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Portada del almanaque del año 1917.
La Traca, el histórico Charlie Hebdo valenciano

La Traca, el histórico Charlie Hebdo valenciano

Este semanario satírico, uno de los más notables que se recuerdan, destacó por su agudeza y el tratamiento ácido de los temas

Francisco Pérez Puche

Lunes, 19 de enero 2015, 12:11

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De entre las docenas de publicaciones satíricas valencianas que fueron, por lo general, flor de unas pocas semanas, hay una que sobresale y se conserva en la memoria oral de la tierra: La Traca. Satírica, grosera, irreverente, la revista vivió perseguida por el escándalo y por los jueces de guardia y se hizo la más popular en diversas etapas de publicación.

Desde muchos aspectos, el semanario La Traca puede compararse con el Charlie Hebdo que ha sido víctima del terrorismo islamista. Su agudeza y el tratamiento ácido de los temas le dieron una popularidad enorme pero le hicieron víctima, también, de persecuciones legales. Aunque no consta que hubiera atentados o agresiones físicas contra esta, ni contra ninguna otra revista satírica valenciana, las incidencias y tropezones del periodismo satírico valenciano se podrían contar por cientos.

Aunque los estudiosos remontan la tradición valenciana de la sátira y la crítica hasta el siglo XV, donde abundan ya los ejemplos, el semanario La Traca nació en el rico caldo de cultivo de la prensa satírica valenciana del siglo XIX. Fue fundado el 15 de noviembre de 1884, a impulsos de Manuel Lluch Soler y Luis Cebrián Mezquita, que eligieron para dar apellido a la revista el de Semanari pa la gent de tro; es decir para todo lo que fuera ruido, crítica popular y populista, anticlerical e iconoclasta

Nunca cuidaron los autores de La Traca la ortografía valenciana, por otra parte inexistente en la época. Tampoco se esmeraban en la calidad literaria. Iban al grano, a lo sencillo. Y buscaban el valenciano más vulgar y popular, para llenarlo en ocasiones de castellanismos (espardenyaes) que le daban el estilo ramplón que se buscaba. Su crítica, por esa vía, era de sal gruesa y estaba dirigida, principalmente, a la monarquía y las clases dirigentes, al clero y la burguesía, y a todos los abusos que el pueblo pudiera sufrir, desde los consumos hasta los precios de los alimentos.

En su primera etapa, de 113 números que llegan hasta 1887, colaboraron notables dibujantes valencianos. Mientras la gente de orden decía huir de ella, escandalizada, hubo ocasiones en las que sus tiradas superaban a las de los periódicos diarios. No hay estudios documentales que lo acrediten pero Ricard Blasco, uno de los mejores estudiosos de la prensa antigua valenciana, habla de hasta 12.000 ejemplares de venta, una cifra enorme para la ciudad y su zona de influencia.

Desde casi el primer número, la publicación fue estrechamente perseguida por los tribunales. Blasco informa que el director fue encarcelado en tres ocasiones, acusado de duras críticas a la Corona y al rey Alfonso XII. Esos problemas se repetirían en las siguientes fases o etapas de la publicación, donde usó el título de La Nova Traca (1894) y La Traca Nova, fase que arranca en 1912 y llega hasta la Guerra Civil, de la mano de la mano del editor Vicent Miquel Carceller, aunque con un largo paréntesis de suspensión a causa de la Dictadura (1924-1933) en que la revista se llamó La Sombra.

En estas fases del siglo XX, los colaboradores, tanto artísticos como literarios, crecieron en número y en calidad. Los mejores dibujantes valencianos -desde Folchi a Pertegás o Arturo Ballester- trabajaron en sus páginas, que muy pronto tomaron un tono más político e izquierdista, decididamente antifascista en los años finales. En la etapa republicana recobró la popularidad satírica de la época fundacional y se abrió un hueco en la memoria colectiva valenciana con números especiales dedicados a las Fallas, o el Carnaval, y con un humor, donde lo sexual fue potenciado, que entonces se llamaba sicalíptico.

El franquismo y su censura terminaron con la publicación. Y con la libertad y la vida de su propietario, Vicent Miquel Carceller, procesado y condenado a muerte. Fue fusilado en Paterna, en 1940, según noticia que da Charo Alcaide en un interesante estudio del personaje.

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