalaron que desde la concejalía no están de acuerdo con esta catalogación como infractore de los patinadores, «ni queremos que se sancione a las madres y padres que patinan de camino a la escuela con sus hijos, ni a los que se desplazan en patín». «Sí queremos», comentan, «que esa circulación en este transporte sostenible esté regulada para que se realice de manera respetuosas y segura para con los peatones y el resto de los actores de la vía»: «Por eso la circulación en patines y sus diferentes variantes se incluirá en la elaboración de la próxima ordenanza».
Se abre así una vía esperanzadora para patinadores y «skaters» de toda la ciudad, que ahora circulan en un limbo legal que, en ocasiones, provoca encuentros con agentes de la Policía Local que llegan incluso a confiscar los patines. Así lo asegura Isidro Antón, portavoz de Patinar en Valencia, una entidad que engloba a una decena de asociaciones de patinadores de toda la provincia de Valencia y, evidentemente, del cap i casal. «Ahora mismo está prohibido totalmente, pero bueno, lo llevamos como podemos», comenta Antón, que señala que en las rutas que hacen desde Patinar en Valencia siempre circulan por el carril bici, aunque tampoco tienen permitido hacerlo. «La policía no nos dice nada porque no molestamos a nadie, aunque siempre pillas al típico policía que te informa de que te puede multar o te quita los patines», denuncia Antón, que asegura que mientras se preparaba la actual ordenanza presentaron 6.000 firmas para modificarla y eliminar la palabra «patines», aunque finalmente sí aparece en la ordenanza. «No puedes circular por ningún lado», lamenta Antón.
La petición de los patinadores es que la nueva norma equipare el uso de este tipo de transporte sostenible con la bicicleta y que, incluso, les permita circular por el carril bici. «Sería muy fácil regularlo en el carril bici, ponernos como las bicicletas», solicita Antón, toda vez que, en la práctica, circulan en su mayor parte por el carril bici.
Y lo hacen para evitar molestias, aseguran. No es que Valencia tenga pocas pistas de patinaje. Según la Fundación Deportiva Municipal, en la ciudad hay 12 pistas de patinaje deportivo, situadas en La Torre, San Marcelino, San Isidro, Malilla, La Raiosa, Campanar (2), Trinidad, Torrefiel, La Carrasca, Ciutat Jardí y Ayora. Los patinadores cuentan aquí el Tinglado 2 de la marina, que los fines de semana es un hervidero de actividad aunque está en mal estado de conservación y los desprendimientos son habituales. Además, el río tiene dos tramos con pistas para monopatines que se llenan de «skaters» prácticamente todos los días: el I y el XII, junto al Gulliver. El patinaje de velocidad, por su parte, puede practicarse en el polideportivo de Beteró.
Sin embargo, pese a estas zonas delimitadas y a que buena parte de las rutas en que recorren la ciudad los patinadores discurren por los carriles bici, no es extraño que los usuarios de este medio de transporte «callejeen» por otras vías sin estas infraestructuras, como tampoco es normal encontrarse a ciclistas ocupando la calzada, por el carril de la derecha, para llegar a su destino. «Hay muchos compañeros que van a la universidad o a trabajar en patines», indica Antón, que opina que al Consistorio le será «más fácil multar si tienen una ordenanza»: «Se podrá multar a quien vaya por la acera si así se decide».
Antón reconoce que el centro «es muy divertido para patinar». Y ahí es donde aparecen buena parte de los enfrentamientos con los vecinos, porque el patinaje, sobre todo el de exhibición y el que se hace en «skate» o «longboard», un tipo de monopatín, ha provocado protestas vecinales que han llegado incluso al Síndic de Gregues. Es el caso de la situación que se vive en la plaza de Nápoles y Sicilia, situada en el barrio de la Seu. Debido a su particular arquitectura, con ángulos rectos por doquier, es uno de los puntos preferidos por los patinadores de toda la ciudad para sus exhibiciones. Este tipo de reuniones, lamentan los vecinos consultados, «se alargan hasta altas horas de la madrugada» y provocan molestias derivadas del impacto de las ruedas sobre el asfalto y el cemento. «Es un escándalo, en serio, es que uno que no viva aquí no se lo puede ni imaginar», asegura María, vecina «de toda la vida» de uno de los edificios de esta plaza. La Policía Local, dicen, es consciente de la probleática y acude con asiduidada al céntrico enclave para vigilar. Mientras están los agentes, los patinadores detienen su actividad, pero en cuanto se van «vuelven con el escándalo», critican los vecinos. El problema llegó al Síndic de Greuges, que hace apenas dos semanas instó al Consistorio «a aplicar las medidas necesarias, incluida la modificación de elementos urbanos» para minimizar las molestias.
Otro punto conflictivo es la plaza de la Virgen. Al contar con escalones , también es empleada durante las noches de los viernes y los sábados, por los «skaters». Se trata de una zona muy turística y muy recorrida por quienes disfrutan de los locales de ocio del Carmen y aunque la presencia policial es constante en este punto, no es extraño ver a los «skaters» frente a la Basílica de la Virgen.
Y es que este tipo de actividades suponen, en ocasiones, el deterioro del mobiliario público. En 2011, los bancos de la avenida de Aragón eran tan frecuentados por «skaters» que las papeleras de la zona, de mármol, tuvieron que cambiarse a papeleras de plástico para abaratar las reparaciones. La Policía Local dijo entonces que las multas pueden llegar a los 500 euros, pero lo cierto es que por el momento los agentes no suelen multar a la espera de la nueva ordenanza que regule a los patinadores, que siguen en el limbo.
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