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Una vecina mira la puerta del piso donde vivía Valentín. toni blasco
Hallado muerto en su casa de Valencia tras siete años

Hallan el esqueleto de un hombre de 45 años que llevaba muerto siete en su casa de Valencia

Los vecinos y un hermano del difunto creían que se había ido a Santander y no sospechaban que había fallecido pese al hedor

TONI BLASCO/J. MARTÍNEZ

VALENCIA.

Jueves, 22 de febrero 2018, 13:50

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La trágica historia de Valentín L. P., que ahora tendría 45 años, se remonta a siete años atrás cuando murió en su domicilio en Valencia sin que su hermano ni sus vecinos se percataran. Su esqueleto fue hallado el martes por la noche sobre su cama. El hombre falleció en 2011 cuando tenía 38 años y hasta ahora nadie había notado su ausencia, porque todo el mundo creía que se había marchado por voluntad propia a Santander, como comentó días antes de fallecer.

Tras años sin tener noticias de Valentín, su propio hermano, José Agustín L. P., se presentó sobre las ocho de la tarde del martes, acompañado por un cerrajero y otros dos hombres, en la vivienda donde residía el difunto en el numero 3 de la calle Pintor Maella de Valencia. Llamó a un vecino y le dijo que había ido para entrar en el piso, que es propiedad de ambos hermanos desde que sus padres fallecieron hace más de 15 años.

Presentía el macabro hallazgo y no quiso entrar el primero. Cuando el cerrajero terminó de abrir la puerta, el hombre se quedó con su amigo y vecino en el rellano del cuarto piso. Una de las personas que le acompañaban se adentró en la vivienda hasta llegar al dormitorio. Sobre la cama yacía el esqueleto momificado de quien se supone que era su hermano.

A los pocos segundos, el hombre salió de la casa para darle la mala noticia a Agustín, que empezó a llorar en el hombro de su amigo. «Algo así me temía», dijo con tristeza. A partir de ese momento, el trasiego de policías precedió a la comitiva judicial en un entramado de viviendas con más de 500 vecinos que conforman la conocida como finca del Tutú. Los comentarios corrieron como la pólvora. «Han encontrado a Valentín muerto en el piso», gritó una mujer. Pasadas las diez de la noche, empleados del retén fúnebre bajaron los restos mortales en una bolsa y los trasladaban al Instituto de Medicina Legal de Valencia.

La vida de Valentín ha estado marcada por la desdicha. Con 20 años perdió a su padre al ser arrollado por un vehículo. Su madre se quedó inválida y falleció en una residencia. Su único hermano se fue de casa y Valentín no trabajaba, aunque cobraba una pequeña pensión. Sumido en la tristeza, el hombre empezó a coquetear con las drogas y en dos ocasiones ingresó en centros de desintoxicación. En la última conversación con su vecina Amparo, Valentín predijo su final: «Me voy de aquí. Ya no os voy a molestar más». A la mujer no le extrañó, pero pensó que se había marchado de nuevo a algún centro de desintoxicación.

El piso permanecía cerrado día tras día sin que los amigos que habitualmente lo visitaban aparecieran tampoco por la finca. Su vecino de la vivienda contigua detectó un hedor fuerte y desagradable en el rellano, pero lo achacó a la poca higiene que había en la vivienda y a las heces de los perros y gatos de Valentín.

El hombre tapó las juntas de la puerta con trapos para evitar el mal olor y la salida de cucarachas, porque creía que su vecino volvería pronto, pero siete años después descubrió que Valentín había fallecido en la miseria y soledad. Los dos perros y los gatos de Valentín no estaban en el piso.

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