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joan molano
Sábado, 16 de junio 2018
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Su bautizo en el porno sucedió en una especie de Gran Hermano. «Estábamos en una casa con cámaras por todas partes en la que había organizada una fiesta con bebida, dj's y música en directo. Duró unas ocho horas, desde las siete de la tarde hasta las tres de la madrugada. Acudieron actores y actrices tanto amateurs como profesionales. Estaba todo pactado y acordado por contrato. No sabía cómo iba a ser exactamente la historia pero lo intuía...». Esa primera vez, reconoce, le sirvió para comprender bien el funcionamiento de la industria en la que buscaba hacerse un hueco. Yemaya González es su nombre artístico e Isabel Tomás el que refleja su DNI. Es valenciana, tiene 31 años, lleva casi dos protagonizando escenas 'X' que se publican en diferentes páginas web y realiza desde mucho antes shows eróticos por toda España: «Me gusta lo que hago».
Creció en un hogar sencillo situado en un barrio obrero a las afueras de Valencia donde aún vive con sus padres porque la mitad del año lo pasa lejos de casa y arrendar una vivienda «sería tirar el dinero». Es hija única. Su padre trabajó durante un cuarto de siglo en una fábrica textil y ahora está jubilado. Su madre era profesional de la limpieza pero ya no puede ejercer porque tiene problemas de salud. Y con ellos se cría su nieto de ocho años. «Mis padres saben perfectamente a lo que me dedico como también saben que llevo trabajando sin parar desde los 16 años. Hasta hace un año y poco, que dejé mi último trabajo en un estudio de tatuajes, conocen lo que he ganado y lo puteada que he estado para poder pagar mi casa, la luz o el agua y sin poder comprarme ni tan siquiera un coche de segunda mano. Ahora las cosas han cambiado, me dedico a una profesión en la que estoy a gusto y me siento valorada y que además ha ayudado a que todos tengamos una calidad de vida mejor». «Mi hijo -forman una familia monoparental- sabe que bailo, que he salido en revistas y en programas de televisión. Que me voy a trabajar y estoy fuera para traer dinero a casa. Es un niño muy humilde que está creciendo feliz gracias a los míos. Sin ellos no sé cómo me apañaría».
«Perdí el interés por estudiar cuando estaba en el instituto y pasé a trabajar en bares y cafeterías. En casa intentaron convencerme de que debía seguir yendo a clase pero soy muy cabezona», cuenta. «Como se me daba bien bailar me propusieron probar como gogó en una discoteca en Silla y me contrataron. Así pasé a ser camarera de día y bailarina los fines de semana además de hacer mis pinitos como modelo de fotografía». Su incursión en el ocio nocturno valenciano cuando rozaba la mayoría de edad, en grandes salas como Bananas o Penélope, le abrió las puertas con el paso del tiempo para realizar espectáculos eróticos y más tarde para introducirse en el mundo del porno: «Surgió por contactos, no sabría decirte exactamente gracias a quién llegué hasta ahí. Tengo que matizar que no me considero actriz, sólo hago escenas, y tampoco me dedico exclusivamente a ello porque no es algo de lo que puedas vivir sin compaginarlo con otras cosas». Por eso también actúa en los shows, que le reportan un salario más que suficiente para poder tirar de los suyos sin ahogarse: «Es otra salida laboral, tan digna como otras».
«Antes de grabar me informo de qué tipo de escena será, en qué se basa y con quién voy a participar. Si veo algo que no me gusta por lo que sea, no lo hago. Nadie me obliga», señala Isa, que lleva cerca de dos meses lejos de los objetivos de las cámaras de una productora audiovisual de cine para adultos, aunque comenta que la llaman con asiduidad para proponerle proyectos nuevos: «Supongo que, en parte, mi estética tendrá que ver. Es lo que se lleva». Ha participado en unos doce vídeos «de distintas plataformas y con diferentes actores» que circulan por las redes y suman centenares de miles de reproducciones.
«Una vez decides hacerlo no hay marcha atrás. Tienes que estar preparada, tener muy claro a qué te vas a dedicar y la repercusión que tendrá para toda tu vida», advierte, como también lo hace acerca de la presión que se siente después de debutar en el mundillo y de la necesidad de ser fuerte en el aspecto mental. «Cuando muera, los vídeos seguirán estando. No puedes meterte a probar y decir 'a ver qué pasa', debes pensarlo muy bien. Y una vez lo hagas, no lo niegues a nadie ni se lo escondas a tu familia porque tarde o temprano saldrá a la luz, no puedes llevarlo en secreto porque sobrellevarlo de esa manera sería demasiado duro», aconseja a quienes pretendan seguir sus pasos.
«En el porno no es oro todo lo que reluce. La gente se cree que es una fiesta continua, con drogas y alcohol sin medida y que tenemos relaciones todos con todos fuera de las cámaras a cada rato. Eso no es así. Es un trabajo, con sus particularidades, en el que tienes que ir con cuidado porque, como en todas partes, siempre hay algún listo que se quiere aprovechar de ti. Yo puedo hablar por mí, de mi situación, que ha sido y es buena, desconozco la del resto de chicas que se dedican a lo mismo que yo», afirma. Está nominada en varias categorías a los premios profesionales EroAward 2018 que se entregarán hoy, sábado 16, en la localidad catalana de Lloret de Mar.
Estos días anda liada de un lado para otro. Tiene que dejar todo preparado ya que en breve cogerá las maletas y pondrá rumbo a Ibiza a «hacer la temporada». Pasará allí unos cinco meses, sin descansar, realizando espectáculos de sexo lésbico. No se irá sola, le acompañará su mejor amiga que también es, desde el verano pasado, su compañera de escenario, Andrea.
La cara de Andrea es conocida, sobre todo para los seguidores de los programas de tele-realidad porque participó y ganó en la final de la última edición del programa 'Quién Quiere Casarse Con Mi Hijo'. Ambas son uña y carne. Van juntas a casi todas partes desde que se conocieron en 2014, incluida la entrevista con motivo de este reportaje. Se parecen bastante. Comparten una estética que llama mucho la atención allá por donde van: «La gente se rompe el cuello al girarse. Al principio te resulta raro que te mire todo el mundo, pero luego te acostumbras. Que una mujer esté tatuada se está normalizando, por suerte». En redes sociales las siguen miles de usuarios: «Hay de todo, la mayoría fans y también algún descerebrado al que bloquear».
Bajo los seudónimos de Estrella y Yemaya González actuarán este verano en tantas discotecas y fiestas privadas de la isla pitusa como les sea posible: «Te podríamos contar mil anécdotas del año pasado... pero mejor nos las quedamos para nosotras». Esta vez se promocionarán, ya tienen listas sus tarjetas de presentación profesional que incluyen un código QR para que al pasarlo por el teléfono móvil se pueda visionar un minuto de su exhibición.
En Ibiza confiesan que estarán bien e incluso puede que les acompañe algún amigo más para compartir «chalet con piscina»: «Claro que echaremos de menos a nuestra gente. Estar allí también es duro, aunque pueda parecer lo contrario, porque vamos a trabajar». ¿Hasta cuándo seguirán dedicándose a esto? «No lo vamos a estar haciendo toda la vida, eso lo tenemos claro. Barajamos otros proyectos, queremos montar un negocio juntas, lo tenemos en mente, pero aún es pronto para pensar con detalle en eso. Vamos a aprovechar el momento».
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