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PACO MORENO
Jueves, 26 de mayo 2016, 00:07
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Negro sobre blanco, como se hacen las cosas serias y sobre todo «con respeto», como dijo ayer el presidente del Mercado Central, Francisco Dasí, acerca de la misiva enviada al alcalde Joan Ribó acerca de la situación que sufren los comerciantes desde las restricciones de tráfico en la avenida María Cristina, el retraso en el concurso del aparcamiento de Brujas y hasta la desaparición de varias líneas de la EMT en el entorno. En resumen, una «política nefasta» del tripartito en materia de tráfico.
El presidente afirmó que la carta pretende ser un toque de atención al gobierno municipal, con un tono constructivo pero al mismo tiempo diciendo las cosas muy claras: «Todos, clientes y vendedores, nos vemos afectados muy negativamente por la política de movilidad en el centro del actual Ayuntamiento».
En febrero se estrechó el acceso al mercado por la avenida María Cristina, convirtiendo en peatonal todo el frente de la Lonja y restringiendo el paso hasta la calle Vieja de la Paja a vecinos, clientes del mercado y vehículos de carga y descarga.
La idea del concejal de Movilidad, Giuseppe Grezzi, era crear un entorno peatonal alrededor del monumento, bajando incluso las terrazas de los bares a la calzada. Pero Dasí comentó que «cada vez que un cliente nos dice que ha tenido problemas para llegar en su coche o lo han multado, los vendedores nos desesperamos porque perdemos dinero».
Pese a que se trata de uno de los edificios más visitados por los turistas de Valencia, los comerciantes necesitan transporte público en la puerto o plazas de aparcamientos. «Lo que nosotros vendemos tiene mucho peso, es obvio, y hay que facilitar las compras lo máximo posible», indicó Dasí.
Entre las quejas remitidas a Ribó incluyen fotografías del Coliseo de Roma y el Acueducto de Segovia, monumentos que tienen calzadas en las proximidades. «Todos los días tenemos que escuchar testimonios de nuestros clientes que nos relatan las molestias en el acceso por colas en San Vicente, o desvíos por parte de la Policía Local en María Cristina, o las dificultades por el alejamiento de las paradas de la EMT. Son clientes que quieren consumir productos de calidad, que optan por el modelo de comercio tradicional y a los que su política de movilidad les está haciendo más difícil venir a comprar a nuestro mercado, con su vehículo o en transporte público».
En opinión de los vendedores, si el acceso en coche se ha complicado, el transporte público ha empeorado aún más. «Hace dos años, contábamos con cinco líneas de bus: 7, 27, 28, 81 y 60, que suponían ocho alternativas para nuestros clientes, a través de dos paradas de autobús en la misma puerta del mercado».
La situación actual es que «disponemos de una sola parada y según las últimas noticias, pasará sólo a ser para dos líneas, la 7 y la 27». El único reproche de los vendedores directamente al alcalde y los concejales señala que «si algunos de los miembros de su Gobierno y de los asesores de Movilidad tuvieran que venir en su coche a hacer la comprar para su familia, o venir en autobús, tendrían más empatía hacia nuestros problemas».
Por todos estos motivos piden al alcalde un «replanteamiento de la intervención en la plaza del Mercado», así como no continuar con las restricciones al acceso en coche hasta contar con un «plan completo para clientes, vecinos, carga y descarga».
Otra de las demandas es recuperar las paradas de la EMT en la plaza del Mercado y el acceso en autobús por ambas fachadas (con un tipo de vehículos menos contaminante y pequeño). Dasí añadió que «es vital recuperar para el entorno inmediato del mercado una posibilidad de transporte publico adecuada».
En apoyo de estas reivindicaciones, los vendedores entregarán más de 2.000 firmas de clientes y 200 de vendedores. «Estamos convencidos de que tienen en su proyecto político un modelo de ciudad, pero esperamos una seria reflexión por su parte sobre su modelo económico y de comercio, y como está afectando la movilidad al centro».
El presidente del mercado dijo por último que «seguro que usted, como nosotros, no imagina ni desea un espacio monumental como el Mercado Central convertido en un precioso envase vacío para enseñar, sino que aspira a que continúe siendo una realidad viva».
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