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Urgente Un hombre mata con un arma blanca a un ladrón que ha entrado a su casa en la calle Ruaya de Valencia
Las víctimas de la fundación que explotaba a los condenados a trabajos sociales relatan ante el juez cómo eran utilizadas en numerosos servicios privados

Las víctimas de la fundación que explotaba a los condenados a trabajos sociales relatan ante el juez cómo eran utilizadas en numerosos servicios privados

«He hecho desde una mudanza en un bar hasta pintar una casa particular», asegura uno de los afectados

A. RALLO

Martes, 22 de diciembre 2015, 20:33

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La trama que explotaba a personas condenadas a Trabajos en Beneficio de la Comunidad (TBC) para intereses particulares exprimía a sus víctimas sin contemplación alguna. Se aprovechaban, sin duda, del desconocimiento del sistema por parte de los afectados. La mayoría, condenados por delitos contra la seguridad vial o violencia de género, no sabía en qué consistían los conocidos como trabajos sociales. Simplemente iban a la Fundación Vecinal Blasco Ibáñez de Loriguilla, y recibían órdenes. Pensaban que aquello era el procedimiento habitual. De entrada, el recibimiento no resultaba acogedor. Un grito del director, Vicente Arnedo, intentaba despejar cualquier atisbo de rebelión: «Soy el comisario de Penitenciaría, y el que lo haga mal, para adentro».

El relato de una de las víctimas de esta trama, en la que está imputado el exalcalde de la localidad de Loriguilla (PP), retrata los más variopintos trabajos a los que fue sometido. En la Ciudad de la Justicia de Valencia le entregaron una carta en la que se le decía que cumpliría su pena en el polideportivo de Loriguilla. Sin embargo, ese fue precisamente uno de los lugares que no visitó. «¿Qué sabes hacer?», le preguntó Vicente. Tras informarle de sus habilidades le dijo que le llamaría. No tardó en hacerlo. La primera vez fue requerido para que barriera la puerta de un bar. Más tarde, se encargó de limpiar las alcantarillas de un polígono. A continuación, le enviaron a un bar de Alaquàs que estaban desmontando «para llevar las cosas» a otro local. Un tiempo después, terminó en la casa de un italiano, en la avenida Barón de Cárcer de Valencia, para «pintarle la casa». Allí eran varios los que se ocupaban de esta tarea. Todos ellos estaban condenados a trabajos en beneficio de la comunidad.

Este testigo, que recientemente ha declarado ante el juez instructor, apenas ponía reparos a los encargos que recibía. Sólo se opuso a un servicio en un pueblo Castellón. «El dinero para poder ir allí me lo dejaban mis padres», confesó al magistrado.

La variedad de trabajos no se limitaba a lo anterior. Sí aceptó la vigilancia de un terreno en el que tenía que dar de comer a los caballos.

El hijo del máximo responsable de la fundación le llamó un buen día para encargarle otro cometido. En este caso repartir propaganda de un centro de ocio. La imaginación de los responsables de la fundación Vicente Blasco Ibáñez no tenía límites. «Me envío a Xirivella a una fábrica de embutidos. Allí reparaba máquinas y alguna cámara frigorífica». Desde la fundación vecinal, que se beneficiaba de esta mano de obra gratuita, se sospecha que luego recibía una compensación económica de las empresas o particulares.

No es el único testimonio que pone contra las cuerdas a los citados responsables. Otro hombre, de 40 años de edad, declaró recientemente que entre las actividades que le encargaron destacaba la limpieza en una granja de corderos. «Estuvimos limpiando la sangre porque habían hecho una matanza». Esta víctima de la red recuerda incluso cómo les mandaron «a coger bellotas» a Gilet. Al igual que el resto se desplazaba en su vehículo particular. El combustible corría de su bolsillo.

Estos dos testigos también coinciden en una práctica de la que ya informó LAS PROVINCIAS. El uso de productos del banco de alimentos. Al parecer, iban en una furgoneta a las instalaciones de la Pobla de Vallbona y los recogían. En algunas ocasiones, parte de estos artículos se entregaban a las víctimas de esta explotación como gratificación por su trabajo.

Otra de las persona que han pasado recientemente por el juzgado de Instrucción número 2 de Lliria confirmó lo que ya apuntaba la investigación de la Guardia Civil. Existía supuestamente una vía para librarse de este tipo de trabajos. Pagar a Vicente por no asistir.

La trama, que pivotaba alrededor de la fundación y la familia del presidente Vicente Arnedo, se beneficiaba incluso de fondos públicos. Por ejemplo, en un año sufragaron 6.000 euros en combustible con vales del ayuntamiento. El fraude se perpetró durante varios ejercicios. Las sospechas aparecieron tras algunas quejas de las víctimas. Finalmente, el Gobierno tomó cartas en el asunto. Instituciones Penitenciarias se reunió con los miembros de la fundación vecinal Blasco Ibáñez a finales de 2012. Prisiones canceló el convenio al desconfiar de las explicaciones de los presuntos extorsionadores. La Guardia Civil inició entonces una investigación. Y tras esta se produjeron las detenciones.

La entidad presentó en 2012 un expediente de extinción, que todavía no se ha cerrado. Durante los años anteriores recibió subvenciones de la Generalitat Valenciana. En 2010, algo más de 13.000 euros de la Conselleria de Solidaridad, que entonces dirigía Rafael Blasco.

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