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ARTURO CHECA
VALENCIA.
Sábado, 20 de enero 2018, 00:51
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Jugando con el sufrimiento ajeno, con la precaria situación de seres humanos atrapados entre el fuego de la guerra en Siria e Irak y el fanatismo del Daesh, los integrantes de la mafia de tráfico de personas se habían hecho de oro. Y para ello no dudaban incluso en drogar y golpear a sus víctimas. Es uno de los últimos detalles conocidos de la mafia que enviaba a refugiados de la Comunitat al Reino Unido en camiones frigoríficos: si las familias de inmigrantes, entre las que había bebés, se ponían nerviosos o entraban en pánico mientras viajaban en los remolques, uno de los integrantes de la organización delictiva que les acompañaba les suministraba algún sedante o llegaba a pegarles para evitar ser descubiertos.
Así se señala en la nota oficial emitida ayer por el Ministerio del Interior que desgrana la 'operación Brócoli', llevada a cabo de manera conjunta por Policía Nacional, Guardia Civil y Europol y adelantada en exclusiva por LAS PROVINCIAS el pasado miércoles. La magnitud del criminal beneficio obtenido por la red de inmigración ilegal se constata con el volumen de traslados que habrían llevado a cabo con los refugiados. «Los investigadores atribuyen a la organización el tráfico ilícito de más de un centenar de personas durante el pasado año», señala la nota.
Los inmigrantes pagaban cantidades que oscilaban entre 3.000 y 10.000 euros. Tenían hasta tarifas. El precio más bajo era para los viajes en los que las familias de kurdos e iraquíes se introducían en camiones de manera subrepticia sin que lo supieran los chóferes. En estos casos los trayectos se prolongaban hasta 40 horas. Casi dos días sumidos en espacios reducidos y apenas a cuatro grados de temperatura, lo que dejaba a los refugiados al borde de la asfixia o la congelación.
El precio más elevado se aplicaba si los refugiados se desplazaban hasta Gran Bretaña en avión -en este caso con documentación falsa- o en autocaravanas, otro de los métodos de transporte empleado por la organización criminal. Los dos camiones frigoríficos interceptados entre febrero y marzo del año pasado en Teruel con una docena de inmigrantes, la mitad de ellos menores de edad, después de que en uno de los casos un refugiado llamara con su móvil al 112 al temer por su vida, no han sido los únicos casos detectados. En Chiva, según Interior, también se descubrió en esa fecha a dos ciudadanos iraquíes escondidos entre la carga de un camión frigorífico.
Los trailers en los que se colaban los refugiados seguían dos rutas: por el corredor Cantábrico-Mediterráneo hasta puertos del norte de España, como Santurce y Santander; o bien a través de puertos y pasos fronterizos del norte de Francia, como Calais o Dunkerque.
La operación conjunta de Guardia Civil y Policía Nacional fue coordinada por el Centro de Inteligencia y contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), para descabezar la mafia en España y sus ramificaciones en otros países. El epicentro estaba en Valencia. Aquí se produjeron cinco detenciones y otra en Bilbao. Dos de ellos, un matrimonio en la Fuensanta con tres hijos, como ya publicó LAS PROVINCIAS. El cabecilla también se asentaba en la capital, un ciudadano iraquí nacionalizado español que coordinaba el traslado de los refugiados por los diferentes países de Europa por los que transitaban antes de llegar a territorio español.
La red contaba con contactos en el Kurdistán iraquí, la zona en la que captaban a los desplazados por la masacre del Daesh. Se fijaban especialmente en familias con niños. Directos al corazón de la necesidad y el drama humano. En cada uno de los países por los que circulaban los inmigrantes (Polonia, Alemania, Suiza...) se sospecha que había colaboradores de la mafia, por lo que la operación sigue abierta.
Otros integrantes de la red eran los llamados 'pasadores', auténticos especialistas en reventar los precintos que protegen el exterior de los remolques de los camiones y que lograban introducir a los grupos en las cámaras frigoríficas. Su sofisticado método les permitía luego volver a colocar los sistemas de seguridad externos para que los chóferes no se percataran de que alguien había accedido al interior de la carga. Dentro recolocaban la carga del camión (casi siempre hortalizas) y acondicionaban un pequeño hueco en el que se sentaban los pasajeros para el infernal viaje.
Otros integrantes de la organización de menor nivel llevaban a cabo el alquiler de los vehículos o reserva de alojamiento, obtención de billetes de avión o tren y tareas similares. Esta es la acusación sobre los otros detenidos en Valencia. Todos pasaron ayer a disposición del juzgado de instrucción número dos de Teruel. Al cierre de esta edición aún seguían declarando.
Los agentes registraron en Valencia cinco casas y un local comercial, en los que intervinieron 15.000 euros y 8.000 dólares en efectivo. También se ha embargado una vivienda, un vehículo y se han bloqueado varias cuentas bancarias.
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