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Paisaje de zona de guerra de lo que fue el zoológico de Viveros, ayer.
Abandono en el zoo de Viveros

Abandono en el zoo de Viveros

El ayuntamiento confía en recibir los fondos de la Generalitat para transformar el recinto en un jardín, además de la mejora en la trasera del Museo de Bellas Artes

PACO MORENO

Jueves, 15 de mayo 2014, 00:07

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Hay un agujero enorme por donde se puede pasar al antiguo zoológico de Viveros, en la parte que recae al Museo de Ciencias Naturales. Cualquiera que lo desee, si no se lo impide algún inspector de Jardines, puede descubrir en lo que se ha convertido el viejo zoo de la ciudad, cerrado desde el 31 de julio de 2007.

La apertura del Bioparc supuso el final de una instalación provisional por la que pasaron generaciones de valencianos durante más de tres décadas. Como ocurre con frecuencia en esta ciudad, lo efímero se consolidó como la única alternativa para contemplar un hipopótamo, una jirafa o un orangután.

En lugar del bullicio de los niños y el asombro de muchos al comprobar el tamaño de los colmillos del león, ahora sólo queda un montón de matorrales, basura y restos del saqueo practicado de manera sistemática los últimos siete años.

El ayuntamiento ha incluido la transformación del ruinoso recinto, unos 4.000 metros cuadrados, en una ampliación del jardín de Viveros dentro de las inversiones del Plan Confianza de la Generalitat. La última modificación ha consistido en añadir otra parcela colindante con el museo de Bellas Artes, que ahora se utiliza sólo como almacén de material de obra del jardín.

Así las cosas, el consistorio está en manos de la Conselleria de Hacienda y la transferencia de dinero para encargar la ejecución del proyecto. Mientras, los técnicos municipales perfilan el diseño de la zona verde, que servirá también para eliminar el tapón urbanístico de la calle Pintor Genaro Lahuerta.

Hasta que llegue ese momento, lo único realizado ha sido una primera limpieza de urgencia, hace unos meses y donde se llevaron varios camiones de restos de poda, matorrales y otros residuos. Pero las entradas en el viejo zoológico son evidentes y buena parte de la alquería de las antiguas oficinas están cubiertas con pintadas.

«Esto es una vergüenza, está así porque no lo abren», decía ayer una señora a su acompañante mientras señalaba una ventana cegada con un burdo tablón, junto a uno de los accesos desde la calle Pintor Genaro Lahuerta. El abandono del zoológico se complica todavía más por la presencia de una agencia de lectura hecha con fondos del Plan E, pero que por desgracia se diseñó con la puerta hacia el jardín, es decir, hacia un montón de basura.

Esa es la razón de que la única utilidad de todos los terrenos hasta ahora haya sido la creación de una colonia de gatos callejeros, supervisada por voluntarios que han llegado a colocar un cartel rogando que no toquen los platos.

La desaparición de los altos setos ha dejado al descubierto los muros de bloque de hormigón enfrente del paseo principal de Viveros, mientras que junto a la antigua puerta se abre la vegetación para entrever las ruinas de lo que fueron los cobijos de los animales.

La demora en las obras es de tal calibre que el director del zoológico, Ignacio Docavo, decidió donar a la Facultad de Ciencias Biológicas su colección de insectos, en lugar de confiar en la creación de una exposición permanente vinculada al Museo de Ciencias Naturales.

Es un ejemplo más de los vericuetos que ha pasado esta iniciativa, que ahora se quiere dar carpetazo con la inversión del Plan Confianza. Las ocupaciones ilegales y los saqueos han provocado también el incendio parcial de la alquería que acogió las oficinas del recinto. El inmueble está protegido por su valor patrimonial y debe incorporarse al proyecto de remodelación.

La reurbanización servirá también para las mejoras en toda la trasera del Museo de Bellas Artes, en la calle Vuelta del Ruiseñor, así como la eliminación de varios solares que ahora son refugio de indigentes y vertederos ilegales.

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