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Verónica consuela a su madre mientras se abren paso entre los periodistas.
«Ya se ha acabado mi calvario»

«Ya se ha acabado mi calvario»

La mujer debe cumplir cinco años y medio de cárcel tras desestimar la Audiencia de Alicante la suspensión de la ejecución de la pena

LUIS CANDELA

Viernes, 9 de mayo 2014, 12:34

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Con lágrimas en los ojos de toda la familia, María del Carmen García Espinosa pisó ayer, después de mucho tiempo, el centro penitenciario de Fontcalent. La vecina de Benejúzar que en el año 2005 mató al violador de su hija Verónica, agredida cuando tan solo contaba con 13 años de edad, ingresó finalmente en la cárcel. Eran cerca de las doce y media del mediodía, cuando madre e hija se regalaron un fuerte abrazo antes de separarse a las puertas del penal alicantino. Otros dos hijos de la mujer, su marido y demás familiares también la arroparon en el exterior del complejo.

«Ya se ha acabado mi calvario», aseguró cuanto conoció que debía ingresar en el centro penitenciario de Fontcalent. «Te he dicho que no lloraras», dijo a su hija Verónica a las puertas de la prisión. Pero la joven no se pudo reprimir por completo, como tampoco lo pudieron hacer el resto de allegados, quienes vieron cómo la llamada madre de Benejúzar encaraba el camino hasta el módulo de mujeres de Fontcalent en compañía de su abogado, Joaquín Galant. «Muchas gracias», terminó diciendo la joven a las puertas del centro penitenciario, y se marcharon a casa después una mañana de gran intensidad.

Aplazamiento de 30 días

Horas antes, su defensa intentó lograr un aplazamiento de 30 que no se materializó. Cerca de las diez de la mañana, la mujer llegó a la Ciudad de la Justicia de Elche para recoger la documentación en la Sección Séptima de la Audiencia Provincial y certificar así su reclusión. La gran expectación informativa sorprendió a todo el que se acercaba por los juzgados ilicitanos, y no era para menos. Unidades móviles de las televisiones, así como un buen número de fotógrafos y periodistas de radios y prensa escrita aguardaban la llegada de la madre de Benejúzar y su hija. De hecho, tal fue el agolpamiento de gente que en un momento dado María del Carmen tuvo que correr al interior de la Ciudad de la Justicia.

Aún cabía un pequeño resquicio de esquivar la celda. Pese a todo, poco antes de que los relojes marcaran las doce del mediodía, el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana (TSJCV) confirmaba que la resolución de la Sala no era otra que la de ejecutar la pena de cárcel. La familia lo conocía instantes antes. «Que sea lo que Dios quiera», dijo la joven Verónica, a la vez que su madre insistía: «Estoy muy tranquila, nos vamos a Fontcalent».

Alegaba el abogado en su escrito que la reclusión de la mujer podría agravar el trastorno mental que sufre desde que en 1998 Antonio Cosme violara a su hija Verónica, de 13 años de edad en aquel entonces. En función de ese mayor padecimiento, el letrado de la defensa sostenía, y a día de hoy lo mantiene, que el Código Penal permite interrumpir la pena.

Sin embargo, entiende el tribunal de la Sección Séptima que no concurren los requisitos para suspender la ejecución de la pena en este caso, tal y como señala en el auto fechado a 7 de mayo. Según explica el magistrado ponente, para acogerse a la norma que permite dicha suspensión deben concurrir un «determinado tipo de padecimientos» que, en este caso, no se cumplen a ojos de la Sala.

Cinco años y medio de prisión es la condena, de la que hay que descontar el año que estuvo encarcelada de manera preventiva, que le resta a María del Carmen por cumplir por el suceso acaecido el 13 de junio de 2005. Ahora, las esperanzas de la familia y de la defensa de María del Carmen se centran en la nueva petición de indulto formulada por casi una treintena de colectivos y en el juez de Vigilancia Penitenciaria. «Puede cumplir la pena en la calle», sostiene el abogado Joaquín Galant, el último en abandonar el centro penitenciario tras acompañar a la madre de Verónica.

Ahora, habrá que esperar a nuevas decisiones judiciales para saber cuánto tiempo pasará la mujer en la cárcel. Entretanto, un equipo médico supervisará su estado clínico. Por el momento, «parece que ya ha superado el estrés que le producía estar encerrada», apuntó Galant, motivo por el cual no quería ingresar en el módulo psiquiátrico. Las puertas, eso sí, no se sabe cuándo se abrirán.

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