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Un hombre con una discapacidad física pide limosna en un semáforo de Valencia. :: juanjo monzó
Un discapacitado, obligado a mendigar bajo amenazas y palizas

Un discapacitado, obligado a mendigar bajo amenazas y palizas

La policía detiene al matrimonio que explotaba a la víctima y que la agredía si no lograba suficientes limosnas

A. RALLO

Domingo, 1 de marzo 2015, 00:11

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Una de las acciones más despreciables es aprovecharse de alguien que sufre una discapacidad. Si a esa circunstancia se le añaden, además, amenazas y palizas el nivel de crueldad se dispara. Todo lo anterior se concentró en un matrimonio rumano que residía en la ciudad de Valencia. No dudaron en pegar y amenazar de muerte a un compatriota que compartía su domicilio. Cada día, era obligado a mendigar por las calles de Valencia, según informó la Jefatura Superior de Policía.

Las investigaciones comenzaron el pasado miércoles. Los agentes, a través de una denuncia, conocieron que una persona estaba siendo obligada a ejercer la mendicidad. El hombre sufría una severa cojera, lo que le impedía desplazarse si no era con la ayuda de unas muletas. Su radio de actuación era principalmente la calle San Vicente, según fuentes conocedoras del caso. Habitualmente sufría agresiones físicas y amenazas de muerte si sus explotadores consideraban que la cantidad recaudada era insuficiente. El comunicado policial no cuantifica qué cantidad obtenía diariamente con las peticiones a los viandantes.

De inmediato, los policías establecieron un dispositivo de vigilancia en la vivienda en la que residían las tres personas y sobre las actividades que ejercía la víctima para corroborar la veracidad de los hechos denunciados.

Las pesquisas dieron sus frutos. El matrimonio, que ya contaba con antecedentes policiales, fue detenido como posible autor de un delito contra la trata de seres humanos para su explotación en la mendicidad, amenazas y agresiones. Se enfrentan a una pena de entre cinco y ocho años de prisión. Además, también se les imputa una infracción a la Ley de Extranjería ya que se encontraban en situación irregular.

No es la primera vez que la mendicidad -último recurso para los más desfavorecidos- se convierte en foco de actividad para delincuentes e incluso grupos organizados. Hace ahora algo menos de un año, también la Policía Nacional desarticuló una red que controlaba la mendicidad en el centro de Alicante.

Al menos cuatro cabecillas fueron detenidos, acusados de obligar a un número indeterminado de personas a pedir en las calles más concurridas de la capital y a entregar el dinero que obtenían por este procedimiento.

La mayoría de las víctimas, al igual que en el caso del matrimonio, eran de nacionalidad rumana. De igual modo, también buscaban entre sus objetivos a personas con importantes taras físicas. La intención era ablandar el corazón de los viandantes y facilitar una mayor recaudación con la entrega de limosnas.

El Ayuntamiento de Valencia detectó el pasado año clanes de familias búlgaras y rumanas que se repartían diferentes zonas de la ciudad para mendigar. Solían pasar una temporada en la capital y tras unas semanas o meses abandonaban en busca de otro destino.

Hay que recordar que la mendicidad no está sancionada, por lo que las únicas conductas susceptibles de multa son aquellas que suponen un riesgo para la seguridad del tráfico. En definitiva, prácticamente ninguna práctica, como pedir en los semáforos o la venta de pañuelos genera situaciones de peligro.

Otras acciones delictivas también han contado con indigentes como moneda de cambio. Recientemente, se descubrió una trama que les obligaba a contratar un coche de alquiler -se les proporcionaba ropa y documentación falsa- y posteriormente vendían los vehículos.

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