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Lunes, 5 de septiembre 2016, 00:04
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En septiembre de 1916, las expectativas de los propietarios de arroz eran las mejores que se habían presentado en años. «La cosecha no solo resultaba abundantísima -dice el Almanaque de LAS PROVINCIAS- sino también muy buenos los precios, pues se vendía en la era a 25 pesetas los 100 kilos».
La I Guerra Mundial fue un periodo de oro para el sector agrícola valenciano. Con el arroz, se beneficiaban también las cebollas, las pasas, los frutos secos y las uvas, el vino y los alcoholes. Paralelamente se multiplicó la actividad de la tonelería, donde los artesanos más preparados se enriquecieron. A finales del verano de 1916 se «alcanzaban precios, debido a la exportación por la guerra, verdaderamente nunca vistos», dice el Almanaque.
Sin embargo, una gravísima complicación, aparecida en septiembre de 1916, fue la declaración de la naranja como «contrabando de guerra» por parte del Gobierno alemán, en respuesta al bloqueo decretado por los británicos. ¿Cómo podía ser la naranja un producto vetado que determinara el hundimiento del buque de transporte? Ese peligro hizo que los exportadores se movilizaran ante el Gobierno, temiéndose lo peor en la ya próxima campaña. Las gestiones ante los dos países beligerantes dieron como resultado un proyectado cruce de inspectores consulares de cargamento, para verificar que solamente eran naranjas lo que se transportaba.
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