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Fotomontaje con las gafas de bajo coste para niños africanos y los drones que reparten medicinas. R. Parrado
Tecnología para tratar de igualar el mundo

Tecnología para tratar de igualar el mundo

Desde drones para llevar medicamentos a zonas recónditas, hasta un lector de las venas de la mano para identificar a los niños de la calle en la India. Particulares y multinacionales ayudan a miles de personas en todo el mundo a través de internet y de herramientas innovadoras

josé a. gonzález

Madrid

Domingo, 14 de enero 2018, 08:49

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La tecnología y el mundo digital han cambiado la vida de muchos a lo largo del planeta, pero la digitalización y el despliegue de la red de redes también ha ampliado la brecha entre los países desarrollados y el resto.

Las ventajas digitales han permitido la comunicación inmediata y acceder a la información con un clic. Sin embargo, «este privilegio no está presente en todas las sociedades», según Unicef y su informe anual 'El Estado Mundial de la Infancia 2017: niños en un mundo digital'.

La brecha de Occidente con el resto de países es cada vez mayor. El porcentaje de adolescentes sin acceso a la Red en Europa es tan solo del 4%, mientras que seis de cada diez jóvenes africanos no saben qué es internet.

Cerca de 346 millones de personas en todo el mundo no tienen acceso a la Red de redes, pero las ONG y el resto de entidades sociales han aprovechado la ola tecnológica para intentar reducir las desigualdades entre primer mundo y el resto de países.

Con la llegada de la Navidad, las campañas solidarias se multiplican y los clics solidarios inundan la Red para reducir la brecha entre ambos polos y muchas plataformas han usado estas herramientas para promover su lado más solidario.

Naciones Unidas y el Programa Mundial de Alimentos han creado una aplicación para ayudar a erradicar el hambre en el planeta. Con tan solo la donación de 40 céntimos de euro puede conseguirse que un niño esté alimentado durante todo un día. Pueden, además, programarse donaciones con carácter mensual. Después, basta con hacer clic en la opción ‘compartir una comida’.

En la misma línea pero diseñada por Acnur, su plataforma funciona de modo semejante a un juego en el que cada uno de los usuarios debe de ponerse en la piel de un refugiado y resolver situaciones similares a las que estos se han de enfrentar a diario en su búsqueda de una vida mejor. Y más en particular, hay proyectos que usan las herramientas que acerca la tecnología para paliar la falta de recursos que existe más allá de Occidente. Estos son los ejemplos más relevantes.

Drones ambulancia

En la Unión Europa, cerca de 800.000 personas sufren un ataque cardíaco cada año y tan sólo un 8% sobrevive. La rapidez es el elemento esencial para vencer a estos problemas de salud. Los drones son capaces de alcanzar una velocidad de 100 km/h y cuentan con un GPS para localizar el punto exacto desde donde se ha realizado la llamada de auxilio. Pueden alcanzar un radio de acción de 12 kilómetros, por lo que de contar con una red de drones-ambulancia adecuada y colocada de forma estratégica podría salvar muchas vidas.

Las aplicaciones médicas de los drones suponen la llegada a zonas rurales con difícil acceso. La compañía californiana Zipline utiliza esta tecnología para suministrar medicina de emergencia y bolsas de sangre en Ruanda. El proyecto comenzó en octubre de 2006 y ya ha repartido cerca de 3.000 unidades de sangre.

En la misma línea trabaja Matternet , una compañía que llega a las zonas rurales o que han sido víctimas de catástrofes naturales para enviar suministros médicos, alimentos o cualquier otro bien que sea necesario. Los drones son capaces de transportar hasta 4 kilos de peso, por lo que en casos de catástrofes naturales es el aliado perfecto porque puede suministrar servicios básicos en zonas de difícil acceso para los vehículos.

Leer las venas de la mano para identificar niños

Millones de personas en el mundo carecen de un documento que certifique su identidad, haciéndolos invisibles. Solo en India, 11 millones de menores están en esta situación. Ante esta catástrofe, la organización Itwillbe decidió ponerle fin con la implantación de un sistema de identificación biométrica a través de la tecnología Palm Vein desarrollada por Fujitsu. Se trata de un lector de venas de la palma de la mano que consigue identificar fidedignamente a cualquier persona, aunque por el momento el proyecto se reduce a los niños de la calle en Bangalore (India).

