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Paco Moreno
Jueves, 18 de septiembre 2014, 23:59
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En el edificio del número 5 de la calle Salinas vivían un par de familias hasta hace unos años, cuando la Generalitat decidió acometer el plan de recuperación de la muralla musulmana. Tras extensas discusiones y cambios de decisiones por las reivindicaciones vecinales, el documento vio la luz en 2005, cuando estaba a punto de pasar la oportunidad debido a la crisis económica.
Hoy ya no vive nadie en la finca, cubierta de redes y totalmente arruinada. El plan está muy lejos de ser resuelto debido a la tardanza en las expropiaciones y el Boletín Oficial de la Provincia publicó ayer una resolución del ayuntamiento donde se reclama a la propiedad que evite el desplome del edificio.
La lista de deficiencias que deben subsanarse parece una película de terror. se habla de descontaminación, debido a que existen elementos de amianto en algunos tramos de la cubierta.
También del desescombrado de la parte de la finca caída hace años, así como el saneado de las partes inestables y la revisión de la fachada protegida.
Después aparece el motivo de que la finca estuviera dentro del plan citado. Revisión y protección de los restos de la torre y muralla árabe protegida se indica en el anuncio del Boletín. El tramo de fortificación está en la parte trasera, aunque no forma parte del inmueble como sí ocurre en otros casos del mismo barrio.
El portavoz de la asociación de vecinos afectados por el plan, Josep Montesinos, comentó ayer que las viviendas en estado de ruina son las últimas del proyecto, casi pegadas a la calle Caballeros. En su momento alguno vecinos pidieron la rehabilitación, aunque no se hizo nada, dijo.
Montesinos recuerda como si fuera ayer el derrumbe de parte del edificio. A la vecina afectada no le dejaron entrar por motivos de seguridad. Un día se encontró con parte de su ropa en el Rastro porque habían entrado a robar.
Pese a la degradación de la zona, el portavoz destacó la belleza y singularidad de la calle Salinas, más bien un callejón irregular con entrantes y salientes. Esos edificios son los que aportan lo mejor y están desapareciendo, aseguró. En su momento se habló de que el inmueble formara parte de un equipamiento cultural socio-cultural, aunque eso fue hace casi 15 años.
En cuanto a la situación de la zona, comentó que la limpieza va a rachas, aunque el problema es que el material elegido para el pavimento es muy sucio, es decir, que coge todos los residuos y es muy difícil limpiarlo.
Además de estas quejas, hay casos inexplicables para los residentes como el retraso en la entrega de llaves de las viviendas de una finca de la calle En Borrás. Están acabadas después de unas obras que duraron dos años, pero nadie en el barrio sabe el motivo de tanta demora.
También hay edificios donde los vecinos se mantienen a la espera de la recuperación de la zona. Es el caso del número 3 de la plaza Beneyto y Coll, donde pese a las deficiencias en la fachada, hay dos viviendas totalmente rehabilitadas y en buen estado de conservación.
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