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Las imágenes. Zora Neale Hurston obtuvo las únicas fotos que se conservan de Cudjo Lewis. Arriba, con dos tataranietas. A la derecha, en su casa de Africatown, en Alabama. R. C.
El último esclavo

El último esclavo

En África se llamaba Oluale y en Estados Unidos Cudjo. Fue secuestrado y encadenado en un barco negrero. Vivió para contar su historia

JAVIER GUILLENEA

Lunes, 14 de mayo 2018, 01:03

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Oluale Kossula fue en su otra vida Cudjo Lewis. Murió por primera vez en abril de 1860 a los 19 años en el puerto africano de Ouidah. Volvió a nacer con un nombre diferente 45 días después en un barracón de Estados Unidos. Oluale era libre. Cudjo fue esclavo.

Adquirió cierta fama en los años 20 del siglo pasado, cuando el paso del tiempo hizo de él el último africano vivo que había sido secuestrado en su pueblo, encadenado en la bodega de un barco y conducido a la esclavitud. Era el único superviviente de los 110 hombres y mujeres que mucho antes se habían visto obligados a viajar hacinados en el buque negrero 'Clotilda'.

Por su cabaña desfilaron escritores y periodistas ansiosos por conocer la historia de un hombre que siempre soñó con regresar a su hogar natal. Entre ellos se hallaba la antropóloga Zora Neale Hurston, que escribió las vivencias de Cudjo en el libro 'Barracoon' (Barracones). El trabajo nunca llegó a ser editado y durante décadas ha permanecido oculto en los archivos de la Universidad de Howard. Casi sesenta años después de la muerte de su protagonista, ha sido por fin publicado en Estados Unidos. Sus páginas narran la vida, muerte y resurrección de quien fue, en palabras de Neale Hurston, «el único hombre de la Tierra que lleva en su corazón el recuerdo de su hogar africano, los horrores de la redada esclavista, la barraca, la esclavitud y 67 años de libertad en una tierra extranjera a sus espaldas».

Secuestro

Oluale nació en 1841 en el reino de Dahomey, hoy Benín. Era miembro del pueblo Yoruba y tuvo una infancia feliz. A los 14 años comenzó a entrenarse como soldado y aprendió a rastrear, cazar, acampar y disparar flechas. A los 19 se enamoró de una joven y se casó con ella. Y ahí acabó la primera parte de la historia.

En abril de 1860 el ejército del rey de Dahomey atacó la ciudad de Oluale. Los asaltantes decapitaron a los más débiles, ahumaron sus cabezas para conservarlas y se llevaron consigo a un centenar de cautivos. Tras marchar durante tres días hasta el puerto de Ouidah, los prisioneros, desnudos y hambrientos, fueron encerrados en un barracón durante semanas a la espera de embarcar.

El Congreso de Estados Unidos había prohibido en 1808 la importación de esclavos de África, aunque la esclavitud no quedó abolida hasta 1865. En la época en la que Oluale y sus compañeros de desgracia fueron capturados, algunos barcos aún se dedicaban al tráfico ilegal de personas, pero el negocio estaba a punto de acabar. El último buque que cruzó el Atlántico hacia Estados Unidos con una carga humana en sus bodegas fue el 'Clotilda.'

Los 110 prisioneros fueron desembarcados en el puerto de Mobile, en Alabama, y vendidos al mejor postor. Oluale cayó en poder de James Meaher, que no fue capaz de pronunciar su nombre, por lo que fue su propio cautivo quien le sugirió uno nuevo. Podían llamarle Cudjo, un nombre que en algunos pueblos de África se les daba a los niños que nacían en lunes.

Trabajó como esclavo en un barco de vapor hasta que en 1865 recuperó su libertad y adoptó el apellido Lewis. Se casó con Abile, una joven que también había viajado en el Clotilda, y comenzó a soñar con el regreso a África. La pareja y sus compañeros de esclavitud empezaron a ahorrar para emprender el viaje de retorno pero pronto vieron que no serían capaces de lograr el suficiente dinero. Su hogar quedaba demasiado lejos.

Viejo mundo

Cudjo Lewis y sus amigos se resignaron a quedarse en Alabama aunque decidieron que no lo harían de cualquier manera. Pidieron a su antiguo amo que les regalara tierras a modo de reparación por lo que habían sufrido y, cuando este se negó, compraron un terreno al norte de Mobile donde levantaron una pequeña ciudad a la que llamaron Africatown.

En la ciudad, rodeada por un pantano y un bosque, y solo accesible por agua, los antiguos esclavos recrearon el mundo que se habían visto obligados a abandonar años atrás. Se regían por sus propias leyes, hablaban su propio idioma y mantenían sus costumbres. Abrieron una escuela local, construyeron una iglesia bautista y un cementerio y acogieron a personas nacidas en otros países, no solo a africanos.

La antigua comunidad, en la que aún residen los descendientes del 'Clotilda', guarda la memoria de Cudjo Lewis, que sobrevivió a su mujer y a sus seis hijos y se convirtió en sacristán de la iglesia. El viejo esclavo, el último de los suyos, murió en 1935 a los 94 años sin haber dejado de pensar nunca en sus orígenes. Cuando Zora Neale Hurston le pidió que hablara de su segunda vida en América, él contestó: «A la noche lloramos, decimos que nacimos para ser libres y ahora somos esclavos».

millones de africanos fueron enviados como esclavos a América entre 1525 y 1866. De ellos, casi dos millones murieron en la travesía. El 'Clotilda' fue el último barco conocido que transportó un cargamento humano. Los restos del buque fueron localizados a principios de año cerca del lugar donde desembarcó Oluale Kossula.

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