El sistema se basa en un lector que captura e identifica a los usuarios mediante exploración infrarroja de las venas y su oxígeno, a través de la palma de la mano en apenas un segundo. Cada patrón es único y se mantiene durante toda la vida. El reflejo de los rayos infrarrojos emitidos iluminan la palma de la mano y son absorbidos por la hemoglobina de la sangre. En cuestión de segundos aparece la fotografía de las venas en el sistema. «El patrón no cambia con la edad, lo cual hace la solución altamente fiable en proyectos con niños», explica a Innova+ Arancha Martínez, fundadora de Itwillbe.

El proyecto denominado ChildMISS tiene como objetivo llegar en el futuro a los 11 millones de niños afectados en todo el país. Se trata de un trabajo «solidario, fiable, autónomo, portable, multilingüe, sencillo y seguro», que se ha iniciado ya en la ONG Don Bosco para crear una base de datos correcta de los menores y hacer más eficiente el trabajo de intervención social de los centros, explica Ignacio Garicano, director de Responsabilidad Social Corporativa de Fujitsu.

Grandes altruistas

Los gigantes de Silicon Valley también tienen entre sus objetivos varios proyectos solidarios y su misión es llevar internet al mayor número posible de lugares. Google trabaja en dos plataformas: Project Loon y Free Space Optical Communications (FSOC, por sus siglas en inglés). La primera se ha probado con éxito en Puerto Rico tras el paso de huracán María: un ejército de globos presurizados ha conseguido devolver la conexión a internet a la pequeña isla estadounidense.

Los gigantes de Silicon Valley tienen entre sus objetivos llevar internet al mayor número de lugares

Se trata de una red de globos atmosféricos presurizados que se sitúan en la estratosfera a una altura de entre 10 y 50 kilómetros sobre el nivel del mar. Con este sistema se ha garantizado «comunicación básica» y actividades en internet para «algunos usuarios» con teléfonos dotados del estándar inalámbrico LTE para que pueden enviar mensajes de texto y acceder a información online.

La plataforma FSOC, en cambio, pretende llevar esa conexión desde la estratosfera a ras de suelo gracias a haces de luz. Según X, una compañía de Alphabet, esta tecnología ofrece el mismo servicio que la fibra óptica por cable, «pero sin el cable».

Uno de los rivales de Google en esta fiebre solidaria es Facebook, que pretende llevar la conexión a todo el mundo por el cielo, como predica su fundador Zuckerberg. Su nave, un dron llamado Aquila que se mueve gracias al sol. Sus primeras pruebas han sido exitosas con 1 hora y 46 minutos de vuelo. Según sus planes, la flota de drones Aquila podrían llevar internet a más de 4.000 millones de personas en todo el mundo en unos años.

Lentes solidarias

Otros proyectos están encaminados específicamente a mejorar la calidad de vida de las poblaciones con algún tipo de minusvalía en entornos más desfavorecidas. El precursor es el físico alemán Martin Aufmuth, que en un viaje a África observó que decenas de niños no podían ir a la escuela -entre otros problemas- por problemas de visión.

El proyecto One Dollar Glasses ayuda a que los niños africanos con problemas de visión puedan ir a la escuela

De vuelta a casa, Aufmuth encontró en un pequeño comercio unas lentes, que a la postre serían la salvación de esos jóvenes africanos. Este es el germen de OneDollarGlasses, un proyecto que pretende solucionar el problema de visión en el continente africano a muy bajo coste y también ayudar a cualquiera a elaborar esas lentes.

El diseño del físico alemán cabe en una caja de 30 x 30 x 30 cm, pensada para llegar hasta los más remotos lugares. Cada caja contiene 25 tipos diferentes de lentes prefabricadas, que varían entre las -6 y las +6 dioptrías. Están hechas de policarbonato, un material mucho más resistente que el vidrio que habitualmente se emplea para su fabricación. Estas lentes son muy ligeras para ellos y se ensamblan fácilmente en una sencilla montura de alambre de acero.

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