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Puerta del ascensor de la estación de metro de Alameda.
La suciedad oculta la arquitectura de Calatrava en la estación de Alameda

La suciedad oculta la arquitectura de Calatrava en la estación de Alameda

La última limpieza integral se realizó en 2010 y el polvo negro recubre parte de la espectacular cubierta

Paco Moreno

Jueves, 3 de diciembre 2015, 20:38

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El último lavado de cara se realizó a principios de 2010 y costó 800.000 euros, lo que da idea de la complejidad del mantenimiento de la estación de metro más singular de Valencia, situada en el jardín del Turia, obra del arquitecto Santiago Calatrava y donde la suciedad se adueña poco a poco del característico color blanco de sus construcciones.

La estación de Alameda adolece de la falta de presupuesto general que sufre la Generalitat, con un tizne negro producto del polvo que al acumularse sobre las vigas simulan que la espectacular cubierta tiene dos colores. Además, el diseño tiene unos ángulos tan acusados que todavía hace más visible la ausencia de mantenimiento.

La última esperanza se encuentra en el reparto de los 1,1 millones de euros que se gastará Metrovalencia los dos próximos años para mejorar la limpieza de 36 estaciones en superficie, 24 apeaderos y 35 recintos subterráneos, así como a reparar desperfectos tales como desconchados y averías de instalaciones.

Muchos lugares y poco presupuesto, aunque no se descarta que parte de ese dinero vaya a parar a la estación Alameda. Fuera, en el jardín del Turia, la situación no es mucho mejor, con desprendimientos de granito en algunos respiraderos, amén de la misma suciedad en los bajos del puente de Exposición que en el suburbano. La parte que da aguas abajo es la que presenta un mayor grado de suciedad, como si marcara la dirección del viento.

La estación de Alameda entró en servicio el 5 de mayo de 1995 y entonces se consideró un alarde de la ingeniería, al conjugar un recinto con las vías a diez metros de profundidad y con la cubierta en la misma cota que el jardín, para evitar barreras.

La popular peineta, de 163 metros de longitud sin ningún pilar, fue algo discutida en principio por su impacto en el paseo de la Alameda, aunque con el paso de los años se ha convertido en parte indispensable de este paisaje.

Pero pasados seis años desde su última puesta a punto, los problemas son más que evidentes. Sí que han aguantado enteros los lucernarios de cristal que sustituyeron a los agrietados entonces, aunque por el resto se nota el paso del tiempo.

Las imponentes vistas de la estación desde los dos vestíbulos que tiene quedan así empañados, nunca me dicho, por las partículas que suben desde las vías. Pese a que se trata de un transporte movido con energía eléctrica, de los túneles emerge una especie de hollín que estropea por completo el efecto de la estación.

El plan dispuesto por Metrovalencia para los próximos dos años estará destinado a reparar desperfectos que exceden del mantenimiento ordinario, como los causados por vandalismo, diversos desprendimientos, roturas graves o rehabilitaciones. Además de todo eso, en el caso de la estación de Alameda es urgente una limpieza integral.

En las 36 estaciones de metro en superficie y 24 apeaderos, se incluirán los edificios de las estaciones y otras dependencias destinadas a locales técnicos o almacén, andenes y sus accesos, mobiliario urbano, vallados, aparcamientos y jardines propiedad de Ferrocarrils de la Generalitat.

En las subterráneas, el mantenimiento se reforzará en todos sus elementos estructurales y arquitectónicos que constituyen los accesos desde superficie, vestíbulos, andenes, cuartos técnicos o destinados a personal, sin incluir las vías ni los túneles.

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