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A. RALLO
Viernes, 4 de diciembre 2015, 00:32
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El Tribunal Supremo ha anulado la sentencia de la Audiencia de Valencia que absolvió a once personas, entre ellas dos guardias civiles destinados en Tavernes Blanques, de integrar una banda de narcotraficantes dedicada a introducir droga por el puerto de Valencia. El fallo inicial consideraba que los pinchazos telefónicos se autorizaron sin indicios tan sólo «sospechas y conjeturas». Y esto supuso «una insoportable intromisión en la esfera de la intimidad». Esas escuchas permitieron en su día obtener un importante caudal probatorio. No obstante, la nulidad tumbó todo lo que nació a partir de esas intervenciones.
El Supremo sostiene ahora que sí existía suficiente base para autorizar los pinchazos. Critica que la Audiencia hiciera un análisis individualizado de cada uno de los indicios cuando esta evaluación debe ser «conjunta». Sólo esa pluralidad permitiría superar «la simple sospecha». La resolución recuerda los indicios que constaban contra los dos guardias. Entre ellos, el alto nivel de vida de los dos agentes o la intervención de un kilo de cocaína sin que existiera una investigación previa. La decisión del Supremo supone aceptar el recurso interpuesto en su día por la Fiscalía de Valencia.
¿Un nuevo juicio?
La sentencia ordena que se dicte otra resolución en la que se tenga en cuenta el resultado de las intervenciones telefónicas. De entrada, no sería necesario la celebración de un nuevo juicio. Sin embargo, las defensas serán las más interesadas en que todo el proceso se repita desde el principio. No hay que olvidar que este proceso, que deriva de la conocida operación Gorrión, fue una de las grandes macrocausas a las que se enfrentó la Audiencia el pasado año. Se celebraron más de 20 sesiones a lo largo de varios meses. Otros seis procesados en esta causa, en cambio, fueron condenados a penas de entre dos y nueve años de prisión. Entre ellos, el principal cabecilla del entramado criminal.
El grupo delictivo se encargaba supuestamente de recibir cargamentos de cocaína en contenedores que llegaban al puerto de Valencia desde Sudamérica. La organización fue desarticulada a finales de 2008 cuando trataban de introducir cerca de 60 kilos de estupefacientes.
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