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El violador que llevaba una doble vida

El agresor sexual atacaba a prostitutas por la noche cerca del Cementerio de Valencia y luego regresaba a su hogar en Llíria con su esposa y sus dos hijos

Javier Martínez

Lunes, 13 de abril 2015, 21:38

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La Sala Segunda del Tribunal Supremo ha confirmado la pena de 89 años de cárcel que impuso la Audiencia de Valencia a Fernando C. S. por violar y robar a cinco prostitutas tras atarlas con bridas y taparles los ojos con un esparadrapo o cinta aislante. De esta forma, el alto tribunal rechaza los argumentos del recurso presentado contra la sentencia que condenó al violador múltiple en julio de 2014.

Los violentos hechos tuvieron lugar entre agosto de 2007 y junio de 2011. El violador múltiple contactó en diferentes noches con cinco mujeres en la zona de la avenida Barón de Cárcer de Valencia. Las víctimas eran prostitutas que accedieron a mantener relaciones sexuales con el individuo tras convenir un precio. Todas subieron al vehículo del violador, y aprovechando que estaban de espalda, el hombre les puso en la espalda un objeto punzante en tres ocasiones y un cuchillo en las otras dos, para inmovilizarlas tras atarles las manos a la espalda con bridas, taparles los ojos y amezarlas también con cortarles el cuello.

En esa situación, Fernando C. obligó a las víctimas a que le hicieran una felación y las agredió también con penetración vaginal. Antes de marcharse, el violador se apoderaba de los teléfonos móviles, el bolso y el dinero que llevaban las mujeres. Además, a tres de ellas las abandonó maniatadas en lugares apartados junto al Cementerio General de Valencia y en una urbanización de San Antonio de Benagéber.

Una ardua investigación de la Guardia Civil de Valencia, con la elaboración de un perfil criminológico, posibilitó la detención del violador múltiple en julio de 2012 en Llíria. Fernando C., casado y padre de dos hijos, llevaba una doble vida. Lobo y cordero bajo una misma piel. Ataba con bridas a mujeres por la noche para llevarlas a descampados y violarlas, y luego regresaba a su hogar con su esposa y sus dos hijos en una tranquila zona residencial a las afueras de Llíria.

La Audiencia de Valencia condenó a Fernando C. S. por dos delitos de detención ilegal, cinco de violación, otros cinco de robo con violencia e intimidación, uno de ellos con uso de instrumento peligroso, y tres faltas de lesiones.

La sentencia fue recurrida por el abogado del procesado, pero el Tribunal Supremo rechazó todos los argumentos alegados en relación con las muestras de ADN y las pruebas biológicas recogidas. Además, el alto tribunal destaca el hecho de que tres de las víctimas le reconocieron en rueda de reconocimiento de forma clara e indubitada.

Las investigaciones que posibilitaron la identificación y captura del violador se iniciaron en el año 2007. Con el nombre de operación Oeste, los agentes del Equipo Mujer-Menor (Emume) de la Guardia Civil de Valencia agruparon varias denuncias por violación de mujeres que ejercían la prostitución en la avenida del Oeste y sus alrededores, en el centro Valencia.

Pronto averiguaron que los delitos eran cometidos por el mismo hombre. Un guardia civil experto en perfiles criminológicos logró determinar el perfil del violador múltiple tras comprobar que repetía su forma de actuar y después de analizar varias muestras de ADN extraídas de preservativos utilizados por el agresor. Pero el cotejo de los análisis con la base de datos de delincuentes sexuales (que comparten las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado) no identificó al violador. El hombre que buscaban no tenía antecedentes policiales.

La investigación se centró entonces en la localización de sospechosos en la zona donde el agresor solía abandonar a sus víctimas: descampados junto al Cementerio General de Valencia y áreas despobladas de Ribarroja, la Pobla de Vallbona y Bétera. Los agentes visionaron grabaciones de cámaras de seguridad, intercambiaron información con las policías locales y obtuvieron más pruebas que incriminaron al violador. Según las investigaciones de la Guardia Civil, Fernando C. atacó a otras dos mujeres, pero estas agresiones no quedaron probadas en el juicio.

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