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Las sendas practicadas en el parque para los visitantes están rodeadas de hojarasca. :: damián torres
Una Devesa de alto riesgo

Una Devesa de alto riesgo

Los bomberos aseguran que no temen un fuego en la zona, pero sí están preocupados por el estado del parque, que no recibe mantenimiento

ÁLEX SERRANO

Miércoles, 27 de abril 2016, 21:22

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Decía el concejal de Albufera, Sergi Campillo, recientemente que el parque natural es «un enclave único en el mundo; un parque natural periurbano rodeado por un área metropolitana con un millón y medio de habitantes y sometido a una gran presión antrópica». Hacía estas declaraciones durante la presentación de la nueva web de la Albufera, que pone en valor la belleza del parque. Todo ello es cierto, pero no lo es menos que el bosque de la Devesa, incluso en la zona más cercana a las urbanizaciones del Saler, presenta síntomas de abandono, con árboles muertos y resecos que aumentan exponencialmente el riesgo de incendio forestal en la Devesa.

Los vecinos de esta zona de Valencia se quejan, amargamente, de esta situación. No en vano, en caso de incendio forestal ellos serían los que más lo sufrirían, al vivir directamente en el interior del parque. Cabe recordar que la Devesa de El Saler es uno de los pocos parques naturales donde viven personas todo el año. El Consistorio siempre ha asegurado que vivir en la Devesa es un privilegio que conlleva ciertos inconvenientes. Era el argumento que el anterior Gobierno municipal empleaba cuando los vecinos se quejaban de falta de iluminación o transporte público.

Seis hectáreas arrasadas en agosto de 2015

  • ANTECEDENTES

  • Dos incendio forestal arrasaron el pasado agosto ocho hectáreas de masa forestal en el interior de la Devesa. El primero quemó seis hectáreas en la Devesa de El Saler, cerca de la Mallada de la Rambla, en la playa de la Garrofera, mientras que el segundo rebrotó en el mismo sitio cuatro días después, según fuentes de Bomberos.

Pero uno de estos inconvenientes podría salir muy caro a los vecinos de la Devesa, cientos de familias que viven en las urbanizaciones situadas al norte del parque natural. La sequía de este año 2015, con un déficit hídrico de en torno a un 40 % desde que comenzara el año hidrológico en octubre, hace temer un verano complicado. Así lo reconocen quienes miran al parque natural con la familiaridad de ser sus guardianes diarios pero también con cierto respeto: los bomberos del parque de la carretera del Saler, los primeros en responder en caso de incendio forestal.

El jefe de bomberos de Valencia, Vicente López, asegura que no tienen «miedo» a un posible incendio forestal, pero reconoce que están «preocupados». «Hay y habrá riesgo», explica López, al frente del servicio de bomberos desde febrero. Para quienes luchan contra el fuego, la Devesa es «la joya del servicio». En caso de incendio en el parque natural, «la movilización es inmediata». Además del parque de El Saler, que cuenta con una dotación mínima de seis bomberos pero en fechas de mucha afluencia de visitantes puede llegar a los 14 especialistas, todo el servicio se «moviliza» en caso de incendio en el parque natural.

La situación en la Devesa es la ideal para un bosque sano y completo pero ciertamente no lo es para un bosque situado tan cerca de un núcleo urbano con más de un millón de habitantes en toda su área metropolitana. Al menos esa es la opinión de varios gestores medioambientales consultados por este periódico que reconocen que el mantenimiento del bosque «es uno de los principales temas» en lo referente a la conservación de la Devesa. Lo ideal, según los medioambientalistas, es permitir que un bosque se desarrolle con normalidad, incluso con árboles muertos. Es la tesis también del Ayuntamiento de Valencia. El servicio de Devesa-Albufera, consultado por este periódico, explicó que las plantas muertas, lo que se conoce como «necromasa», es clave para el crecimiento de un bosque y conforma parte del hábitat de insectos y otras especies animales.

Sin embargo, no es la única «escuela» entre los medioambientalistas. Los hay que creen que es necesario cierto mantenimiento, sobre todo en un parque natural que recibe tanta presión humana (miles de visitantes cada domingo o en festivos). Los vecinos ya pidieron en 2013 al Ayuntamiento de Valencia que practicara un «cordón de seguridad» en torno a los edificios, que había de consistir en podar los árboles más cercanos a las urbanizaciones y los apartamentos. El Consistorio les escuchó y llevó a cabo esa limpieza, que siempre pareció insuficiente a ojos de los vecinos, que esperan que ahora el nuevo gobierno municipal sea más comprensivo con su situación.

El mismo López explica que en la actualidad es imposible practicar ese cordón sanitario en torno a los edificios porque la vegetación está protegida. «Tenía que haberse hecho cuando se construyeron, pero eran otros tiempos. Si ahora se levantaran edificios nuevos podría hacerse», indica.

Lo cierto es que un somero paseo por la Devesa revela multitud de árboles muertos, con sus ramas grises colgando sobre el bosque. En la zona más próxima a la Garrofera y a los complejos de apartamentos, donde buena parte de los visitantes del parque dejan sus coches antes de adentrarse en el mismo o en la zona de playas, cerca del cordón dunar. Además de los arbustos muertos y de las ramas de los pinos que no reciben mantenimiento alguno, por el suelo se pueden encontrar restos de las reuniones de los fines de semana, incluso botellas de cristal tiradas sobre la hojarasca que, en días de sol, pueden provocar incendios.

Los bomberos son conscientes de que en la gestión del parque natural intervienen hasta tres administraciones (Ayuntamiento, Generalitat y Ministerio de Medio Ambiente a través de la Delegación de Costas) y varias concejalías del mismo Consistorio encargadas del mantenimiento de la Devesa. Además de bomberos, vigilan el parque los voluntarios de Protección Civil, de los que López dice que hacen una labor «imprescindible», y los propios vecinos que viven dentro del parque, que suelen ser los primeros en dar la voz de alarma ante cualquier conato. Aunque las patrullas diarias conocen la situación del bosque, con no pocos árboles muertos que podrían prender con facilidad en caso de incendio forestal. «Nosotros no podemos extralimitarnos», indica López.

Con todo, la cercanía del mar «atempera», según el jefe de bomberos, y evita que se llegue a las temidas condiciones consideradas «ideales» para la propagación de un incendio forestal, lo que entre los expertos en la lucha contra el fuego se conoce como «30-30-30»: 30 % de humedad, 30º C y vientos de 30 km/h. Incluso los días de poniente, cuando la vigilancia del parque se extrema, la presencia del mar aumenta la humedad relativa hasta el 40 o el 50 %, lo que reduce las posibilidades de incendio.

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