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¿Cómo y por qué se produjo la riada del 57 en Valencia?

¿Cómo y por qué se produjo la riada del 57 en Valencia?

Un estudio de la Universidad Politécnica de Valencia ayuda a mejorar el conocimiento de las causas y analiza las posibles consecuencias de un desastre similar

efe

Jueves, 13 de octubre 2016, 10:55

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Un estudio de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) ayuda a mejorar el conocimiento de cómo se produjo la riada de Valencia de 1957, de la que mañana se cumplen 59 años, y analiza las posibles consecuencias de un desastre similar.

La principal innovación de este exhaustivo trabajo, realizado por investigadores del Instituto de Ingeniería del Agua y el Medio Ambiente (IIAMA) y que se publicará en el próximo número de la revista Ingeniería del Agua, es que se ha realizado desde el punto de vista hidrológico y sedimentológico, algo hasta ahora no hecho.

Desarrollado por Cristina Puertes y el director del IIAMA, Félix Francés, el trabajo analiza además las posibles consecuencias de un evento similar, teniendo en cuenta el cambio de usos del suelo, especialmente el incremento urbano en la parte baja de cuenca, y las medidas actuales frente a inundaciones de la ciudad.

Según un comunicado del centro universitario, entre sus conclusiones, se constata que la construcción del nuevo cauce del Turia y la finalización del embalse de Loriguilla "permitiría almacenar todo el volumen de agua proveniente desde aguas arriba, en el caso de la primera onda".

Ello evitaría, según ha apuntado Francés, "que se reprodujera un suceso de tales dimensiones, a pesar del incremento de superficie urbanizada en las partes media y baja de la cuenca".

Para el estudio hidrológico y sedimentológico, Puertes analizó detalladamente la reconstrucción del hidrograma de la crecida realizado por Cánovas en 1958 a partir de los niveles observados en el Puente del Real.

También estudió la información proporcionada por los encargados de las centrales hidroeléctricas que al encontrarse en servicio y ser sorprendidos por la avenida, "se convirtieron en testigos, obteniendo los niveles alcanzados por las dos ondas de crecida en algunos puntos de la cuenca".

Así, constató mediante la modelación realizada que el hidrograma estimado en 1957 es coherente con las lluvias registradas, ya que existían serias dudas sobre su fiabilidad.

El modelo hidrológico se implementó en el estado actual de la cuenca (1990-2013) tanto a escala horaria como diaria y se aplicó en el evento de 1957, con los cambios necesarios respecto de las infraestructuras (embalse de Loriguilla y nuevo cauce del Turia) y de los usos del suelo para tener en cuenta el menor grado de urbanización de aquella época.

En las conclusiones se apunta que, aunque las precipitaciones de los días 11 y 12 no fueron de gran intensidad, "sí que contribuyeron a aumentar la escorrentía, dejando el terreno prácticamente saturado".

El estudio destaca la importancia de la estructura de la precipitación de los días 13 y 14 y el desplazamiento noreste del epicentro de la tormenta, que provocó que las aportaciones de los afluentes al cauce principal fuesen acumulándose.

"Todo esto provoca que el cauce se desbordara a su llegada a la ciudad al no poder desaguar tal cantidad de agua", ha indicado la investigadora.

Esta avenida extraordinaria se produjo como consecuencia de lo que se conoce como un "proceso convectivo de mesoescala" que afectó fuertemente a la cuenca media y baja del río Turia, con lluvias superiores a los 100 litros por metro cuadrado en 24 horas.

Éstas causaron una primera onda de crecida que llegaba a Valencia a las 4.00 horas del día 14 con un caudal máximo de 2700 metros cúbicos por segundo (m3/s), y una segunda onda a las 14.30 con un caudal máximo de 3700 m3/s.

Estos dos desbordamientos dejaron la ciudad sumida en la catástrofe, con 81 víctimas, miles de damnificados y cuantiosos daños materiales, han recordado.

Sin embargo, Puertes ha asegurado que actualmente no tendría lugar este suceso, ya que las medidas adoptadas permitirían que la mayor parte del volumen transportado por la primera onda "se almacenase en el embalse de Loriguilla", mientras que la segunda llegaría al nuevo cauce, con capacidad de evacuación de 5000 m3/s.

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